Un "Aleluya" con sones de Bob Marley para el Papa

Les escribo bien entrada la noche, desde el pequeño hotel que nos ha procurado Florant, el eficiente gestor de Mensajeros de la Paz en Benin. La capital administrativa, Cotonou, refleja una vida y una alegría como hacía mucho tiempo no se conocía en el país. La visita del Papa ha dejado puesto de manifiesto la hospitalidad de este pequeño país, lastrado por la pobreza y la esclavitud, y con una historia que nos trae el antiguo -y jamás olvidado- recuerdo de los barcos esclavistas hacia América. Buena parte de la América negra debe sus raíces a este pequeño país, y su sufrimiento es el suyo, y el nuestro.

A estas horas (1 de la madrugada), un grupo de jóvenes ha llegado al pequeño restaurante del hotelito, y tocan la guitarra con alegría. Su sonido nos evoca un mundo nuevo. Un blanco entre negros, conviviendo, tomándose una cerveza fresquita, moviéndose al ritmo que marca la vida en África. El calor es insoportable, pero la calidez de este pueblo, me temo, va a resultar inolvidable para todos los que tenemos la suerte de acompañar al Papa en este viaje.

Su llamada a acabar con la explotación, y a dotar al pueblo africano de la dignidad que merece, marcarán un antes y un después en el devenir de este mundo que a veces olvida que debe ser uno, globalizado pero justo. La denuncia de las miserias, de la pobreza y el hambre están presentes en el pensamiento de Benedicto XVI. Y, con él, en el de todos los hombres de bien. En España, a estas horas, está acabando la campaña electoral. En el bar de Cotonou, suena un "Aleluya" con tintes de Bob Marley, palmas y un sentido "Africa United", que suena más real y más esperanzador que nunca. Ojalá entre todos lo hagamos posible.

baronrampante@hotmail.es
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