Lo Peor Está Por Llegar

¿Qué pasará cuando la reforma- reforma llame a las puertas de la Conferencia
Episcopal Española?

Caballos bíblicos, con signos poco menos que apocalípticos recorren en los últimos tiempos los espacios informativos surtiendo, con veracidad y dolor, de argumentos extremadamente negativos, relacionados con la Iglesia católica , en sus más altas esferas. No hay día en el que tomas de posición, o decisiones del Papa Francisco, no justifiquen titulares informativos de interés, con reacciones de parte de las ya removidos, o “removibles”, curiales y adscritos, en los que virtudes a las que aseguraban estar consagrados, aparezcan ahora en términos y contextos de irreligiosidad relevante. Resultan dramáticamente procaces alusiones zoológicas “antropologizadas”, empleadas, como “víboras”, “lobos”. “vulpejas”, “áspides” y otras.

Pero es posible que lo más grave de la situación radique no en lo ya publicado, y por publicar, con referencias explícitas a las antes intangibles instancias de los altos círculos vaticanos. Lo peor está por llegar, cuando, por ejemplo, los esquemas de renovación- refundación “franciscanos” encarnados en el Papa tengan que aplicarse en el ámbito y competencias de la Conferencia Episcopal Española, con suntuosos datos para la archidiócesis de Madrid.

. ¿Cómo es posible que aún en la misma cúspide vaticana y en alguna porción de su entorno, se hayan podido escuchar voces de reforma, y en la de la Conferencia Episcopal Española, presidida por el Cardenal- Arzobispo de Madrid, apenas si se ha percibido alguna señal de disconformidad, con exigencias de profunda y urgente reforma? ¿Es que la Iglesia, -nuestra Iglesia-, no es la Iglesia de Cristo, o esta no vive los sacrosantos misterios de las realidades humanas y divinas?

. ¿Es que la conciencia de revisión, crítica y reforma, inherente a todo organismo e institución, y más si se considera “religiosa”, precisamente por eso, ha de esclavizarse a la autoridad jerárquica, ejercida y mantenida, solo o fundamentalmente, con la fuerza de los cánones, de los “mónitums”, de las descalificaciones y anatemas y los exilios de los emolumentos clericales?

. ¿No están registrados en la nómina de clérigos y laicos algunos “profetas”, conscientes de que las alfombras están para ser levantadas y desempolvadas y el evangelio para ser proclamado como esquema y eslogan de religión y de vida? ¿Qué explicación puede tener el silencio corderil devotamente observado por la mayoría de sacerdotes diocesanos, monjes y monjas y, por supuesto, por cofradías y organizaciones lánguidamente eclesiales, con exacerbada mención para las formadas por miembros del otrora “devoto sexo femenino”?

. ¿En qué proporción y medida los miembros de la jerarquía eclesiástica española pueden llegar a suscitar miedos más graves y “eternos” que los de las administraciones civiles en su ancha y normalmente bien remunerada pluralidad?.

. Presente el esquema-programa que le sirve de base al Papa Francisco para decidir y afrontar la reforma de la Iglesia en el vértice de la misma, ¿qué pasa con la financiación de la Conferencia Episcopal Española? ¿Cuáles son sus compromisos estatales, o para estatales? ¿Cuál es el tipo ideal de obispo, para pastorear hoy la Iglesia en España?. ¿Qué ministerio o ministerios se les reserva hoy a los laicos?.

. ¿Cómo se sienten, y sienten, la Iglesia hoy las mujeres, tras la comprobación del descubrimiento de los nuevos caminos que se les abren en la vida y del comprobado y feliz rendimiento que se abren en tantos quehaceres?

. ¿Qué posibilidades de desarrollarse tiene el ecumenismo en la mente, ejemplos y consideración de los componentes de la Conferencia Episcopal Española?. ¿Cómo viven y “practican” su condición jerárquica, aún sociológicamente., quienes fueron nominados –no elegidos- para ello? ¿Cuáles son los abusos eclesiásticos que demandan ser denunciados, no faltando las pruebas judiciales y canónicas correspondientes?

. A quien esto suscribe le correspondió en su día denunciar públicamente abusos relacionados con las nulidades –“anulaciones”- matrimoniales, dictaminadas por los Tribunales Eclesiásticos, cuando además, y nacional-católicamente, ni siquiera se había pensado en diseñar el anteproyecto de la ley de divorcio, que se aprobaría el siete de julio de 1981.

Son muchos y graves los problemas que precisan ser oreados por la ventisca del Espíritu en la Iglesia española, a ver si de una vez se corrigen y no se llega tan tarde como ocurrió con el Concilio Vaticano II y con el cónclave en el que resultó elegido el Papa Francisco.
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