Kenia


Cuando una noticia es interesante los medios de comunicación no dudan en difundirla a lo largo y ancho del planeta con la mayor brevedad posible, pero cuando no es así, parece que sólo basta una pequeña reseña en algún lugar de un periódico.
Este es el caso de Kenia (África). Por unos momentos parémonos y volvamos la mirada al mes de diciembre cuando no parábamos de escuchar villancicos como: “Noche de Paz”; o cantar “Paz en la tierra”... Por aquel entonces había un rincón en África donde lo único que se escuchaba era el sonido de las ametralladoras en matanzas indiscriminadas…
Las elecciones de aquel final de diciembre dejaron más de mil muertos, obligando a cientos de miles de personas a abandonar sus hogares: hombres y mujeres, niños, ancianos y jóvenes dejando su vida para salir huyendo casi con lo puesto… dos meses después aún hay hermanos nuestros que malviven en situaciones infrahumanas, con frío, lluvia y con apenas la poca comida que les puede llegar, intentando hacer frente a los problemas humanitarios que la crisis ha producido, añadiendo a esto, saqueos de negocios y robos dando lugar a un aumento de precios en los productos de primera necesidad.
Cientos de personas siguen llegando a la ciudad en busca de refugio. No quieren volver a sus aldeas por miedo a nuevos actos de violencia o venganza…
En medio de todo, esperan la mediación de Kofi Annán por encargo de la Unión Africana. Pero mientras ellos deciden qué hacer y siguen discutiendo alrededor de grandes mesas, con calefacción y comida, nuestros hermanos siguen muriendo de hambre, enfermedades y frío…
Considerando esto, me pregunto: ¿qué nos está pasando? ¿Nos hemos acostumbrado a recibir constantemente malas noticias y tenemos cambiado el chip? Es difícil mantener la mirada frente a estas personas mientras extienden su mano pidiendo algo para comer. Entre tanto, nosotros, sólo nos preocupamos de tener y tener cada día más…
No nos vendría mal dejar por un momento la vorágine de la vida mientras recordamos una bella frase de S. Juan de la cruz: “Al atardecer de la vida, me examinaran del amor…”.
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