#sentipensares Descubriéndote en lo cotidiano

Esto que vivimos, se parece mucho a lo que vivían las primeras comunidades cristianas, Hch 4, 32b

Descubriéndote

Pasamos largos ratos con mis hermanos pensando ¿cómo vender la uva a mejor precio? Y es que hay días que el kilo vale 700 pesos y los insumos son costosos. Para mantener un cultivo se gasta mucho, hay trabajadores a quienes no se les puede decir: es que la uva bajo de precio, le voy a pagar menos o al del almacén, nos da los abonos, venenos y materiales del cultivo más económicos. Imposible. Lograr un buen precio y quien la compre es una lotería, de lo contrario, se deja en el cultivo y aunque se deleitan los pajaritos, la verdad es que la cosecha se da por perdida. 

Alguna vez nos hemos preguntado ¿Qué hay detrás de los productos que compramos cada vez más fácil y queremos a más bajo precio?

Nuestra jornada inicia muy temprano, mi papá va al ordeño, mi mamá prepara los alimentos, mis hermanos llevan a sus hijos a la escuela y luego como un ritual hermoso, nos encontramos todos alrededor de la mesa para tomar chocolate con pancito. Aquí nos ponemos al día con lo que será la jornada, cada uno cuenta cómo está, qué planes tiene y si necesita apoyo, los que están lejos llaman o dejan su mensaje en el grupo de la familia, si alguno está enfermo, mi mami ya tiene las plantas medicinales listas para cada dolencia. Luego nos vamos a trabajar. 

Voy a prender candela y mi hermano va picando la leña, mi cuñada me ayuda a entrarla y luego barre la casa, mi hermanita trapea. Dejamos a mi mami con fogón prendido, olla puesta y leña disponible. Además, con la recomendación de enviarnos el almuercito y recoger los niños cuando salgan de la escuela…

Decidimos vender parte de la uva en bandeja y se organizó todo, ahora hay que buscar quién nos la compre, entonces vamos con mi hermanita a ofrecer el producto a los dueños de los miradores, quienes nos piden unas cuantas bandejas para el fin de semana, salimos felices y pasamos por el Santísimo a agradecer. Luego llegamos al cultivo, hoy parece que estamos solos, pues las personas que nos ayudan normalmente están ocupadas en otros cultivos, sin embargo, les damos una llamadita, y nos dicen que, al terminar allá, pasan para apoyarnos, le damos gracias a Dios y avanzamos con la tarea. 

Después, de coger parte de la uva en un hermoso sol, llega la lluvia y a correr, hay que recoger las canastillas e impedir que se mojen, son pesadas y las mujeres llevamos una canastilla entre dos. Contamos solo con un joven y nos toca darlo todo… Logramos tapar la uva y esperamos a que pase la lluvia, regresamos y continuamos llenando las canastillas, van 25 y aún hay mucha uva, entonces vamos por más con mi hermana, el trayecto es largo y la carretera está en mal estado, la lluvia hace que el pantano se apodere del espacio y es difícil entrar en carro. Bueno, es más difícil cargar la uva, entonces llamamos a mi papá, por un lado, a darle la buena noticia de que vamos a coger otras 15 canastillas y por el otro a pedir refuerzos, pues ya estamos muy cansadas y no podemos cargar las 40 canastillas todo el trayecto. Gracias a Dios mi papá se regresa de donde está y nos envía un trabajador para que saque las canastillas en la moto. 

Cuando llega mi papá, son las 4:30 de la tarde, el camino se ve un poco seco y la camioneta tiene doble, entonces mi papá se arriesga y entra hasta el lote, pero justo en ese instante, al reversar, la camioneta se desliza y él decide cargarla, para que el peso ayude… ya hemos sacado 8 en la moto, un vecino pasa y le dice a mi hermana que si quiere él se las lleva hasta la casa, ¡maravilloso!

Pero ahora, el peso de las canastillas hizo que la camioneta de mi papá se enterrara y necesitamos ayuda, llamamos a los vecinos y ellos acuden para colaborar, después de un rato empujando e intentando, mi papá dice que nos tocó al hombro y empezamos el desfile, cada uno, hasta los niños nos ayudan. 

La flaca estuvo en la mañana, nos ayudó una hora y se fue, porque trabajaba en la tarde, al salir de su jornada, vio una llamada de mi hermana y se dio cuenta que estábamos todavía en el lote y que además nos tocó sacar las uvitas al hombro, entonces cogió su moto y se fue a ayudarnos, Cristian baja de su trabajo y se une a esta tarea (me recordó al Cirineo Mt 27,32) . Llamamos a Lucho y él carga en su camioneta las canastillas para llevarlas al camión. 

Parece que la jornada está terminando y gracias a Dios logramos entregar la uva y sacarla bien, pues, aunque es hermosa y de buena calidad, si se estropea un poco en todo este proceso, ya la pagan más barata, pues la calidad baja. 

Con la noche llega el cansancio, vamos primero a la casa de mi hermanita, ella nos prepara juguito rápido, finalmente, estamos en la casa de mis papás, son las 7:00 pm y la mayor alegría al abrir la puerta es ver a mi mami lista con las plantas medicinales para que nos demos un buen baño con agua calientica antes de cenar y ver un hermoso mensaje de buenas noches, pue no hemos tenido tiempo de hablar con Lore hoy… compartimos un rato, ayudamos a los niños con las tareas y después a dormir…

Pienso que no somos los únicos que vivimos esta clase de experiencia, la mayoría de campesinos pasan por mil tropiezos, luchando para cultivar y vender sus productos y en medio de eso que llamamos graciosamente un día salvaje, también hay espacio para la reflexión, por eso, antes de dormir, quise escribir estas palabras, ahora son las 9:22 pm

Esto que vivimos, se parece mucho a lo que vivían las primeras comunidades cristianas, Hch 4, 32b: Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo lo tenían en común… 4, 34a: no había entre ellos ningún necesitado… Pues así lo viví hoy y se repite constantemente, en las diferentes circunstancias. Ver llegar a las personas a ayudarnos, ellos nos prestan sus palas, nos ofrecen sus plásticos para que no se moje la uva, en sus motos nos ayudan a sacar las canastillas, nos llevan agua, mi mami nos envía la comida, Aun con dolor en sus piernas doña Luz Mar nos ha ayudado, con sus zapatos limpios doña Rosmira desafía el barro, Isabela es pequeña y ayuda con energía, los vecinos están atentos hasta que todo ha terminado. 

La verdad, al final uno hasta olvida el cansancio y solo queda agradecer, por tantas bendiciones recibidas. 

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