Jueves santo: la Hora del amor

Jesús nos deja en herencia dos realidades inseparables. Una es la eucaristía. La otra, el signo del lavatorio de los pies, donde queda muy claro que el verdadero poder es el poder del amor.

San José, padre que acoge

La vida espiritual de José no nos muestra una vía que explica, sino una vía que acoge. Este camino nos invita a acoger a los demás, sin exclusiones, tal como son, con preferencia por los débiles.

Vida transfigurada

Lo propio del cristiano no es el pecado. Lo propio del cristiano es la vida, la capacidad de transfigurar todas las situaciones de muerte en situaciones de vida. ¿De qué manera? Transmitiendo amor.

Volver arriba