Si mística es encuentro con el misterio de Dios, ¿este encuentro requiere dejar las cosas de este mundo? ¿Para elevarse hacia Dios hay que alejarse de la tierra y abandonar a los seres humanos? Hace tiempo escribí en un post que la mística Catalina de Siena se metió en política: levantando su voz ante políticos y eclesiásticos, instándoles a cambiar sus actitudes; y saliendo a la calle para ocuparse de enfermos contagiosos, a los que nadie quería atender. La santa dominica era una mística, no con los ojos en blanco, olvidadiza de los problemas de su tiempo y de los sufrimientos de los seres humanos, sino una mística con los ojos bien abiertos.
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