El gran pensador Orígenes. Antología de textos básicos para el tema “Reencarnación y cristianismo primitivo” (693. 11-10-16).

Hoy escriben Mercedes López Salvá y Miguel Herrero

Sobre el Evangelio de Juan VI 73

Si por una parte no se ignoraba que Juan había nacido de Zacarías y por otra los judíos de Jerusalén enviaron una delegación para preguntar por medio de los levitas y sacerdotes “¿Eres tú Elías?” es evidente que decían esto porque pensaban que la doctrina de la reencarnación era verdadera en el sentido de que estaba de acuerdo con la tradición de sus padres y no era ajena a su enseñanza esotérica.

Comentario a la epístola a los romanos VI 8,8

Si se dice que el pecado ha revivido en el alma, ¿cómo es que a partir de las palabras del Apóstol, donde dice “una vez estuve vivo sin la ley”, cierta gente introduce la doctrina de la reencarnación (metensomátosis), que enseña que las almas de los hombres estuvieron previamente en bestias, aves o peces y después vinieron a los hombres?

Contra Celso III 75

Y si curamos también a los que han sufrido el sinsentido de las reencarnaciones (...) ¿no mejoraremos las almas de los que creen en nuestra doctrina?

Contra Celso V 49

Lo que importa es la diferente causa por la que los discípulos de Pitágoras se abstienen de comer seres vivos y por lo que lo hacen nuestros ascetas. Aquéllos se abstienen de lo animado en razón del mito de la reencarnación del alma:

Y alguien, gran insensato, a su hijo levantando,
lo inmolará entre preces sobre el ara (Empédocles. Fragmento 137 Diels)

Nosotros, en cambio, si algo de eso hacemos es porque abofeteamos nuestro cuerpo y lo reducimos a la servidumbre y queremos mortificar los miembros que están en la tierra (...) y todo en orden a matar las acciones del cuerpo (Rom 8,13).


Saludos cordiales de Mercedes López Salvá y Miguel Herrero,
y subsidiariamente de Antonio Piñero
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