"El espíritu de un pueblo que sueña en grande. Y este sueño, vestido de azul, se ha cumplido: el Real Oviedo ha ascendido a Primera División, y el Padre Ángel, con su devoción y su alegría desbordante, lo celebra como un regalo divino"
“Ante la Santina de Covadonga a la ocho de la mañana rezando que ascendiera a primera, le dije que ella sabía que eso no era pecado, era un milagro y una bendición”, confesaba el Padre Ángel con esa chispa en los ojos que solo tienen los que creen en lo imposible
El milagro se consumó, y el Tartiere se convirtió en un templo de júbilo. Pero lo más hermoso, como nos cuenta el propio Padre Ángel, fue ese abrazo colectivo en el campo, donde las jerarquías se difuminan y solo queda la fraternidad
Este ascenso del Oviedo, él ve un reflejo de su propia misión: sembrar esperanza donde hay desaliento, encender alegría donde reina la tristeza. “¡Olé Oviedo y viva Asturias!”, exclamaba, y en su voz resonaba el eco de un pueblo que no se rinde