Un libro informado sobre el caso Marcial Maciel (II)

Hoy escribe Fernando Bermejo

En ocasiones es difícil señalar cuándo comienza realmente una historia. No obstante, un texto emitido por los Legionarios de Cristo en el quincuagésimo aniversario de su fundación, dice así:

“Fue durante una visita al Santísimo, en la fiesta del Sagrado Corazón del año 1936, [que] Marcial percibió nitidísima la llamada de Dios a formar una agrupación de sacerdotes que se entregaran con entusiasmo y generosidad a la difusión del reinado de Jesucristo. De nada le valieron sus argumentos contrarios ante el Señor. Tenía solo dieciséis años, no tenía experiencia, había sacerdotes bien preparados para esa fundación […] Nada, la voz interior insistía”

Citemos algunos comentarios de Fernando M. González a este texto. Vale la pena tener en cuenta que Maciel había nacido en 1920.

“Marcial tenía diez años menos que Josemaría de Escrivá cuando se vio en semejante trance. Y, como el sacerdote español, también parece resistirse ante el peso del encargo. Éste es un rasgo común de la época. Por ejemplo, Eugenio Pacelli (Pío XII), cuando fue elegido papa, tuvo parecido comportamiento. Como si para hacerse cargo de la demanda divina fuera de buen tono el hacer explícita la conciencia de su insignificancia, antes de pasar a representar lo contrario”.

En realidad, la manifestación de esta resistencia ante el llamado vocacional es un rasgo común no solo a la época, sino a muchos relatos de este tipo a lo largo de la historia. Continúa González:

“Marcado por la doble excepcionalidad que otorga el medio religioso católico a los doblemente ‘llamados’ – una primera vez por la vía indirecta […] y la segunda, directamente, por su Señor–, con la consiguiente resistencia ‘humilde’ a la voz interior insistente e imperativa que no admite réplicas, Maciel pudo marchar seguro por la vida apoyándose inicial y muy firmemente en tres de los tíos obispos”.

Maciel tenía cuatro tíos obispos, aunque el cuarto, Luis Guízar, entraría en escena en un momento posterior de la vida del héroe. Con tales antecedentes familiares, Maciel solo podía estar destinado a grandes hazañas.

“¿Qué separa una ‘elección’ como delirio de una socialmente legitimada? De entrada, como ya señalé, recibir el llamado en el lugar ‘correcto’, es decir, donde se presupone la existencia de un tercero invisible legitimador –en este caso fue en el seminario, dentro de la capilla y en una fiesta valorada–, y bajo la protección de la trinidad episcopal aludida. De otra manera, el riesgo de terminar en un hospital psiquiátrico es grande o, en un caso menos grave, se puede ser considerado como alguien desbordado por un arrebato emocional. Estos cuestionamientos van, obviamente, más allá del caso Marcial Maciel”.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
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