Revueltas contra Roma en vida de Jesús (412-04)

Hoy escribe Antonio Piñero

Como dijimos, tras la muerte de Herodes el Grande, año 4 a.C. hubo diversos movimientos antirromanos (protectores de Herodes el Grande y sus sucesores, y vigilantes de Israel desde dentro de él mismo, en Cesarea) y en la vecina Siria). En la nota de ayer nombramos tres, según lo que cuenta Josefo. El primero, el de Judas el Galileo, hijo de Ezequías, se recrudeció en el 6 d.C.

Judas el Galileo tenía el mismo espíritu que sus padre. Es más que probable que Jesús viviera con unos 12 años las revueltas provocadas por este personaje contra Roma a causa del intento de ésta de hacer un censo en Judea, con fines fiscales y de control de la población en general, después del derrocamiento de Arquelao, hijo de Herodes el Grande. Roma había anexionado Judea al Imperio como provincia subsidiaria de Siria. Y lo importante es que un niño de 12 años, como tendría Jesús en esos momentos, no podía oponerse mentalmente a la idea de que había que defender aun a costa de su vida las ideas nucleares de Judas el Galileo.

Estas eran:

• “Yahvé es único rey de Israel”.

• “La tierra de Israel es sagrada”.
• “Los romanos no pueden disponer como señores de la propiedad de Yahvé para sus negocios” e indirectamente, algo así como que

• “La presencia de extranjeros no nos permite cumplir las normas de la alianza con Yahvé, nuestro rey”.

Opino que es muy probable que una familia galilea como la de Jesús, cuyos hijos varones portaban todos nombres de patriarcas debía de ser muy piadosa y que veía con buenísimos ojos estas proclamas. Presumo que este fue el ambiente que respiró Jesús.

Escribe Marvin Harris:

“No ha quedado ninguna información sobre cómo y cuándo encontró la muerte Judas el Galileo. Sólo sabemos que sus hijos continuaron la lucha. Dos de ellos furon crucificados, y un tercero reivindicó la condición de mesías-rey a principios de la revolución de 66-73. Asímismo el acto final de resistencia de esta guerra, la defensa suicidad de la fortaleza de Masada fue dirigido por otro descendiente de Judas el Galileo” (p. 150).


Dijimos que Jesús comenzó su andadura pública en torno al 28 d.C., en tiempos de Tiberio y Poncio Pilato (prefecto del 26 al 36 d.C.), en época de relativa calma. Pero no se puede exagerar esta clama con fines apologéticos para intentar presentar a un Jesús cuya infancia había transcurrido en un clima de violencia antirromana, como alguien inclinado por la calma de las cosas a un “espíritu de paz”.

No había tal calma, casi absoluta. En tiempo de Pilato hubo grandes y sonados tumultos antirromanos. Josefo nos habla:

a) de la enorme multitud que se amotinó ante Pilato, lo siguió hasta Cesarea y estuvo dispuesta a morir por mantener la protesta contra el quebrantamiento de la ley judía voluntariamente por Pilato: éste había introducido en je una cohorte, o más, que portaban estandartes con imágenes (águilas; otras representaciones simbólicas del poder de la diosa Roma). Pilato hubo de ceder.

b) una multitud notablemente enfurecida se levantó contra Pilato porque había decidido emplear dineros del tesoro del Templo para construir un acueducto y acabar así con la falta de agua endémica de Jerusalén. A los ojos de hoy la protesta se ve como irracional, pero muestra a las claras el espíritu antirromano.

c) Los evangelios narran un cierto motín de galileos, cuya sangre –en palabras del mismo Jesús- había derramado Pilato cerca del altar sagrado (Evangelio de Lucas 13,1 “En aquel mismo momento llegaron algunos que contaron a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios”) ¡Siempre galileos aun en asuntos de Judea!

d) El Evangelio de Marcos (15,7) habla de que cerca del prendimiento y ajusticiamiento de Jesús había habido un motín, con resultado de muerte, y que varios “bandidos” implicados estaban en la cárcel, entre ellos Barrabás.

Y añado a modo de complemento, inmediatamente tras muerte de Jesús: en el 34/35 Pilato tuvo serísimos conflictos religioso-políticos con los samaritanos que intentaron reunirse en el Monte Garizim, en donde un "profeta de signo" había profetizado que reaparecerían los utensilios del Templo perdidos desde tiempos de Jeremías = el exilio en Babilonia. Parece que la congregación de gentes ea pacífica. pero Poncio Pilato arremetió contra ellos con infantería y caballería y causó miles de muertos. Los samaritanos, e incluso los judíos, protestaron ante el Emperador... y ¡Pilato fue destituido por Tiberio!

Por tanto no había tanta paz. Y estos acontecimientos antirromanos rodeaban la vida de Jesús. En el pasaje mencionado del Evangelio de Lucas Jesús adopta una actitud ambigua: parece por una parte defender a los galileos y por otra parece implicar que los muertos no se habían arrepentido de sus pecados: “Les respondió Jesús:

«¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? 3 No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. 4 O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? 5 No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo»” (Lc 13,2-5).

Dos observaciones:

1. Tenemos aquí a un Jesús nada pacífico que amenaza con tremendos castigos: Jesús salva, pero también condena

2. Esta ambigüedad es típica de los evangelios y, en mi opinión, va en la línea de ocultamiento de todo lo que pudiera parecer implicación política de Jesús, de la que nos hemos eco ya en postales inmediatamente anteriores.

Seguiremos

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid.
www.antoniopinero.com
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