Las cosas claras

Mi último post en "teselas", titulado "discrepando", se ha quedado obsoleto. Ya se ha levantado una corriente intra eclesial, como era de esperar, reaccionando contra esta decisión tan personal, por lo que se ve, del cardenal Sarah. Entre otros el arzobispo de Wetsminster ha reaccionado recordando a sus sacerdotes que ésa no es la norma en vigor en la iglesia católica, según la instrucción General del Misal Romano.
El arzobispo de Westminster afirma que "la orientación hacia la asamblea parece mucho más conveniente en tanto que hace la comunicación más fácil"
El padre Lombardi, en una de sus últimas intervenciones como portavoz de la santa Sede, ha dicho que "No hay ninguna directiva litúrgica nueva prevista para este Adviento, como algunos han inferido de las palabras del cardenal Sarah"
La forma de la misa actual es la que vieron más adecuada los padres del Concilio Vaticano II y ésta debe ser la actual mientras no haya una instrucción más clara y decisiva de la santa Sede, sin menospreciar la forma especial aprobada por el papa para atraer a los grupos más ultraconservadores que concede esa forma una excesiva importancia.
En el fondo subyace la tentación, que siempre hay en la iglesia de retroceder a tiempos más solemnes y grandiosos, como si la razón de la crisis actual que padece fuera solamente una cuestión de formas.
Nos cuesta entender que la vida es dinámica, que todo cambia por empuje del mismo Espíritu y la iglesia debe acompañar también estos cambios y saber encarnarse en la realidad presente que es la única que existe. La mirada atrás, como la del pueblo de Israel a Egipto, buscando la seguridad de las ollas de carne, no puede ser un argumento en la iglesia de hoy para negarnos al progreso, avanzar con los tiempos presentes y hacer realidad aquí y ahora el reto del evangelio.
Y si hay que volver, volvamos a Jesús de Nazaret, a su estilo de vida sencillo y encarnado que no tenía "ni donde reclinar la cabeza".
También en la iglesia deberían asumirse las consecuencias de haber levantado un rumor inapropiado y, al menos, pedir perdón o retractarse de lo dicho para evitar que la confusión pueda seguir creciendo. No sea que estemos exigiendo a los de fuera lo que nosotros no estamos dispuestos a practicar dentro. ¡Las cosas claras!
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