Construir un programa político desde el Evangelio. 2

Lc. 6, 42. ¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo", no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.


De cara a las próximas elecciones vamos a seguir asistiendo a los debates políticos en diversos cosos y que consisten fundamentalmente en sacar los defectos del prójimo, en sacarle la brizna del ojo y el ojo entero si llega el caso o la ocasión.

Desde el debate del Estado de la Nación hasta los “cara-cara” pre electorales o las tertulias radiofónicas, todos estos espacios están dedicados a ver la paja en el ojo ajeno.

Y luego los titulares: “oposición acusa al Gobierno …”; “Gobierno recrimina a oposición …”; “El partido X advierte al partido Y …”

En política la autocrítica suele brillar por su ausencia. Lo que sí abundan son los eufemismos: gastos de representación y protocolo, trasvase de fondos y recursos, informes y estudios de viabilidad, … los “yaques” de la política, que por lo general nos cuestan una pasta a los contribuyentes y además no solucionan ninguno de los problemas que preocupan a la población.

El Gobierno nunca comete errores, es la oposición, que no le ha facilitado las cosas para llevar a cabo su programa; La oposición nunca está equivocada, lo que pasa es que como no gobierna no puede demostrar que su idea es la mejor; los partidos que están en la bisagra están libre de pecado, el problema es que gobierno y oposición se alían para no dejarles oportunidad de dar grasa y por eso chirrían; y a los que llegan de nuevos solo se les puede achacar lo que tengan de garbanzos negros en sus filas.

Non solum sed etiam

El versículo de Lucas podría tener hoy una interpretación más moderna si decimos que es una invitación a desarrollar un DAFO, individual y colectivo, que nos permita tener una imagen nítida de nosotros mismos y nuestro entorno, y así estar mejor preparados para ayudar a los demás.

El mismo evangelista en Lc. 15, 7 pone en palabras de Jesús de Nazaret: “Os digo que de la misma manera, habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento.” Pues si esto sucede en el Cielo, no menos deberíamos alegarnos en la Tierra por un político, y más si es un grupo, que reconoce sus errores, los afronta y muestra su disposición para subsanar lo que sea posible. En definitiva que empieza por quitarse la viga del ojo. Poco antes del versículo de la viga en el ojo, Jesús se pregunta, y nos traslada la cuestión, de si es posible que “un ciego guíe a otro ciego”. Esto explicaría muy probablemente cómo se llega a caer en pozo de la crisis económica, en el socavón de la pérdida de valores humanos, o en la zanja de la intolerancia.

Imaginemos cómo sería una sociedad en la que políticos y ciudadanos todos hiciésemos el ejercicio de, bien solos mirándonos en un espejo o bien con ayuda de un prójimo, sacarnos la viga del ojo para empezar viendo las cosas con mayor nitidez. Aplicar el Evangelio como programa político sería radical hasta para los más radicales, pero entre lo que hoy tenemos y la Utopía del Evangelio hay “pueblos en medio” por los que bien podría venirnos pasar.
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