El Judas de Fernando Bermejo

Hoy escribe José Montserrat

Fernando Bermejo ha suscitado una interesante cuestión en su inserción acerca del Evangelio de Judas. Se me ocurren varias observaciones, que iré desgranando en sucesivas inserciones.

La tesis del carácter arcóntico, y no gnóstico, de Judas, fue propuesta por algunos estudiosos (no recuerdo en este momento cuáles además de los que Fernando Bermejo nombra en sus úyltimas comunicaciones) en un seminario que tuvo lugar en París en octubre de 2006, seminario en el que participamos tanto Fernando Bermejo como el que suscribe. Las actas del seminario serán publicadas próximamente por Brill, bajo la dirección de Magdalena Scopello. Habrá que aguardar, pues, a la publicación de los textos para hacerse una idea cabal de los argumentos de las distintas interpretaciones.

En esta primera inserción planteo a Fernando Bermejo dos cuestiones en cierto modo previas.

Primera: Ireneo de Lyón adscribe el Evangelio de Judas a los cainitas. Estos gnósticos reivindicaban para el mundo espiritual a personajes presentados como malos por la tradición judía y cristiana: Caín, Esaú, Coré, los sodomitas y Judas. Ireneo dice explícitamente que "Judas era el único entre los apóstoles en poseer esta gnosis" (Adversus Haereses I 31,1). ¿Se equivocó Ireneo?

Segunda: Si Judas no es un espiritual, un gnóstico, antes al contrario, es un arconte maligno, el título del Evangelio de Judas debería entenderse como Evangelio del (arconte) Judas. Nos encontraríamos ante un caso insólito en toda la literatura gnóstica y aun cristiana: un evangelio atribuido a un personaje del universo arcóntico, maligno, asimilado en muchos casos al diablo. El evangelio de un diablo. Y no cabe arguir que el título indica que se trata de una obra "acerca de Judas". Un escrito acerca del arconte Judas no recibiría nunca la denominación de "evangelio".

Saludos cordiales de José Montserrat


Postdata de Antonio Piñero:

Ofrezco a los lectores textos de Ireneo y otros Padres como ilustración de lo que argumenta José Montserrat.

Por otra parte, en este blog, en la traducción y los comentarios dedicados al Evangelio de Judas hemos recogido estos textos, que ahora ofrecemos por comodidad, en los apartados dedicados a lo que conocíamos de los cainitas y del Evangelio de Judas antes de 1978:


La pasión que afectó al Duodécimo Eón (Sabiduría) viene significada alegóricamente por la apostasía de Judas, que era el duodécimo apóstol, y también porque el Salvador padeció en el mes duodécimo…: Adversus Haereses I 3,3 (Trad. de J. Montserrat)


En Adversus Haereses I 31,1-2 dice Ireneo:

Alaban (los cainitas) a Esaú, Coré y a los sodomitas, proclamándose congéneres de personajes por el estilo. Estos personajes fueron atacados por el Creador, Yahvé, pero ninguno recibió daño alguno, pues Sabiduría arrebataba de ellos el elemento que le pertenecía, es decir, el espíritu, guardándolo consigo.


Sostienen (los cainitas) que Judas el traidor conocía con precisión estas cosas, siendo el único entre los apóstoles en poseer esta gnosis. Por esto obró el misterio de la traición, por el cual fueron disueltas las realidades terrenas y celestiales. Y aducen una falsificación (un escrito falsificado) al que le dan el título de Evangelio de Judas”.


Pseudo Tertuliano nos completa esta información de Ireneo. En su obra, titulada Adversus Omnes Haereses, dice así (nº 2):

Los que tal afirman defienden también a Judas el traidor, describiéndolo como admirable y grande a causa de los beneficios que acarreó al género humano. Algunos creen que se debe dar las gracias a Judas por este motivo. Judas, advirtiendo que Cristo quería destruir la Verdad, lo entregó para evitar la destrucción de aquélla. Otros opinan de diverso modo: las potestades de este mundo no querían que el Cristo sufriera la pasión, para que al género humano no se le ofreciera la salvación por medio de su muerte. Entonces, velando por la salvación del género humano, Judas entregó a Cristo. Así la salvación, obstaculizada por las potencias que interferían para que Cristo no sufriera pasión, no pudo ya impedirse en absoluto.


Estas informaciones, escuetas pero densas, son confirmadas por otros escritores posteriores como Filastrio, Liber de haeresibus 2, y Epifanio de Salamina, Panarion 38.

El texto de Epifanio, en su Panarion o Contra las Herejías, es demasiado amplio como para ser citado in extenso, pero merece la pena que entresaquemos sus ideas principales:

· Los cainitas toman el nombre de este personaje al que tienen en gran honor.

· Adán y Eva han nacido de ángeles. Sus dos hijos, Caín y Abel, proceden consecuentemente también de las potencias angélicas. De la más fuerte nació Caín; de la débil, Abel.

· Tanto Caín como otros personajes del Antiguo Testamento, Esaú, Coré y los sodomitas, proceden en realidad de potencias y autoridades divinas. Su valoración debe ser positiva.

· Los gnósticos cainitas proceden también de estos personajes, pues en doctrinas son sus congéneres y sucesores.

· El creador de este mundo, el Demiurgo, pretendió hacerles daño, pero no pudo. El espíritu de estos personajes logró ocultarse de él y refugiarse en el Pleroma o eón superior.

· Judas es uno de los que han recibido de aquéllos una revelación especial.
Existe un opúsculo, que los cainitas denominan Evangelio de Judas, cuya autoría última atribuyen a este personaje (y que contiene al menos parte de estas revelaciones).

· La gnosis de los cainitas depende también del conocimiento que poseen (por revelación probablemente) de los ángeles y de sus funciones.
Otras doctrinas las toman de otros gnósticos.

· Han producido también otros escritos entre los cuales hay uno que adscriben al apóstol Pablo y que lleva por título “El ascenso” (hasta el tercer cielo; véase 2 Cor 12,4). De él toman también otras doctrinas esotéricas.

· La doctrina general de los cainitas insiste en apartarse de todas las obras del Creador y ascender hasta el ámbito superior por medio del “sacrificio” de Cristo (el Revelador). Cada rama, sin embargo, entiende de modo diverso qué significó este “sacrificio”. Pero Judas, con su entrega de Cristo interviene en él de algún modo.

· Para unos Cristo sacrificó su cuerpo, es decir, la materia (en contra de la voluntad del Demiurgo).

· Para otros Judas entregó a un Cristo “malo”, en el sentido que la parte corporal de éste predicó a favor de la Ley del Antiguo Testamento, es decir del Demiurgo.

· Para otros Judas entregó a Jesús por designio divino. Los príncipes de este mundo, el Demiurgo y sus ángeles, sabían que si se consumaba el sacrificio de Cristo los hombres serían liberados y ellos perderían todo su poder sobre la humanidad. Por ello no deseaban el sacrificio de Cristo. Judas lo aceleró con su entrega, con lo cual contribuyó con una buena obra a nuestra salvación.

· Por todos estos motivos es Judas digno de toda alabanza.

La traducción estricta de estos pasajes de Epifanio de Salamis puede encontrarla el lector en el Evangelio de Judas, Trotta, Madrid 2006, de Francisco García Bazán, en la Introducción al texto del Evangelio.

Por último, en la herejía siguiente, la 39, Epifanio confirma que los cainitas y los setianos en general profesan doctrinas muy parecidas, y que Set es el antepasado de Cristo (en cuanto receptor y transmisor de la revelación divina, la gnosis), de modo que algunos denominan “Cristo” a Set, o bien piensan que este último se ha encarnado en Cristo.

Es posible que el Pseudo Tertuliano y Epifanio estén influidos por la interpretación de Ireneo de Lyón, pero tuvieron también a su disposición textos originales y debieron de leerlos por su cuenta.

Lo interesante de lo que está proponiendo Fernando Bermejo es que se pone en cuestión también esta interpretación de los Padres y que obliga a repensar los argumentos y afinar la interpretación.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
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