¿La apocalíptica judía como matriz de la teología cristiana? ¿Era tan central la creencia en la segunda venida? (III) 110-10

Hoy escriben Antonio Piñero y Florentino Garcçia Martínez


Tema: Ésta es la tercera entrega de la crítica a las ideas de Käsemann, centrada en la importancia de la “parusía” o venida de Jesús definitiva, como mesías y juez

¿Centralidad absoluta de la parusía o segunda venida de Jesús?

Hasta aquí hemos llegado a la conclusión de que debemos separar el problema planteado por Käsemann de la terminología por él empleada (“¿Qué es la apocalíptica?” y que él responde de un modo peculiar) para preguntarnos nosotros si la expectación de la inminente parusía es la matriz de la teología cristiana, es decir, si la expectación de la segunda venida de Cristo en la primitiva comunidad tiene la centralidad que Käsemann le asigna.

La respuesta es doble:

1. Por una parte, cierta aceptación de la tesis. Debe afirmarse que la expectación de la parusía está bien presente en el Nuevo Testamento, y no solamente a nivel de la primera comunidad cristiana, a la que Käsemann atribuye el Evangelio de Mateo, o a nivel de los Hechos de los Apóstoles, sino también en la teología de Pablo, en los dichos de la fuente “Q” y del Evangelio de Marcos, y en la misma predicación de Jesús de Nazaret.

2. Pero al mismo tiempo debe reconocerse que esta expectación no tiene la centralidad que Käsemann le asigna.

Es fácil probar el primer elemento de la respuesta; para ello es suficiente añadir a las referencias proporcionadas por Käsemann (que nosotros hemos expuesto ya en esta serie), y al grito del “Maranatha” (“Ven, Señor Jesús”), lo siguiente:

• El final del discurso de Pedro en Hch 3,19-21:

“Arrepentíos, pues, y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, 20 a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesús, 21 a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus santos profetas”.


• La enseñanza de Pablo en la 1 Tesalonicenses, capítulo 4, sobre la absoluta inminencia del fin del mundo

• Los dichos sobre la venida del Hijo del Hombre conservados en la fuente Q,

• Textos como Mc 9,1:

“Os digo de verdad: hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte sin ver antes el reino de Dios, venido con poder”
,

• La conclusión de la parábola de la higuera (Mc 13,30):

“Os digo de verdad: no desaparecerá esta generación sin que todo esto se realice”.

Ahora bien: si convenimos en que la expectación de la parusía no es un evento postpascual, es decir no es algo "inventado" por los seguidores de Jesús después de su muerte, sino que se remonta a los niveles más antiguos, se halla diseminada por todo el Nuevo Testamento y enlaza con la predicación del Jesús histórico, difícilmente puede hacerse de ella el punto de ruptura entre el pensamiento del Maestro y el de sus seguidores y la clave de interpretación apocalíptica del mensaje de Jesús. (Recordemos que Kasemann afirmaba que Jesús no era un predicador apocalíptico, sino que esas ideas se las habían atribuido a Jesús los primeros cristianos).

El segundo elemento de la respuesta (que la expectación de la parusía no tiene el carácter central que Käsemann le atribuye) es más complicado y en cierta forma más subjetivo, precisamente porque debe partirse del hecho de que la expectación de la parusía se halla presente en todos los niveles del Nuevo Testamento y porque la evaluación de la importancia es una cuestión de apreciación.

Y, sin embargo, hay un par de hechos objetivos que apuntan o que dejan claro que esta expectación no se sitúa en el centro, sino más bien hacia la periferia del pensamiento cristiano primitivo.

El primero es que en las expresiones más antiguas del “kerigma” o proclamación cristiana que nos han sido transmitidas (como 1 Corintios 15,3-5 o Romanos 10,9-10) el tema de la expectación de la parusía no aparece; en estas antiguas confesiones de fe el elemento central es la muerte, sepultura, resurrección y apariciones de Jesús, no la futura venida del Hijo del Hombre.

Como dijo Eduard Lohse, criticando muy pronto a Käsemann:

“Está claro que el origen de la teología cristiana no se halla en la apocalíptica -ni en la expectación judía ni en el entusiasmo cristiano primitivo--, sino que reposa en el kerigma que predica al Cristo crucificado como el Señor resucitado. La tesis de Käsemann ... no recibe confirmación en las más antiguas expresiones de la predicación cristiana o en la confesión de la Iglesia primitiva. El origen y el centro de la teología cristiana se sitúa desde el comienzo en el mundo de la cruz” (artçiculo “Apokalyptik und Christologie”, Zeitschrift für die neutestamentliche Wissenschaft 62 (1971) 48-67, p. 58).


El segundo hecho, igualmente objetivo, es que las numerosas referencias a la expectación de la parusía diseminadas en todo el Nuevo Testa¬mento son como de pasada. En efecto:

- Cuando Pablo, o el autor de 2 Tesalonicenses (que es distinto al Apóstol; es obra de un discípulo de Pablo, no de éste mismo), discute el tema de la parusía específicamente (en 2 Tes 2,1-12) es para corregir la idea de su maestro Pablo de que se trata de algo inminente, mientras que otras discusiones de la escatología en las que la expectación de la parusía aparece (como en 1 Tesalonicenses o en 1 Corintios) el problema central allí tratado es el de la resurrección.

- Las menciones dentro de la tradición evangélica sinóptica contienen un doble elemento: exhortar a estar preparados a la venida del día del Señor por una parte, y evitar dar la impresión de que ese día ya ha llegado; lo que difícilmente puede considerarse como la manera de enunciar un tema realmente central.


En consecuencia, la espera de la parusía no tiene la centralidad que Käsemann le atribuye en el pensamiento de la primera comunidad cristiana. Además, aunque se halle ya presente desde el comienzo en la predicación misma de Jesús, no es posible atribuir a esta esperanza la función que Käsemann le asigna de pieza maestra, en cuanto elemento que transforma y modifica apocalípticamente el mensaje de Jesús y lo convierte en la primera teología cristiana.

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

………….……………

• En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es el mismo, pues estamos comentando en los dos este libro.

• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

Para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.
Volver arriba