“Profeta del Reino de Dios” (88-01)

Hoy escribe Antonio Piñero


Vamos a comenzar hoy una serie sobre el concepto y la realidad del “Reino de Dios” en Jesús de Nazaret, tomando como base la línea de tratamiento de los temas sobre Jesús propuesta en el libro de J. A. Pagola, que aceptábamos como indicador de rutas. En efecto, este tema y título constituyen el capítulo 4 del libro citado.

Pagola caracteriza a Jesús como “profeta itinerante”. La caracterización, al menos en su primera parte, me parece muy correcta, pues si hay algo –creo- que puede significar la autocomprensión de Jesús es su conciencia profética, probablemente más que la de mesías. Al parecer, él mismo encontró adecuada y conveniente esta descripción de su actividad. Argumentábamos en una postal anterior que nos parecía auténtico el pasaje de Mt 11,2-5, según el cual existía el recuerdo de palabras de Jesús en las que él mismo declaraba que en sus acciones se estaban cumpliendo las esperanzas proféticas de antaño, sobre todo las expresadas por Isaías.

Tres notas más al respecto de la denominada "itinerancia".

La primera: Los Evangelios sinópticos nos indican que la mayor parte de la misión de Jesús se desarrolló en Galilea y en una zona concreta. Uno tiene la impresión de que esa zona era relativamente reducida: la parte norte del lago de Genesaret y los lugares a los que se llegaba en uno o dos días de camino tomando como partida Cafarnaún. Por ello me parece justificada la crítica de James D. G. Dunn cuando argumenta en contra de la expresión definitoria de Gerd Theissen sobre Jesús como “carismático itinerante”. Probablemente no era tan itinerante. Y ciertamente no visitó las ciudades grandes, llenas de paganos, del vecindario. Esta concentración en una zona explica que enviara a los setenta/setenta y dos discípulos a predicar por donde él no iba (Lc 10,1-16).

La segunda nota es que los Evangelios señalan viajes de Jesús por las regiones de Tiro y Sidón, por la Decápolis, por la zona de Perea, etc., más alejadas de Cafarnaún como acabamos de decir. Me parece que pocas veces se insiste en que esos viajes tiene que ver mucho más con un ánimo prudente de huida, de escapar del acecho de Herodes Antipas que con el deseo directo de predicar en tierras de gentiles…, para los que mostraba poco interés en verdad. Jesús era muy prudente y huía del peligro, pues el etnarca había acabado ya con la vida del Bautista..., por tanto podría desear terminar también con la de su "discípulo".

La tercera: si al final de su vida se decidió ir a la región de Judea y en concreto a Jerusalén, (las noticias del Cuarto Evangelio son bien diferentes; Jesús pasó allí temporadas, y ciertamente visitó la capital durante más festividades que en los Sinópticos y celebró en ella tres Pascuas) fue por razones muy poderosas -por ejemplo, predicar allí la venida del Reino ante los jerarcas; llegar al mayor número de gentes posible con su doctrina; instar a Dios a adelantar la venida del Reino de Dios…, etc.; pero no parece ciertamente que Jesús lo hiciera con el fin expreso de morir según un designio divino.

Dejando aparte las tres profecías de su pasión/resurrección, que la mayoría de los exegetas considera inauténticas, no correspondientes al Jesús de la historia, no parece haber señales en los Evangelios que muestren que Jesús deseaba morir expresamente por la humanidad toda o que se aventurara a ello. Más bien lo evitaba. Cuando algún fariseo le indicó que Herodes Antipas lo buscaba para matarlo, tuvo buena cuenta de escapar por el momento. El evangelio de Lucas 13,31 Parece indicarlo: “En aquel mismo momento se acercaron algunos fariseos, y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte»”.

Lo que sigue en ese texto es lo siguiente:

Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. 33 Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén. 34 «¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! (Lc 13,32-34)


Lo que –en mi opinión- se puede deducir de este pasaje que no se deba a la teología cristiana posterior, es sencillamente la idea de que Jesús estaba decidido a “subir a Jerusalén” y que allí intuía él que corría grave riesgo de muerte, como predicador profético de un mensaje muy incómodo para la clase dominante. Creo que no se debe obtener del texto la idea de que iba expresamente a Jerusalén para morir, porque esa idea –opino- pertenece a la teología posterior añadida al recuerdo de las palabras de Jesús .

También es muy dudosa la perspectiva del Cuarto Evangelio sobre una larga misión en Jerusalén. Puede parecer cierto que Jesús subiera a Jerusalén para más fiestas religiosas que las que señalan los Sinópticos. Pero parece muy dudoso que estos mismos Sinópticos omitieran voluntariamente una misión tan larga y de tan altos vuelos en Judea como la que da a entender el Cuarto Evangelio. Junto con muchos exegetas, pienso que lo que se refleja en el Cuarto Evangelio es la adaptación a unos puntos de vista teológicos posteriores –los del Evangelista y su “escuela”- de algunos datos sobre la tradición de la actividad de Jesús, cuya localización no era clara. Es decir escenas de su predicación que se habían transmitido con una fórmula muy general parecida a “En aquel tiempo” / “En aquellos lugares…”. En algunos de esos casos el Cuarto evangelista situó por su cuenta las escenas en Judea.

En síntesis: creo que definir a Jesús como profeta cuadra bien con su personalidad, con lo que él creía de sí mismo y con lo que los demás pensaban de él en muchos momentos. Pero

A. La caracterización de itinerante necesita algunas precisiones: se hace un tanto tambaleante cuando intentamos precisar por qué a veces abandonaba Galilea: pienso que por un a´nimo pruedente de huida de las acechanzas del poder político

B. La especificación si estuvo mucho tiempo o poco en Judea es dudosa por la falta de acuerdo entre el Cuarto Evangelio y los Sinópticos, y

C. No estamos en absoluto seguros de si realmente él, Jesús, creía que había un plan divino expreso que había determinado que muriese en Jerusalén en pro de toda la humanidad. Las predicciones de la Pasión son consideradas por los especialistas añadidos posteriores.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es

“Los adversarios de Pablo en Galacia, ¿quiénes eran?”

Manera de llegar a este comunicación:

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