"Italia es un país de inmensa riqueza, a menudo humilde y oculta" El Papa, desde el Quirinal, agradece "la asistencia que este país ofrece con gran generosidad a los migrantes, que cada vez más llaman a sus puertas"

"Como Obispo de Roma y Primado de Italia, para mí es significativo renovar, con esta visita, el fuerte vínculo que une la Sede de Pedro al Pueblo italiano, que Usted representa"
"Me complace especialmente manifestar mi agradecimiento por el esfuerzo realizado a diversos niveles con motivo del fallecimiento de mi venerado predecesor, el papa Francisco. Precisamente aquí, en el Quirinal, él había dicho: «Mis raíces están en este país»"
"Renuevo mi ferviente llamamiento para que se siga trabajando por restablecer la paz en todas las partes del mundo y para que se cultiven y promuevan cada vez más los principios de justicia, equidad y cooperación entre los pueblos, que son su base indispensable"
"El compromiso común que el Estado italiano y la Santa Sede siempre han mantenido y siguen manteniendo en favor del multilateralismo"
"Nos preparamos para celebrar, el próximo año, un importante aniversario: el octavo centenario de la muerte de San Francisco de Asís, patrón de Italia, el 3 de octubre de 1226. Esto nos brinda la oportunidad de poner énfasis en la urgente cuestión del cuidado de la «casa común»"
"Renuevo mi ferviente llamamiento para que se siga trabajando por restablecer la paz en todas las partes del mundo y para que se cultiven y promuevan cada vez más los principios de justicia, equidad y cooperación entre los pueblos, que son su base indispensable"
"El compromiso común que el Estado italiano y la Santa Sede siempre han mantenido y siguen manteniendo en favor del multilateralismo"
"Nos preparamos para celebrar, el próximo año, un importante aniversario: el octavo centenario de la muerte de San Francisco de Asís, patrón de Italia, el 3 de octubre de 1226. Esto nos brinda la oportunidad de poner énfasis en la urgente cuestión del cuidado de la «casa común»"
"Nos preparamos para celebrar, el próximo año, un importante aniversario: el octavo centenario de la muerte de San Francisco de Asís, patrón de Italia, el 3 de octubre de 1226. Esto nos brinda la oportunidad de poner énfasis en la urgente cuestión del cuidado de la «casa común»"
León XIV, siguiendo la huella de sus predecesores, visita al presidente italiano en el Quirinal, donde pronuncia un discurso: "Como Obispo de Roma y Primado de Italia, para mí es significativo renovar, con esta visita, el fuerte vínculo que une la Sede de Pedro al Pueblo italiano, que Usted representa".
El Papa alaba "la historia de esta península y en la larga tradición religiosa y cultural de este país", recuerda al Papa Francisco, que "precisamente aquí, en el Quirinal, él había dicho: 'Mis raíces están en este país'" y agradece "la cálida acogida y la eficiente organización que Italia ha brindado durante meses, a lo largo del Año Jubilar", asi como "la asistencia que este país ofrece con gran generosidad a los migrantes, que cada vez más llaman a sus puertas".
Y León XIV se despide en su discurso con un clara alabanza al país: "Italia es un país de inmensa riqueza, a menudo humilde y oculta, y que por eso a veces necesita ser descubierta y redescubierta. Esta es la hermosa aventura en la que animo a todos los italianos a embarcarse, para sacar esperanza y afrontar con confianza los retos presentes y futuros. Gracias".
El actual Palacio del Quirinal, hoy sede de la Presidencia de la República, fue construido en el siglo XVI y durante más de tres siglos fue una de las principales residencias de los papas. En él vivieron más de treinta pontífices y, hasta 1870, fue la sede estival del papado. Tras la toma de Roma y la anexión del Estado Pontificio al Reino de Italia, el palacio se convirtió en residencia real y, desde 1946, en sede del Presidente de la República.
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Discurso del Santo Padre León XIV en la Visita al Presidente de la República Italiana
Palacio del Quirinal, 14 de octubre de 2025
Señor Presidente,
Le agradezco por las amables palabras que me ha dirigido y por la invitación a venir aquí, al Quirinal, Palacio al que están tan vinculadas la historia de la Iglesia Católica y la memoria de numerosos Pontífices.
Como Obispo de Roma y Primado de Italia, para mí es significativo renovar, con esta visita, el fuerte vínculo que une la Sede de Pedro al Pueblo italiano, que Usted representa, en el marco de las cordiales relaciones bilaterales que existen entre Italia y la Santa Sede, establemente basadas en sincera amistad y efectiva colaboración mutua.
Se trata, además, de una feliz unión que tiene sus raíces en la historia de esta península y en la larga tradición religiosa y cultural de este país. Podemos ver sus huellas, por ejemplo, en las innumerables iglesias y campanarios que salpican el territorio, a menudo auténticos tesoros de arte y devoción, en los que la creatividad innata de este pueblo, unida a su fe genuina y sólida, nos ha legado el testimonio de tanta belleza: artística, sin duda, pero sobre todo moral y humana.
Aprovecho la ocasión de nuestro encuentro para expresar la viva gratitud de la Santa Sede por lo que las autoridades italianas han hecho y siguen haciendo con motivo de diversos y exigentes acontecimientos eclesiales con centro de gravedad en Roma y resonancia universal.
🇮🇹🇻🇦 +++#PapaLeoneXIV arrivato al #Quirinale+++
— Tv2000.it (@TV2000it) October 14, 2025
👉Ad accoglierlo nel Cortile d'Onore il Presidente della Repubblica, Sergio #Mattarella.
🔹L' automobile con a bordo il #Pontefice ha varcato il Portone Principale scortata da un drappello di Corazzieri a cavallo.
🔹Appena giunta… pic.twitter.com/ulcf6b6C5x
Me complace especialmente manifestar mi agradecimiento por el esfuerzo realizado a diversos niveles con motivo del fallecimiento de mi venerado predecesor, el papa Francisco. Precisamente aquí, en el Quirinal, él había dicho: «Mis raíces están en este país» (Discurso en la visita oficial al presidente de la República Italiana, 10 de junio de 2017), y sin duda su amor por la tierra y el pueblo italianos encontró en aquellos días una respuesta conmovedora y cálida, que se manifestó también en el gran y prudente compromiso asumido durante el posterior cónclave para la elección del nuevo pontífice.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a usted, señor Presidente, y a todo el país por la cálida acogida y la eficiente organización que Italia ha brindado durante meses, a lo largo del Año Jubilar, en diversos aspectos: logística, seguridad, disposición y gestión de infraestructuras y servicios, y mucho más—, abriendo sus brazos y mostrando su rostro hospitalario a tantos peregrinos que llegan aquí de todas partes del mundo. La Iglesia universal está celebrando el Jubileo de la esperanza. El Papa Francisco, en la Bula Spes non confundit, con la que lo convocó en mayo de 2024, subrayaba la importancia de «poner atención a todo lo bueno que hay en el mundo para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia.» (n. 7).
Creo que la hermosa sinergia y colaboración que estamos viviendo estos días constituye ya de por sí un signo de esperanza para todos aquellos que con fe vienen a atravesar la Puerta Santa y a rezar sobre las tumbas de Pedro y los Apóstoles.
En pocos años celebraremos el centenario de los Pactos de Letrán. Por ello, me parece oportuno reiterar, a este respecto, la importancia de la distinción recíproca de los ámbitos, a partir de la cual, en un clima de cordial respeto, la Iglesia católica y el Estado italiano colaboran por el bien común, al servicio de la persona humana, cuya dignidad inviolable debe ocupar siempre el primer lugar en los procesos de toma de decisiones y en la acción, a todos los niveles, para el desarrollo social, especialmente para la protección de los más frágiles y necesitados. Con este fin, alabo y aliento el compromiso mutuo de basar toda colaboración a la luz y en pleno respeto del Concordato de 1984.
Como lamentablemente resulta evidente, vivimos tiempos en los que, junto con muchos signos de esperanza, hay numerosas situaciones de grave sufrimiento que hieren a la humanidad a nivel mundial y requieren respuestas urgentes y, al mismo tiempo, con visión de futuro.
El primer compromiso que, a este respecto, deseo recordar es el de la paz. Son numerosas las guerras que devastan nuestro planeta, y al ver las imágenes, leer las noticias, escuchar las voces, encontrarme con las personas que se ven dolorosamente afectadas por ellas, resuenan fuertes y proféticas las palabras de mis predecesores. ¿Cómo no recordar la advertencia tan irrefutable como ignorada de Benedicto XV durante la Primera Guerra Mundial (cf. Carta a los Jefes de los Pueblos beligerantes, 1 de agosto de 1917)? Y, en vísperas de la segunda, la del Venerable Pío XII (cf. Mensaje radiofónico a los gobernantes y a los pueblos ante el inminente peligro de guerra, 24 de agosto de 1939)? Contemplemos los rostros de quienes se ven arrastrados por la ferocidad irracional de quienes planean sin piedad la muerte y la destrucción.
Escuchemos su clamor y recordemos, con el santo papa Juan XXIII, que «todo ser humano es una persona, es decir, una naturaleza dotada de inteligencia y libre voluntad; y, por lo tanto, es sujeto de derechos y deberes que brotan inmediata y simultáneamente de su propia naturaleza: derechos y deberes que son, por lo tanto, universales, inviolables, inalienables» (Carta enc. Pacem in terris, 11 de abril de 1963, 5). Por lo tanto, renuevo mi ferviente llamamiento para que se siga trabajando por restablecer la paz en todas las partes del mundo y para que se cultiven y promuevan cada vez más los principios de justicia, equidad y cooperación entre los pueblos, que son su base indispensable (cf. S. PABLO VI, Mensaje para la celebración de la I Jornada de la Paz, 1 de enero de 1968).
En este sentido, expreso mi agradecimiento por el compromiso del Gobierno italiano en favor de tantas situaciones de dificultad relacionadas con la guerra y la miseria, en particular con respecto a los niños de Gaza, también en colaboración con el Hospital Bambino Gesù. Se trata de contribuciones importantes y eficaces para la construcción de una convivencia digna, pacífica y próspera para todos los miembros de la familia humana.

A tal fin, sin duda contribuye el compromiso común que el Estado italiano y la Santa Sede siempre han mantenido y siguen manteniendo en favor del multilateralismo. Se trata de un valor muy importante. Los complejos desafíos de nuestro tiempo hacen que sea más necesario que nunca buscar y adoptar soluciones compartidas. Por lo tanto, es indispensable implementar dinámicas y procesos, recordando sus objetivos originales, destinados principalmente a resolver conflictos y favorecer el desarrollo (cf. FRANCISCO, Carta enc. Fratelli tutti, 3 de octubre de 2020, 172), promoviendo lenguajes transparentes y evitando ambigüedades que puedan provocar divisiones (cf. ID., Discurso a los miembros del Cuerpo Diplomático, 9 de enero de 2025).
Nos preparamos para celebrar, el próximo año, un importante aniversario: el octavo centenario de la muerte de San Francisco de Asís, patrón de Italia, el 3 de octubre de 1226. Esto nos brinda la oportunidad de poner énfasis en la urgente cuestión del cuidado de la «casa común». San Francisco nos enseñó a alabar al Creador respetando a todas las criaturas, lanzando su mensaje desde el «corazón geográfico» de la península y haciéndolo llegar, gracias a la belleza de sus escritos y al testimonio suyo y de sus frailes, a través de las generaciones hasta nosotros. Por eso, creo que Italia ha recibido de manera especial la misión de transmitir a los pueblos la cultura que reconoce a la tierra « como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos» (FRANCISCO, Carta enc. Laudato si’, 1).
En las últimas décadas, lamentablemente, in Europa como sabemos a un notable descenso de la natalidad. Esto requiere un compromiso para promover decisiones a distintos niveles en favor de la familia, apoyando sus esfuerzos, promoviendo sus valores y protegiendo sus necesidades y derechos. «Padre», «madre», «hijo», «hija», «abuelo», «abuela» son, en la tradición italiana, palabras que expresan y suscitan naturalmente sentimientos de amor, respeto y dedicación, a veces heroica, al bien de la comunidad doméstica y, por lo tanto, al de toda la sociedad. En particular, me gustaría subrayar la importancia de garantizar a todas las familias el apoyo indispensable de un trabajo digno, en condiciones justas y atendiendo a las necesidades relacionadas con la maternidad y la paternidad. Hagamos todo lo posible para dar confianza a las familias, especialmente a las jóvenes, para que puedan mirar con serenidad hacia el futuro y crecer en armonía.
En este contexto, reviste una importancia fundamental, a todos los niveles, el respeto y la protección de la vida, en todas sus etapas, desde la concepción hasta la vejez, hasta el momento de la muerte (cf. FRANCISCO, Discurso a la Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia para la Vida, 27 de septiembre de 2021). Espero que siga creciendo esta sensibilidad, también en lo que se refiere a la accesibilidad a la atención médica y a los medicamentos, según las necesidades de cada uno.

Expreso mi gratitud por la asistencia que este país ofrece con gran generosidad a los migrantes, que cada vez más llaman a sus puertas, así como por su compromiso en la lucha contra la trata de personas. Se trata de retos complejos de nuestro tiempo, ante los cuales Italia nunca ha dado un paso atrás. Animo a mantener siempre viva la actitud de apertura y solidaridad. Al mismo tiempo, quisiera recordar la importancia de una integración constructiva de quienes llegan a los valores y tradiciones de la sociedad italiana, para que el don recíproco que se realiza en este encuentro de pueblos sea verdaderamente para el enriquecimiento y el bien de todos. A este respecto, subrayo lo valioso que es para cada uno amar y comunicar su propia historia y cultura, con sus signos y expresiones: cuanto más se reconoce y se ama serenamente lo que se es, más fácil es encontrar e integrar al otro sin miedo y con el corazón abierto.
A este respecto, existe actualmente una cierta tendencia a no apreciar lo suficiente, a distintos niveles, los modelos y valores madurados a lo largo de los siglos que marcan nuestra identidad cultural, llegando incluso a veces a pretender borrar su relevancia histórica y humana. No menospreciemos lo que nuestros padres han vivido y nos han transmitido, incluso a costa de grandes sacrificios. No nos dejemos fascinar por modelos masificadores y fluidos, que solo promueven una apariencia de libertad, para luego hacer a las personas dependientes de formas de control como las modas del momento, las estrategias comerciales u otras (cf. CARD. JOSEPH RATZINGER, Homilía en la Misa pro eligendo Romano Pontifice, 18 de abril de 2005). Tener presente la memoria de quienes nos han precedido, atesorar las tradiciones que nos han llevado a ser lo que somos, es importante para mirar al presente y al futuro con conciencia, serenidad, responsabilidad y sentido de la perspectiva.
Señor Presidente, a usted y, en usted, a todo el pueblo italiano, quiero expresarles, para concluir, mis más sinceros deseos de todo lo mejor. Italia es un país de inmensa riqueza, a menudo humilde y oculta, y que por eso a veces necesita ser descubierta y redescubierta. Esta es la hermosa aventura en la que animo a todos los italianos a embarcarse, para sacar esperanza y afrontar con confianza los retos presentes y futuros. Gracias.