Jueves santo: la Hora del amor
Jesús nos deja en herencia dos realidades inseparables. Una es la eucaristía. La otra, el signo del lavatorio de los pies, donde queda muy claro que el verdadero poder es el poder del amor.
Jesús nos deja en herencia dos realidades inseparables. Una es la eucaristía. La otra, el signo del lavatorio de los pies, donde queda muy claro que el verdadero poder es el poder del amor.
El sufrimiento de Cristo tiene repercusiones en la carne humana del creyente. Pues el cristiano debe conformarse con la muerte de Cristo. Y siempre falta algo en nuestra carne para que se realice...
El acontecimiento de la Anunciación tiene tal importancia que la Iglesia invita a los creyentes a recordarlo cada día en lo que se conoce como rezo del “ángelus".
La vida espiritual de José no nos muestra una vía que explica, sino una vía que acoge. Este camino nos invita a acoger a los demás, sin exclusiones, tal como son, con preferencia por los débiles.
Lo propio del cristiano no es el pecado. Lo propio del cristiano es la vida, la capacidad de transfigurar todas las situaciones de muerte en situaciones de vida. ¿De qué manera? Transmitiendo amor.