Fabrizio Meroni y Anstasio Gil, en PPC 'Laicado y misión': La hora de los laicos está todavía sin llegar

(A. Aradillas).- Tengo la impresión de que los responsables de la distribución de los libros -división comercial- de la editorial PPC cuidarán con esmero y apostolado que este, titulado "Laicado y Misión" se haya hecho ya presente y asequible en todos sus centros y en más.

Aparecen como autores, y coordinadores, Fabrizio Meroni y Anstasio Gil, y recopila y comenta las ponencias dictadas en el Seminario acerca del laicado y misión, celebrado recientemente en Roma, en el "Centro Internacional de Animación Misionera".

En el léxico, preocupación y ocupación de la Iglesia en la actualidad, los términos "laicado" y "misión" alcanzan importancia bastante aproximada a la que deberían haber logrado y practicado permanentemente, y como parte y tarea primordial de la tarea esencial encomendada a la Iglesia. En ella, la teología del laicado está aún en mantillas, y sus posibilidades inmensas permanecen inéditas, con lo que a la Iglesia les faltan caminos y caminantes que los recorran para alcanzar sus sagrados fines de redención, de libertad y de comunión.

Obispos, sacerdotes y laicos en general, son -habrán de ser- lectores obligados del "Laicado y Misión" (304 páginas), con el más elemental convencimiento de su imprescindible -esencial- participación en lo que es y se relaciona con la Iglesia.

En la "Carta-Presentación" del libro, firmada por el papa Francisco, al Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, el cardenal Marc Ouellet, recuerda con santa, limpia y veraz insistencia franciscana, la famosa expresión de que "es la hora de los laicos", añadiendo con segundas y terceras intenciones, "pero pareciera que el reloj se hubiera parado". Sí, esta es la triste e inoperante realidad, con sus consecuentes responsabilidades jerárquicas, más o menos conscientes, teológicas o "teologizadas". La hora de los laicos está todavía sin llegar. En ocasiones, a veces, se la espera, pero nada más. Los laicos son laicos, y la Iglesia es cosa del papa, de obispos, de sacerdotes, de frailes y monjas y de algunos -pocos- grupitos clericales "et ultra".

No obstante, el papa invoca la condición sacramental del bautismo "en el que hunde sus raíces nuestra primera y fundamental consagración", y destaca que "a nadie han bautizado cura y obispo. Nos han bautizado laicos y este es el signo indeleble que nadie podrá eliminar. Nos hace bien recordar que la Iglesia no es una elite de sacerdotes, de los consagrados y de los obispos, sino que todos formamos el santo pueblo fiel de Dios, cuya identidad es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios ...El clericalismo no solo anula la personalidad de los cristianos, sino que tiene una tendencia a disminuir y a desvalorizar la gracia bautismal. El clericalismo lleva a la funcionalidad del laicado, tratándolo como "mandaderos", coarta las distintas iniciativas y esfuerzos y apaga el fuego profético que toda la Iglesia está llamada a testimoniar. El clericalismo se olvida de que la visibilidad y la sacramentalidad de la Iglesia pertenece a todo el pueblo de Dios".

¿Cuántos obispos y clérigos, en general, están de acuerdo, predican y practican estas palabras "franciscanas"? ¿A cuantos habría que jubilar y, en determinados casos, "suspender a divinis" o, al menos, no ascenderlos en las aspiraciones burócratas de sus "carrerismos" eclesiásticos.

Unas preguntas claras y obligadas, para algunas de las cuales tienen correcta y sana respuesta las páginas de este libro, en el que, por supuesto y para bien, no aparecen el "Nihil Obstar" ni el "Imprimatur". "Todo sea para mayor gloria de Dios", que es lo que importa.

Para saber más, pincha aquí:

Volver arriba