Jesús Sanz debería rectificar

Dice un amigo que "cuando un pastor tiene miedo, lo que hace es encerrar a sus ovejas en el corral y darles allí la comida que él cree que es la mejor". Algo así ha debido pensar el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, a la hora de vetar las Jornadas de Pastoral de Escuelas Católicas en la sede del principado. El problema es que las ovejas no pueden vivir encerradas, sin respirar el aire puro, la hierba fresca... y al final acaban encontrándose sin pastor. O huyendo hacia otros pastos. Como, lamentablemente, sucede en muchos casos en nuestra Iglesia.

Digo que Jesús Sanz debería rectificar, sabiendo de antemano que no lo hará. Porque a fin de cuentas, se trata de una cuestión de autoridad. Y el obispo tiene el báculo en la mano y, una vez metida la pata, se hace difícil enmendarla. Porque hay que decirlo, don Jesús: ha metido la pata, y ha puesto en un brete tanto a los educadores como al resto de obispos que no vetarán las Jornadas en sus diócesis. Y es que ciertas decisiones deberían ser mucho más meditadas, compartidas y debatidas. Y me consta que Sanz, buen franciscano y buena persona, sabe y puede hacerlo. Con la humildad del santo de Asís, claro está. Y no bajo el ordeno y mando disfrazado de falsa autoridad que tan mal se ejerce desde algunos ámbitos eclesiásticos.

Magnífica, por otro lado, la respuesta de las Escuelas Católicas. Defendiendo la vitalidad de sus Jornadas, el prestigio de los ponentes -Denis Rafter, Sor Lucía Caram, Juan Rubio, Serafín Béjar, Carmen Barba...- y de los organizadores -José Antonio Solórzano es uno de los grandes genios no reconocidos por la institución-, y aceptando, aun sin comprender, la suspensión de las Jornadas. En Oviedo, ojo.

Que en el resto de diócesis se mantienen. Veremos qué hace cada obispo.
Algunos, en privado, ya han mostrado su malestar por una medida diocesana que tiene repercusión, indefectiblemente, en otras sedes episcopales. Y es que Sanz tampoco consensuó, ni siquiera informó, a los que son sus "hermanos en el Episcopado".

Sería un gesto de grandeza, y de profunda humildad franciscana, que Jesús Sanz se pusiera en contacto con los responsables de Escuelas Católicas y reconsiderara su veto. Por el bien de FERE-CECA, tan injustamente vilipendiada en los últimos años por algunos obispos y que, le pese a quien le pese, es un ejemplo de trabajo y de cooperación con "el mundo" (que a veces nos cuesta, señores obispos, reconocer que estamos en el mundo, y que tenemos que construir el Reino "en el mundo" que tanto condenamos si no se ajusta al milímetro a lo que exigimos). Por el bien del propio Sanz, que acumula algún que otro descrédito a una carrera prometedora que podría comenzar a truncarse. Y, en definitiva, por el bien de la Iglesia. Para que no sigan cambiando el texto evangélico "Mirad cómo se aman" por "Mirad cómo se pelean".

Le invito, don Jesús, a que dé ese paso. Muchos nos alegraríamos. Y le seguiríamos en el camino. Como ovejas con pastor.
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