Los apóstoles en la literatura apócrifa



Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Pedro en los HchPePl del Pseudo Marcelo (IV)

Ante la insistente requisitoria de Nerón, Pablo tomó la palabra para hacer una prolija explicación de su doctrina con argumentos del Antiguo Testamento para rebatir las enseñanzas de Simón. Nerón pidió entonces a Pedro su parecer sobre el alegato de Pablo: "Todo lo que Pablo ha hablado es verdad", fue el juicio apodíctico de Pedro, que se extendió luego explicando la trayectoria de Pablo a partir de su conversión de perseguidor de la iglesia hasta acabar en apóstol.

Simón insistió diciendo: "Considera, oh buen rey, que estos dos se han puesto de acuerdo contra mí. Pues yo soy la verdad, y ellos piensan de mí lo contrario". Pedro replicó: "En ti no hay verdadalguna, sino que todo lo que dices es mentira" (61,1).

En el largo debate, mantenido ante Nerón por Simón y los dos apóstoles, Pedro introdujo un tema que causó sensación en el ánimo del emperador. Recordaba que Simón era también judío y en consecuencia había recibido también la circuncisión contra la que ahora combatía. Ante la sorpresa de Nerón, Pedro explicó que Simón, al manifestarse como judío, podía engañar a las gentes con mayor facilidad, como si de ese modo garantizara su fidelidad a la ley de Dios. Nerón se quejaba de sentirse presa de la duda. Pedro vino a resolver la situación proclamado el núcleo de la fe de los cristianos: "Nosotros predicamos un solo Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que hizo el cielo, la tierra, el mar, y todo lo que en ellos se contiene; él es el rey verdadero, y su reino no tendrá fin". Algunos manuscritos añaden la mención del Espíritu Santo y la referencia a Cristo Salvador del mundo. La respuesta de Simón volvía a su augurio de volar hacia el Padre.

El soberano ordenó construir una torre en el campo de Marte, como Simón solicitaba, un campo que se encontraba en la zona donde ahora se levanta la Plaza de Navona, en la margen izquierda del Tíber. Allá acudió una gran muchedumbre. Nerón hizo que asistieran al espectáculo para que se convencieran de la verdad. Pedro y Pablo respondieron que Cristo sería el que pondría en claro todas las cosas. Entonces Pablo repartió los papeles entre él mismo y Pedro asignando a cada uno su propia función: ”Ahora me toca a mí postrarme de rodillas y suplicar a Dios; y a ti, conseguir su gracia si ves que Simón intenta alguna cosa. Porque tú fuiste elegido antes (prôtos) por el Señor" (73,1).

Pablo, puesto de rodillas, oró. Pedro dijo a Simón: "Termina lo que has empezado; porque se acerca tu escarmiento y nuestra rehabilitación. Pues estoy viendo a Cristo que nos llama a mí y a Pablo". Nerón preguntó a Pedro si podrían ir a algún lugar sin su permiso. Pedro tenía muy claras las ideas: "A donde nos llame nuestro Señor". Nerón insistió: " Quién es vuestro Señor?" Pedro respondió: "Jesucristo, quien, según veo, ya nos está llamando". Nerón volvió: a preguntar: "Entonces, ¿es que también vosotros vais a subir al cielo?" Pedro le dijo: "Si así le parece bien a quien nos llama" (74,1-2).

El caso es que Simón volaba. Pablo se dirigió a Pedro para pedirle que actuara: "Haz lo que haces" (76,2). Nerón creía que los dos apóstoles estaban desconcertados. Pedro le dijo: "Ahora verás". Y enseguida conjuró a los ángeles que transportaban a Simón. Así cuenta el apócrifo "Ángeles de Satanás que lo lleváis por el aire para engañar los corazones de los hombres infieles, yo os conjuro por Dios, creador de todas las cosas, y por el Señor Jesucristo a quien resucitó al tercer día de entre los muertos, para que a partir de este momento no lo transportéis más, sino que lo soltéis". Inmediatamente lo soltaron, y cayó Simón sobre el lugar denominado Vía Sacra, que quiere decir "Camino Sagrado". La Via Sacra es el camino que cruza el Foro Romano, en pleno corazón de Roma. Como todas las vías romanas, estaba pavimentada con piedras lisas, cuatro de las cuales se unieron a la caída de Simón según asegura el texto del Apócrifo. Roto el cuerfpo del Mago en cuatro trozos, unió en una cuatro piedras que permanecen hasta el día de hoy como testimonio de la victoria de los apóstoles (77,1). Según esta versión de la caída, Simón pereció entonces miserablemente.

La narración continúa, no obstante, contando la reacción de Nerón ante la muerte de su admirado Simón. Ordenó encarcelar a los culpables y conservó el cadáver del caído en la creencia de que resucitaría al tercer día. Pedro pretendió quitarle la idea de la cabeza diciendo: "Éste ya no resucitará, porque ha muerto de verdad y ha sido condenado al castigo eterno". Nerón echó en cara a Pedro el hecho grave de la muerte de Simón. Pero Pedro tenía respuesta para todo: "Ha sido su porfía, su mala intención y sus blasfemias las que le han granjeado la perdición" (78,2). Ante la amenaza de Nerón, que prometía hacer morir a Pedro y a Pablo de mala manera, Pedro le dijo: "No sucede lo que tú quieres, sino tiene que cumplirse lo que Cristo nos ha prometido".

(Grabado de la Muerte de Simón Mago)

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
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