Jesús y Juan Bautista, visionarios religiosos



Hoy escribe Fernado BERMEJO:

Que Jesús de Nazaret fue una personalidad intensamente religiosa puede parecer una afirmación perogrullesca, pero lo cierto es que la conversión de Jesús en objeto de veneración en las diversas formas de cristianismo ha tendido a hacer olvidar su propia piedad, es decir, su condición de homo religiosus. La intensidad y sinceridad de esa piedad ha sido señalada no sólo por estudiosos confesionales (judíos y cristianos), sino también por muchos estudiosos independientes como Strauss, Alfred Loisy o Charles Guignebert, quienes se acercaron a la figura sin anteojos teológicos.



Por supuesto, la afirmación relativa a la religiosidad de Jesús no se deduce simplemente de su judaísmo. La experiencia muestra que muchas personas que se adhieren a una comunidad religiosa (incluyendo a muchos de los “especialistas” y jerarcas religiosos) no por ello tienen experiencias religiosas, ni hacen de los valores de su religión el centro de su existencia, ni estarían dispuestos a morir por sus convicciones. En el caso que nos ocupa, en el siglo I de nuestra era hubo muchos judíos no especialmente religiosos, y seguramente no pocos a los que la religión importaba bien poco.

Por el contrario, Jesús no parece haber sido de estos. Por lo que cabe deducir de las fuentes (ciertamente interesadas) sobre su figura, hubo un momento de su vida en que las convicciones religiosas de Jesús de Nazaret resultaron determinantes, condicionando decisivamente su existencia posterior. Los evangelios contienen varios pasajes que muestran la intensidad de esa fe, y algunos (recuérdese el pasaje del evangelio de Lucas: “He visto a Satán caer del cielo como un rayo”: Lc 10,18) podrían ser una evocación de experiencias visionarias o de trances experimentados por el galileo.

Pues bien, esta característica de Jesús parece constituir otro de los factores que le asemejan a Juan el Bautista. Éste es presentado como una figura vehemente que hizo de sus convicciones religiosas el centro de su vida, y que vivía de acuerdo con ellas como un renunciante o asceta. En la noticia de las Antigüedades Judías del historiador Flavio Josefo, se dice de quienes iban a escuchar al Bautista que “su excitación llegaba al punto de la fiebre al escuchar sus palabras”; el acaloramiento y la vehemencia de Juan tienen obviamente su explicación en la intensidad de sus convicciones. Tanto Juan como Jesús pertenecieron a ese grupo (seguramente minoritario) de judíos que hicieron de su fe y su esperanza religiosa su raison d’être, su “razón de ser”. Esta intensísima religiosidad podría ser uno de los factores que explican el impacto que ambos predicadores tuvieron sobre sus seguidores.

Saludos de Fernando BERMEJO
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