"Un nombramiento deseado y esperado desde hace diez meses" Elizalde, un obispo para confirmar en la fe y la esperanza

(Vicente Luis García).-A falta de la confirmación oficial a las doce del mediodía, como "manda" la tradición, hora en la que la Nunciatura Apostólica emite el comunicado del nombramiento, ya desde ayer los medios de comunicación se han hecho eco del secreto a voces.

No voy a ocultar que este es un nombramiento deseado y esperado desde hace diez meses. Deseado y esperado por quien tras cumplir su misión, y con los motivos de salud añadidos, esperaba hacer las maletas para regresar a su Navarra natal. Y esperado y deseado por cuantos somos testigos de una diócesis con un gran potencial, en la que fluye un magma de fe heredada y enriquecida con nuevas generaciones, que lleva años anclada y acartonada, en parte por una falta de clero ilusionado, que sobrevive en una pastoral parroquial que languidece, salvo honrosas excepciones.

De Elizalde dicen que es un hombre con sonrisa permanente. Falta le va a hacer, ya que una de las tareas que le esperan será generar esperanza e ilusión. En un artículo pasado ya cité el comentario de un amigo sacerdote que identificaba un nuevo tiempo en la diócesis de Vitoria como aquel en el que "habrá que empezar a contar con los que hasta ahora no se había contado". Si alguno pudiese pensar que este comentario es excluyente está equivocado, porque es una propuesta inclusiva. No se trata de dejar de contar con nadie sino de contar también con los que hasta ahora no se contaba. No es una invitación a buscar nuevas fuerzas sino a crear sinergias.

Cada quien sabe si ha llegado su hora de pasar a la retaguardia o a la reserva. No por haber renunciado al papado Benedicto XVI ha dejado de servir a la Iglesia. Pero parece evidente que afrontamos nuevos tiempos que exigirán nuevas caras, nuevas maneras, nuevas palabras y nuevos hechos.

Si Dios quiere, el nuevo obispo de Vitoria será quien confirme en la fe a mis hijos. No deseo otra cosa, que el nuevo pastor sea alguien que les confirme en la fe. Una fe que desde casa hemos ido alimentando y en la comunidad cristiana hemos ido cultivando.

La Diócesis de Vitoria participa junto con el resto de las diócesis del País Vasco de una nueva etapa. En lo social marcado por los ajustes en el estado de bienestar, el deseo generalizado de una nueva forma de hacer y entender la política, el protagonismo de propuestas populistas y un panorama internacional cargado de incógnitas y cambios a los que sabemos no vamos a ser ajenos; y en lo eclesial por el pontificado de Francisco y la incorporación lenta pero progresiva de un laicado más crítico y comprometido. Personas respetuosas, hasta cierto punto, con el paso paquidérmico que siempre ha tenido la institución, pero firmes y con ganas de encontrarse con el Jesús del Evangelio.

Al futuro monseñor Elizalde le espera una tarea dura, pero creo que apasionante. Si le van los retos, Vitoria era su destino.

Quedan varias semanas hasta que el relevo sea efectivo con la ordenación episcopal que convierta a Juan Carlos Elizalde en Monseñor Elizalde y obispo de Vitoria. Semanas en las que mientras unos trabajan el resto deberíamos rezar. Orar dando gracias por los servicios prestados y perdonando por los no prestados. Orar por quien ha sido designado como nuevo pastor para que Dios le infunda los dones que precise en cada momento. Y orar para que quienes nos sintamos miembros de esta diócesis de Vitoria demos un paso al frente con ganas, con ilusión y con esperanza.

Asurmendi abrió hace poco en Vitoria la puerta de la Misericordia, que Elizalde abra la puerta de la Esperanza.

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