92-01 El valor histórico de los Evangelios según José Montserrat (I)

Hoy escribe Antonio Piñero

Como dijimos en la postal anterior, deseo contrastar la postura de Dunn en cuanto a su método de acercamiento a las fuentes evangélicas, a las que considera como reflejo de una tradición oral de “recuerdo” y por tanto como a priori fiable, con la de otros historiadores modernos que se acercan a Jesús de Nazaret con igual seriedad y rigurosidad, pero con otras perspectivas.

La exposición breve de su método se halla en su obra “El galileo armado”. Historia laica de Jesús, de Editorial Edaf, Madrid, 2007. Transcribo sus afirmaciones en las páginas 24 y 25:

Procedo a diversas matizaciones. El historiador laico (en adelante usaré esta denominación) reconoce que la narración de los evangelios contiene datos históricos, pero deben ser dilucidados caso por caso. Los historiadores confesionales reconocen en la actualidad (no así en el pasado) que la narración evangélica contiene leyendas, a examinar caso por caso. Hay, pues, dos impostaciones distintas. Para el primero, los evangelios son leyendas con elementos históricos; para los segundos, los evangelios son historia con elementos legendarios. Para el historiador laico, un pasaje evangélico es legendario si no se demuestra lo contrario; para los historiadores confesionales, un pasaje es histórico si no se demuestra lo contrario.

Ejemplo: el juicio de Jesús por el Sanedrín. El historiador laico lo considera de entrada legendario, y no reconoce argumentos que inviten a aceptarlo como histórico; los historiadores confesionales lo consideran de entrada histórico, y no avalan los argumentos que pretenden presentarlo como legendario.

“Hay mentes irénicas y generosas que piensan que ambas posiciones son menos incompatibles de lo que parece. En efecto, hay autores laicos que admiten la historicidad de un buen número de segmentos de los evangelios y de los Hechos. Y hay autores confesionales que admiten el carácter legendario de muchas narraciones, y no sólo de los milagros. Al cabo, se dice, se encuentran en un terreno neutral, en un espacio de fifty-fifty. Respondo: el terreno es común sólo en apariencia. En los documentos que examinamos, obra y autor hacen un todo; no nos enfrentamos con meros cronistas o recopiladores de datos indiferentes. Para el historiador laico, el autor evangélico recoge o inventa leyendas y las inserta en un marco histórico, o porque le viene dado o para hacerlas más creíbles; para los historiadores confesionales, en cambio, el autor evangélico pretende narrar hechos realmente acaecidos, y los adorna con leyendas destinadas a explicarlos doctrinalmente. En consecuencia, por más que en ocasiones laicos y creyentes converjan sobre un terreno común, su impostación es esencialmente distinta.

“Se trata, pues, de posiciones incompatibles. Carece de sentido pretender hacer obra común. Es cierto que en la periferia de los estudios, donde se examinan los elementos filológicos, cronológicos, literarios, arqueológicos… la colaboración puede ser, y es, fructífera. Es un hecho reconocido por todos que las llamadas ciencias bíblicas están académicamente dominadas por las instituciones confesionales, que producen obras de gran valía, lo que no es el caso de las academias de obediencia laica, mucho menos productivas. Pero los resultados y las teorías finales, todo aquello que sobrepasa la simple crónica y pretende ser historiación, pertenecen a géneros científicos distintos.

“Los historiadores laicos deben ser comprensivos con los historiadores confesionales y deben abstenerse de atacarlos en el terreno de los principios y de los axiomas, por la simple razón de que son lógicamente inatacables; las críticas deben desplazarse a elementos puntuales. Los historiadores confesionales, por su parte, deben admitir la existencia de un campo propio de la historia laica, que procede con sus propios métodos, y decidirse de una vez por todas a abandonar el complejo de ciudad asediada que tanto enturbia sus en general excelentes producciones*.

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* Son inaceptables comentarios como el de J. Jeremias acerca de la obra de Reimarus: "Fue unánime la repulsa justificada hacia aquel folletón lleno de odio hacia Jesús. El odio no es buena guía para llegar hasta la verdad histórica". (J. Jeremias, Abba. El mensaje central del Nuevo Testamento, Sígueme, Salamanca, 1981, pág. 201). Ciertamente, el odio no es una buena guía para entender a Reimarus.
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“En la casa de Padre hay muchas moradas, y al cabo el Juez no nos juzgará por lo que hayamos dicho sobre el tributo del César sino por nuestra compasión por los hambrientos y los desvalidos.

El autor de este ensayo sobre el “Galileo armado” es laico de raigambre escéptica ("ateo" es una denominación confesional), y escribe para laicos. No tiene ni la más mínima intención de interferirse en el universo de los creyentes, ni le mueve animosidad alguna hacia las comunidades cristianas. No cree en Dios ni en los milagros, y procederá en consecuencia. Reconoce que su libro será de escasa utilidad para los creyentes, a no ser para la satisfacción de su curiosidad. En cambio, a los seres humanos que no creen en Jesucristo -el 80% de la humanidad- este librito puede resultarles útil para dilucidar qué es lo que realmente ocurrió en Jerusalén en una fecha imprecisa entre los años 26 y 36 de nuestra era. Aunque sea sólo para enterarse de quién es el personaje que ha dado lugar al establecimiento del calendario que todos, unos y otros, usamos, por lo menos cuando contratamos billetes de avión”.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es

“La crucifixión de Jesús y su fecha posible”

Manera de llegar a este comunicación:

Pinchando en la página presente, arriba a la izquierda, donde hay un par de contactos o “links”. Uno de ellos es “Cristianismo e Historia”

Saludos de nuevo.

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NOTA para los que viven en Madrid, y por si a alguien le pudiere interesar

Conferencia

"Los Apócrifos del Antiguo Testamento y los orígenes del cristianismo"


por Antonio Piñero

Lugar: Ronda de Segovia 50

Hora: 19,30

Día: miércoles 27 de mayo de 2009
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