¿Y si lo que predican se funda en la mentira? (4)

Seguimos con el 2º apartado de aquel principio de evidencia negativa que enunciábamos días ha, referido a encontrar evidencias donde debieran encontrarse... y no se encuentran porque los textos donde deben hallarse son terriblemente discutidos por pseudo epigrafía y otras razones.

Siguiendo el orden en que se presentan en el Nuevo Testamento, que no en la cronología, hablamos de los Evangelios. Su elaboración comprende un lapso de cincuenta años, desde el año 70 hasta el 120 aproximadamente de la era común. Las profecías “ex eventu” que aparecen en los sinópticos indican que fueron escritos después de la destrucción del templo de Jerusalén, ocurrida en el año 70 siendo emperador Tito, después de años de rebelión judía.

Este hecho histórico es importante porque los predicadores cristiano fundamentalistas se empeñan en afirmar que Jesús profetizó la ruina del Templo, algo que es de todo punto falso.

Es importante subrayar el hecho de que no se conserva ningún texto evangélico original y lo que se conoce son copias de copias de copias. Es importante asimismo, saber que cada evangelio se escribió recogiendo información de segunda o tercer mano, incorporando mucha mitología y con fines propagandísticos relacionados con comunidades determinadas.

Esto nos lleva a concluir que de ninguno de los 4 evangelios de puede fiar respecto a la historicidad o realidad vital del predicador Jesús.

Evangelio de Marcos. Es el primer evangelio escrito. A tenor de lo que con delectación y reiteración escribe, el autor creía en supersticiones, demonios, posesiones diabólicas y milagros. Es asimismo importante subrayar que no conoció a Jesús, según él mismo declara. Dicen los entendidos que probablemente escribió su evangelio en Siria, poco después de la destrucción de Jerusalén y lo escribió para fortalecer la fe de los cristianos romanos, que pasaban por el trance de verse perseguidos.

Marcos no menciona a José en el nacimiento de Jesús, al que llama “hijo de María”, cosa extraña en tal genealogía, porque algo así sólo era propio de los hijos ilegítimos. En Marcos no hay nada respecto al nacimiento de Jesús: ni nacimiento virginal, ni visita de reyes, ni alborozo de ángeles… ¿Razón? No hay otra sino que tales mitos todavía no habían llegado a la doctrina cristiana.

Evangelio de Mateo. El propósito de su autor era mostrar a los judíos o hebreos que Jesús era el mesías prometido. Es claro que Mateo tenía delante de sí la traducción griega del Antiguo Testamento, denominada “la Septuaginta”. En esta versión hay un texto de Isaías mal traducido. Se habla de una mujer joven, en hebreo ‘almah’ que, en respuesta a una señal divina, concebiría a un niño que se llamaría Emmanuel (Elohim con nosotros).

No se trata de que una virgen concebiría, porque en vez de ‘almah’ debiera aparecer ‘betulah’. Tradujeron almah al griego como ‘parzenos’, que significa virgen. No podía imaginar Mateo la trascendencia de tal mistificación: María concibió y parió a un niño siendo virgen. Y de ahí, hasta llegar a las mil Vírgenes María de hoy.

Mateo se sirvió también del texto de Marcos o, como otros afirman, utilizó sus mismas fuentes, de ahí la incorporación al evangelio de muchos de los mitos de Marcos, adicionando otros propios.

Para reafirmar el mesianismo de Jesús, Mateo se inventa genealogías que otras fuentes contradicen. Son conjuntos de siete generaciones: de Abraham a David, de David hasta el exilio y desde el exilio hasta Jesús.

Lucas. Escribió su evangelio para fieles romanos, muchos de ellos gentiles convertidos, por lo tanto no judíos. Del evangelio de Lucas, Roma sale “necesariamente” bien parada, porque exculpa de la muerte de Jesús a las autoridades romanas. Un ejemplo: mientras en Marcos son soldados romanos los que flagelan a Jesús, en Lucas son esbirros de Herodes.

Aquella confesión de Jesús de “mi reino no es de este mundo” sólo pretende conjurar la sospecha romana de que Jesús conspiraba contra el estado, algo que, paradójicamente, el “títulus” que sí aparece en los cuatro evangelios “Jesus Nazarenus, rex judeorum” sí afirma.

Lucas también tiene presente el evangelio de Marcos, añadiendo datos de su propia cosecha. Mientras Mateo hace a Jesús descendiente de David y su hijo Salomón, Lucas lo hace descender de David y su hijo Natán. Para Mateo el abuelo paterno de Jesús fue Jacob; para Lucas, Elí.

Se presupone que el evangelio de Lucas fue escrito en la década de los 80, ascenso de Domiciano, para aplacar y convencer a las autoridades romanas de que el cristianismo era inofensivo para la sociedad.  

El evangelio de Juan se aparta totalmente de la línea expositiva de los sinópticos. A comienzos del siglo II las inquietudes de los creyentes habían evolucionado influidos por corrientes coetáneas, a veces un tanto esotéricas cercanas al gnosticismo.

Este evangelio es definitivamente contrario a los judíos, enfrentado a ellos, algo que influyó en la mentalidad cristiana futura. Los judíos fueron los que asesinaron a Jesús, también con siniestras consecuencias en veinte siglos de historia cristiana.

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