#8M2023 ENTRE LÁGRIMAS Y JÚBILO, LA LIBERTAD

Lo notorio fue, que había vivido como si yo no existiera

#Sentipensares

Durante mis primeras cinco décadas, jamás me cuestioné qué era ser mujer. Pero a todos se nos llega la hora, y llegó el momento en que reflexionando, me di cuenta que si en ese tiempo muriera, llegaría con las manos vacías ante mi Creador, cuando me preguntara, enséñame lo que hiciste por y para ti.

Cuando compartí esta reflexión con una gran amiga, ella me dijo: ¡No es así, y empezó a numerar varias acciones, ciertas realmente que había realizado. Pero ninguna era por mí, todas eran en favor de otros.

De ninguna manera estaba arrepentida, pero lo notorio fue, que había vivido como si yo no existiera. Sentí una conmoción tan intensa que sacudió mi ser, ocasionando sensaciones tan olvidadas, que en algunos momentos parecía que estaba frente a una desconocida que vivía en mí.

En ese marasmo de emociones, a veces me revelaba y protegiéndome, quería permanecer como antes. Uno de los motivos que más me orillaban a volver al pasado, era porque así había estado bien. Si, ¿bien para quién, para los demás respetándome a mí misma, tomándome en cuenta, aceptándome, observando mis necesidades? ¡Pues no!

Había vivido en el mundo patriarcal sin saber el concepto. Había sufrido el rechazo de algunos hombres misóginos que interpelándome; me habían ridiculizado por ser inteligente, creativa e independiente. Empero lo más confuso para mí, proviniendo de varones de mi círculo de convivencia muy cercanos.

Habiendo en su momento creado en mí, confusión y tristeza. No obstante, con el carácter decidido e interpelador que fui desarrollando desde pequeña, me sacudía esos sentimientos y esforzándome proseguía en la vida. Cuestionando el porqué de ese trato recibido. Sin entender, que una mujer que se saliera de los moldes culturales establecidos, era aceptada por muy pocos.

Era evidente que al realizar tareas intelectuales a la par que mis compañeros de estudios, luego laborales, tanto en el medio profesional como parroquial, era bienvenido mi trabajo, pero mi ser, no aceptado del todo. Estaba bien que trabajara incesantemente, pero cuando había que presentar proyectos y trabajos concluidos, era mejor ser lo menos vista y reconocida posible. En esos lapsos era cuando rebelándome, me ponía a la par de cualquiera, porque me sustentaba mi trabajo y mi capacidad. Sin dejar pasar por alto, mi constante necesidad de conocimiento, que me permitía aprender del otro, fuera quien fuera, para empoderarme.

Como desde muy pequeña, precisando mejor desde que iba a nacer, tuve que luchar por sobrevivir, pues me acostumbré a ello. Ya que tanto, de algunos varones como de mujeres las descalificaciones provenían.

Lo que descubrí después de empezar a salir de ese marasmo en mi década de los cincuenta, era que el ambiente patriarcal, machista y misógino se impregna hasta los huesos tanto en mujeres como en hombres. Por lo que, al empezar a reconocer tales conductas no solo las pude comprender sino hacerlas a un lado sin ocasionarme sentimientos inadecuados. Sí, esa conciencia, me llevó a comprender el porqué de esos comportamientos, aunque realmente el camino más difícil, apenas estaba por comenzar.

Quién era yo, qué quería, qué necesitaba, cómo y para qué, y mucho más. Tantos cuestionamientos que solo mi capacidad resiliente, sin saber aún el significado de la palabra, me permitiría no ahogarme en la confusión y asombro que era acerca de mi auto descubrimiento en creciente, de manera paulatina. Solo pude transitar y emerger en este tiempo que parecía un torbellino, gracias a la fuerza del Espíritu Santo y a las enseñanzas recibidas de mi Mam, que me dio a partir de mi concepción hasta su regreso a la casa del Padre Celestial, cuando yo tenía 52 años.

En este camino de autoconocimiento tengo transitando unos tres lustros, siendo mi presente empujado por un ímpetu abrazador de varias formas. Una, por el fervor que ha creado al reconocerme como la mujer esplendorosa que soy, otra, por la forma en que percibo mis capacidades y mis limitaciones que me llevan a una consciencia plena de mi realidad. Alguna más, por la posibilidad que encuentro para poder expresarme y auto conocerme. En fin, el camino de mi ser en el mundo me permite no solo comprenderme, aceptarme y esforzarme por mis anhelos, sino tener una convivencia más estable con mis semejantes y conmigo misma. Y aunque sigo tomando de la mano a los que me rodean, no dejó de percibirme y seguir caminando en mi auto descubrimiento.

He aprendido a amarme con mis luces y sombras, y a seguir sonriendo indistintamente en cual me encuentre, conquistando mi libertad.

Volver arriba