Una iglesia rural: Revilla Vallejera, Burgos.


Problema de hondo calado está siendo la conservación o restauración de los templos parroquiales, que son quizá el único patrimonio de los pueblos. Muchas de las iglesias tienen gran valor arquitectónico y encierran enormes riquezas artísticas en su interior. Propiedad del edificio, el arzobispado; uso del mismo, la gente del pueblo. ¿A quién corresponde su arreglo y conservación?

En teoría, a la entidad titular dueña del inmueble. Así está en la legislación. Pero también podría pensarse en los usufructuarios. En la práctica, el Arzobispado se ve imposibilitado de subvenir las necesidades de arreglo y restauración, porque no tiene capacidad monetaria para ello. ¿Qué procede cuando el edificio es un edificio histórico, artístico, de noble y artística factura?

Ya de por sí es triste o sintomático comprobar que el único edificio digno de casi todos los pueblos sea la iglesia. ¿No ha habido personas ricas en tales pueblos que construyeran sus palacios? ¿No había ayuntamientos para tener un edificio igual en dignidad, belleza y dimensiones que la iglesia? ¿Por qué esa desproporción entre edificios civiles y edificios religiosos en España?

Olvidado por el momento el pasado, miramos el presente. Lo quieran o no, los habitantes de los pueblos también han desertado de las misas dominicales. La iglesia se llena con motivo del funeral por algún vecino querido, el día de “la función” y para de contar. En un domingo normal, la asistencia a misa en el pueblo de mis amores oscila entre el 30 y el 40%. Asistencia elevada con relación a la media de España. En el verano hay mucha más gente y por lo tanto el porcentaje de asistencia baja: hoy, domingo 17 de agosto, había en misa 51 personas y 2 niños; la población total del pueblo en el mes de agosto oscilará entre 250 y 300 personas lo que rebaja el porcentaje de asistencia entre el 21% y el 17,6%.

Hoy las iglesias no sirven sino de enseña, de ornato, de boato... del pueblo. No tienen una finalidad religiosa, vista la asistencia. ¡Pero un edificio tiene que servir para algo! ¿Qué provecho saca ese 70, 80% de gente que reniega de asistir al culto?


La iglesia de este pueblo amenaza ruina. Goteras, bóvedas agrietadas, enormes manchas verdes en una crucería, desconchones de yeso caído, rastros de agua por las paredes, cristales oscilantes, rotos... En la cubierta, hileras de tejas descabalgadas; tejas rotas; maderos podridos; invasión de palomas... Una inspección, y no rigurosa, de tal edificio habría prohibido inmediatamente el acceso al mismo. Años de desidia y abandono (en primer lugar por parte de los párrocos “visitantes”, sin arraigo alguno en el pueblo ni interés por el mismo) viendo cómo la cubierta se desarmaba.

RESUMAMOS: Opinión del pueblo - argumentos de los curas - contrarréplica.

1. Pueblo: “Es de los curas, que lo arreglen ellos”. Cura: No es de los curas, es del pueblo. Yo he estado en muchas parroquias y nunca me he llevado nada de ellas. Contrarréplica: Hay que partir de que el edificio es de una corporación sagrada, no de un individuo; sí, son meros administradores y dicho edificio es propiedad de una sociedad, no es propiedad personal. Respecto a lo segundo, es lo mínimo que se pide, que los curas no lo consideren como suyo: ¡y mira que tienen objetos para vender! De hecho alguno sí lo ha hecho, aunque es imposible saber qué y quién.

2. Pueblo: “La iglesia es del arzobispado, que él lo arregle”. Cura: No, la iglesia está destinada a un uso y ese uso es del pueblo. Réplica: sigue sin contestar. El propietario del inmueble, del cual ha sacado pingüe beneficio en otro tiempo, ha de correr con los gastos.

3. “Que ellos lo arreglen o que se caiga”. El cura: La iglesia no puede, no tiene dinero para subvenir tanta necesidad, ha de ser el pueblo. Réplica: cuando eran rentables y controlaban las poblaciones con su presencia –edificios además construidos con dinero popular— el beneficio era para ellos; ahora que no lo son, buscan el socorro en el pueblo. Al ser el Estado aconfesional, no pueden ser los Ayuntamientos ni las Diputaciones quienes subvencionen reformas o arreglos. Si, como parece en justicia, quienes debieran correr con los gastos fueran los usuarios, sería imposible apelar a las aportaciones de los fieles: cada uno de ellos, en nuestro caso particular, debería pagar 1.100 €, para muchos el sueldo de un mes. Imposible y además injusto.

4. “Ahora las iglesias no dicen nada a la gente, son edificios para el puro turismo”. Cura: No, desde ellos se esparce el buen mensaje, se predica la paz, la solidaridad, las buenas costumbres. Réplica: eso es un engaño, la iglesia se construyó para ser “la morada de Dios”; para lo otro no se necesita una iglesia, un edificio enorme, desproporcionado y anacrónico.

5. Cura: Las iglesias, la mayor parte, son edificios declarados monumentos nacionales, con una legislación específica; hay que conservarlos. Réplica: Sí, hay que conservarlos. Pero si los que son titulares de los mismos no pueden hacerse cargo de ellos, procede que los cedan. Sí, que los cedan al Estado, a la autoridad municipal, que sabrá hacer un uso más civilizado de ellos. Y si corren peligro de ruina, por desidia o abandono lo que procede es la expropiación pura y simple o su derribo, como está sucediendo en Francia.

¿Desde cuándo el Estado, sin recibir nada a cambio, ha de sufragar los gastos de un entidad privada? No es de recibo, ni es justo, ayudar al dueño a mantener el edificio para luego seguir él con la titularidad. El Estado debería recibir una contraprestación por parte del titular de este edificio a cambio de ayudar a sufragarlo, por ejemplo con usos civiles, con propiedad compartida, etc.

Nuestro parecer:

1. Los edificios religiosos, las iglesias, deben mantenerse, restaurarse, conservarse y deben ser cuidadas. El Estado ha de alzarse como subsidiario. Si el edificio no tiene interés alguno, de su derribo se puede reutilizar la piedra tallada.

2. Si la iglesia no puede correr con los gastos, debe enajenar los mismos y ceder tal patrimonio al pueblo.

3. Podría ser una solución el uso multifuncional de la Iglesia: centro cívico, sala de lectura, ciberiglesia, ceremonias matrimoniales civiles, sala de conciertos... Para uso litúrgico bastaría el reducido espacio de una sacristía.

En justicia si la Iglesia no fuera ya titular del templo, debería pagar un alquiler, pero dado lo específico del caso, podría ser el Estado el que pagara un tanto a los curas por cada servicio que realizasen al pueblo. Mientras tanto, el edificio serviría para otras finalidades, bien que respetando el recinto. Algo parecido al silencio que se exige en las bibliotecas públicas.
Volver arriba