"La historia de la humanidad no puede terminar mal. Dios no puede fracasar" Fernando Bermúdez: "Hemos entrado en un proceso de deshumanización, en el cual los grandes perdedores son los pobres"

Fernando Bermúdez
Fernando Bermúdez

"La ética es la brújula moral que nos indica el camino hacia la humanización de este mundo. Y la política es el instrumento para la organización de la vida de la sociedad, buscando que se haga justicia a las personas más vulnerables. El mundo no puede funcionar sin la política"

"Una misión fundamental de las religiones es la contribución a la humanización de este mundo"

"Siento como una urgente necesidad y un gran reto que las diócesis y las parroquias asuman como una prioridad la formación ético-social tal como está recogida en las encíclicas de los Papas"

"Este mundo necesita un cambio profundo de la conciencia humana y de las estructuras sociales, económicas y políticas. Ya lo decía el papa Francisco y algunos políticos como Mahatma Gandhi, Nelson Mandela y José Múgica, entre otros"

Fernando Bermúdez López (Alguazas, Murcia, 1943) acaba de publicar 'Ética en la política. Para humanizar este mundo' (Tirant Editorial), un libro motivado por "la crisis de humanidad" que está viviendo el mundo y España en busca de una "regeneración ética en la acción política". Por eso, escribe el libro "con dolor y esperanza. El dolor y el llanto de tantos niños y niñas y de tantos hombre y mujeres masacrados en la Franja de Gaza no deja de golpearnos la conciencia".

A su juicio, "hemos entrado en un proceso de deshumanización, en el cual los grandes perdedores son los pobres" y, para revertir ese proceso, necesitamos "la ética que es la brújula moral" y la política como "instrumento de organización social". En este sentido, el autor asegura que "una misión fundamental de las religiones es la contribución a la humanización de este mundo" y pide a las parroquias que asuman "como una prioridad la formación ético-social", porque, como decía el Papa Francisco "este mundo necesita un cambio profundo de la conciencia humana y de las estructuras sociales, económicas y políticas".

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Fernando Bermúdez
Fernando Bermúdez

¿Qué razones personales y sociales le impulsaron a escribir este libro en este momento concreto de la historia española y mundial?

Me ha motivado escribir este libro la situación de crisis política que vivimos a nivel mundial y, concretamente en España. Es una crisis de humanidad. Se está perdiendo el sentido noble que encierra la política, que es velar por el bien común. Pretendo con este libro ofrecer un modesto aporte a la regeneración ética en la acción política. Está dirigido no solo a los que desempeñan algún cargo público sino a toda la ciudadanía. Por eso la dedicatoria reza: A las personas y pueblos que sueñan y luchan por un mundo alternativo de justicia, paz y fraternidad.

Deseo dejar claro que no milito en ningún partido político. Sólo busco, desde mi opción por la humanidad sufriente y mi compromiso en organizaciones sociales de base, el triunfo de la verdad y la justicia sobre aquellas estructuras injustas e inhumanas. Este es el sentido de la política: humanizar este mundo.

En su diagnóstico, ¿cuáles son las principales causas de la polarización política y social y cómo afectan al bien común?

Considero como una de las principales causas de la polarización la falta de respeto al diferente, manifestada en insultos y mentiras lanzadas por políticos de algunos partidos. Todo ello genera una letanía de bulos en las redes sociales que anulan la capacidad de reflexión y de análisis crítico en la población.  A la democracia se le llama dictadura y a la dictadura se le llama seguridad nacional. Existen intereses en distorsionar deliberadamente la realidad para manipular creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública. Una mentira dicha mil veces termina asimilándose como verdad. 

La polarización se manifiesta sobre todo en el auge del fundamentalismo ideológico, populista, supremacista, racista, xenófobo, antimigratorio y homófobo. Aparecen actitudes intransigentes y autoritarias, llegando incluso al negacionismo científico. Estas actitudes inciden en la política con una tendencia ideológica extremista de carácter neofascista y neonazi, niegan el cambio climático, atacan a los movimientos feministas y LGTBI y fomentan discursos de odio que desembocan con frecuencia en prácticas violentas. 

Polarización en España

Muchos ciudadanos se han dejado engañar debido al desencanto de la política tradicional. Han perdido el pensamiento crítico y la conciencia del bien común, que es el eje de la buena política. Sin duda, el fundamentalismo se ha fortalecido con la entrada de Trump en el gobierno de Estados Unidos, un megalómano que se considera el presidente el mundo y apoya a los movimientos ultraconservadores. De esta manera hemos entrado en un proceso de deshumanización, en el cual los grandes perdedores son los pobres.

¿Cómo definir la relación entre ética y política, y por qué considera que la política puede y debe humanizar este mundo?

La ética es la brújula moral que nos indica el camino hacia la humanización de este mundo. Y la política es el instrumento para la organización de la vida de la sociedad, buscando que se haga justicia a las personas más vulnerables. El mundo no puede funcionar sin la política. Es el medio por el que en la sociedad existen condiciones para que todos los hombres y mujeres vivan en libertad y a nadie le falte lo necesario para tener una vida digna: trabajo, salario justo, vivienda, salud, educación, seguridad, pensiones… Es por ello que la política no puede funcionar sin la iluminación de la ética. 

El libro denuncia la corrupción y el armamentismo. ¿Qué propone como remedios reales y efectivos para combatir ambas lacras?

Una de las lacras de la sociedad, y concretamente en la política, es la corrupción. Somos testigos de ello en España tanto en el periodo de la dictadura franquista como en la democracia. La corrupción es una epidemia incrustada en casi todas las naciones. Y junto a ella aparece la fiebre del armamentismo, sobre todo impulsada por el actual gobierno de Trump, la intervención de Rusia en Ucrania y la política colonialista de Israel.  ¿Qué remedios proponemos? En primer lugar, el desarrollo de la cultura de la paz y la transparencia, comenzando en los centros educativos. Durante el gobierno de Zapatero, se implementó en España la asignatura “Educación para la ciudadanía” con el objetivo de desarrollar los valores éticos y  crear conciencia transparente y crítica para vivir en sociedad. Pero las fuerzas aliadas al gran capital, es decir, la derecha política, la consideró como un “adoctrinamiento”, y desapareció. Fue un gran error histórico. 

La lucha contra el armamentismo es otro gran reto. Las grandes potencias, como Estados Unidos con la OTAN, Rusia, China, India, Israel… han entrado en una desbordante y peligrosa carrera armamentista y nuclear. Hoy la industria de las armas mueve la economía del planeta. En el mundo se gasta 2.800 billones de dólares, mientras aumenta la desigualdad y el hambre. ¿A dónde nos lleva el incremento del gasto militar? De ahí la necesidad de generar movimientos antiarmamentistas y anti nucleares. En este sentido, la Comisión eclesial Justicia y Paz, Pax Christi, HOAC, los COR, SICSAL-Convida20, Comunidades cristianas, el movimiento de Diálogo Interreligioso, sindicatos  y otras muchas organizaciones convocan a un  frente común contra la industria armamentista. 

Ética en la política

¿Qué valores éticos considera hoy indispensables para la acción política y cómo se pueden cultivar en las sociedades actuales?

Como valores indispensables  considero, en primer lugar, la honestidad y transparencia, la pasión  por la verdad frente a la mentira, el respeto sagrado al diferente, la capacidad de escucha y diálogo, la acogida de personas migrantes y refugiadas que llaman a nuestras puertas, la opción por los pobres y excluidos, la solidaridad con los de cerca y con los de lejos, el sentido de igualdad entre hombre y mujer, la opción por la no violencia y la paz,  la defensa de los derechos humanos y derechos de la naturaleza.

¿Cómo poder cultivar estos valores? Insisto en la importancia del sistema educativo. ¿De qué sirve saber mucha tecnología si no se cultiva los valores éticos y morales? Asimismo, es necesario que los partidos políticos formen a sus militantes en la educación en estos valores humanos. Y que las iglesias y demás confesiones religiosas asuman esta tarea en la formación de sus fieles. Una misión fundamental de las religiones es la contribución a la humanización de este mundo.

En el capítulo sobre la injusta distribución de la riqueza, ¿qué propuestas concretas se presentan para avanzar hacia una economía al servicio de la justicia social?

La situación actual es dramática. Crece la desigualdad. Según Oxfam Internacional el 1% más rico del planeta concentra más riqueza que el 99% restante. Esta realidad imposibilita la democracia. “La desigualdad es la raíz de los conflictos sociales”, decía el papa Francisco. 

El actual sistema anarcocapitalista aumenta la desigualdad, por lo tanto, es necesario un cambio profundo del sistema económico-financiero. Para ello, no vemos otra salida que la concienciación, organización y movilización de los ciudadanos y ciudadanas, particularmente de los jóvenes, para cambiar este sistema de muerte. 

Laudato si y Fratelli tutti
Laudato si y Fratelli tutti

La igualdad no significa uniformidad sino que todos puedan vivir con dignidad. Es decir, se trata de avanzar hacia una nueva sociedad donde todos seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres, de manera que a nadie le falte lo necesario para vivir con dignidad.

Asimismo, es preciso exigir a nuestros gobiernos que el dinero que se invierte en armamento se destine a combatir la desigualdad socioeconómica y la pobreza, tal como señala la Doctrina Social de la Iglesia. Es por eso que siento como una urgente necesidad y un gran reto que las diócesis y las parroquias asuman como una prioridad la formación ético-social tal como está recogida en las encíclicas de los Papas, particularmente en la Pacem in Terris (Juan XXIII), Populorum progressio (Pablo VI), Laborem Exercens (Juan Pablo II), la Fratelli Tutti (Francisco) y la Gaudium et spes (Concilio Vaticano II). 

¿Cómo aborda la cuestión del respeto a los derechos humanos en el contexto de la falta de sensibilidad ante la humanidad sufriente?

El primer y fundamental derecho humano es el derecho a la vida, y a una vida digna (Artículo 3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos). Esto implica el derecho a la alimentación, trabajo, salario digno, educación, salud, vivienda, pensiones…, en un clima de libertad y respeto. Y para garantizar estos derechos son necesarios los impuestos. Los derechos de la persona, hombre y mujer por igual, deben estar en armonía con los derechos de los demás, particularmente de los más vulnerables y necesitados. 

 Hay mucha gente en el mundo, sobre todo en el Sur global, que sufre hambre y abandono. Sin embargo, en el Norte global abunda la riqueza y mucha gente permanece indiferente ante el sufrimiento humano. En este libro hago un llamamiento a la toma de conciencia de que no se puede vivir indiferentes a lo que ocurre en el mundo. Un hombre o mujer que permanece indiferente ante la humanidad sufriente no merece llamarse humano.  Este mundo necesita un cambio profundo de la conciencia humana y de las estructuras sociales, económicas y políticas. Ya lo decía el papa Francisco y algunos políticos como Mahatma Gandhi, Nelson Mandela y José Múgica, entre otros.  

Pepe Mujica y el padre Ángel
Pepe Mujica y el padre Ángel

¿Cree usted que la falta de ética en la vida política española es un reflejo del deterioro de nuestros valores sociales o viceversa?

Efectivamente. Siento que la crisis política que vivimos en España obedece, en gran medida, a una decadencia de valores éticos y sociales. Y que esta decadencia de valores es, asimismo, expresión de la falta de ética en la política. Como señalé anteriormente, los insultos, la irritabilidad, la descalificación irracional hacia el adversario que escuchamos en algunos políticos y políticas en el Congreso de los Diputados y en algunas asambleas de Comunidades Autónomas, contribuyen a la degradación de los valores éticos. Para muchos la política se ha convertido en un modus vivendi. Se ha olvidado que la acción política no es un fin en sí misma sino un instrumento para organizar la sociedad, de manera que todos los ciudadanos y ciudadanas, sin discriminación,  tengan cubiertas sus necesidades básicas. 

De ahí  la apremiante necesidad de implementar la formación  en valores éticos, comunitarios y ecológicos, frente al egoísmo colectivo del sistema dominante, sobre todo el respeto a la vida tanto humana como de la naturaleza.

El último capítulo plantea los retos para humanizar el mundo. ¿Cuáles destacan como más urgentes y factibles, y qué papel corresponde a la ciudadanía activa?

Los políticos son elegidos por los ciudadanos. Si encontramos políticos corruptos y sin ética es un indicador de que en la sociedad falta formación ética y conciencia crítica y social para saber elegir. De ahí la necesidad de dejar de lado el fanatismo partidista y centrarse más en la reconstrucción de un humanismo ético, destacando la justicia social, la solidaridad con la humanidad sufriente, la reconciliación y la fraternidad universal.  Es necesario fortalecer la mística y la utopía, que son la energía que mueven las turbinas del espíritu y nos impulsa a caminar en esperanza hacia un nuevo amanecer, alternativo al capitalismo neoliberal.

Entre los retos para humanizar este mundo señalo: Denunciar todo abuso de poder y corrupción que se perciba en las personalidades políticas. La relativización de los partidos políticos, es decir, no absolutizar la militancia partidista sea de izquierda o de derecha. El diálogo y la negociación como forma de resolución de conflictos, nunca los insultos o la confrontación violenta. Identificar y desenmascarar las noticias falsas  y los bulos.

Emigrantes
Emigrantes

Defender y acoger a los migrantes y refugiados que llaman a nuestras puertas. Fomentar el diálogo intercultural e interreligioso. Rechazar los discursos de odio al diferente y la cultura del miedo. Superar los nacionalismos fanáticos, porque son un veneno que mata el amor. Desarrollar la cultura de la austeridad y de la solidaridad. Priorizar la solidaridad con el pueblo palestino frente a la política colonialista y genocida de Israel.  Contribuir al desarrollo del bien común. Desarrollar la cultura del cuidado como vertebradora de la vida social.  Priorizar lo público por encima de lo privado. Profundizar y sensibilizar  que el clamor de los pobres es también el clamor de la Tierra.

Apoyar el proyecto de la recuperación de la Memoria Histórica, pues las víctimas tienen derecho al esclarecimiento de la verdad, la justicia y la reparación. Fortalecer las políticas que garanticen los derechos de las mujeres. Valorar a las personas mayores frente a una sociedad que concibe a los pensionistas como improductivos. Y finalmente, desarrollar la solidaridad intergeneracional, pensando qué sociedad y qué Tierra dejamos a las generaciones venideras.  

Escribe usted “con dolor y esperanza”. ¿Qué motivos alimentan su esperanza en medio de tantas sombras y cómo anima a quienes todavía sueñan con una nueva humanidad? 

Sí, escribo este libro con dolor y esperanza. El dolor y el llanto de tantos niños y niñas y de tantos hombre y mujeres masacrados en la Franja de Gaza no deja de golpearnos la conciencia. Asimismo, la situación de Sudán, Ucrania, Yemen, el Congo y de otros pueblos del mundo nos golpea el alma. Y me pregunto: ¿dónde está Dios?   

Nunca olvido unas palabras que escuché a Pedro Casaldáliga. Decía: “Nos sentimos como soldados derrotados de una causa invencible”.  Nuestra fe nos reta a ser hombres y mujeres de esperanza.  Hay que cerrar los ojos para ver más allá de lo visible. Hay que hacer silencio interior y revivir la palabra de Cristo Jesús: “Yo soy la vida. Yo soy la luz. Yo he vencido al mundo”. La fe es un imperativo para seguir soñando y luchando por otro mundo más humano y fortalecer la esperanza de que Dios no puede fracasar. La historia es mucho más larga que nuestra existencia. Un signo de esperanza es el movimiento que en todos los rincones del planeta se ha despertado en solidaridad con el pueblo de Palestina. 

Casaldáliga
Casaldáliga

Desde la interioridad del silencio he llegado a presentir que la última palabra sobre la historia no la tiene los poderes de la muerte, sino el Dios que resucitó a Jesús. La historia de la humanidad no puede terminar mal. Dios no puede fracasar. Tengo esperanza que de las cenizas de este mundo actual renacerá una nueva Humanidad con conciencia planetaria de fraternidad universal. 

Libro de Bermúdez

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