. Es lo que nos narra hoy el Evangelio. Cuando el padre de aquella niña se echó a sus pies, el Maestro, lleno de compasión le acompañó a su casa. Le dijo que estaba gravísima, pero en el tiempo que le costó llegar, había muerto.
2.- A pesar de todo, Jesús pidió fe. Calmó a la gente que lloraba. Les dijo: “La niña no está muerta, está dormida”. Algunos por lo bajo se reían. ¡Si, dormida, bien muerta que está!
3.- Entonces el Señor la tomó de la mano y le dijo: “Contigo hablo, niña, levántate”. Y todos se quedaron admirados.
4.- Para Jesucristo no hay nada imposible. A lo largo de nuestra vida nos ha tocado ver maravillas hechas por la oración, incluso milagros. Pero muchos siempre encuentran subterfugios para dar explicaciones naturales. Vamos a creer en Él y a orar con fe, con mucha fe. Nos escuchará y nos ayudará.
José María Lorenzo Amelibia
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