¿Tiene alguna utilidad leer textos apocalípticos?



Algunos lectores del blog me han preguntado, entre otras menos importantes, si podía escribir sobre tres cosas: Una, sobre el judeocristianismo; otra, sobre la necesidad o no de los textos apocalípticos; la última sobre el Pablo precristiano.

De la primera me parece imposible escribir en un blog, pue es un tema amplísimo. De la segunda lo haré la semana que viene aprovechando un texto escrito sobre un libro de Martin Hengel, que lleva precisamente este título, y que al menos se ha publicado en italiano y en alemán, no sés si en español. Así podremos tener una idea de la problemática de este tema.

Hoy escribo sobre la importancia de los textos apocalípticos judíos y cristianos para entender el cristianismo primitivo, y en parte el actual.



La lectura de los textos apocalípticos que presento en mi libro "Los Apocalipsis" de EDAF, Madrid 2007, ofrece una solución a algunos de los múltiples misterios que presenta la historia del cristianismo primitivo. Voy a enumerar unos cuantos de estos temas, a veces enigmas, que son de interés y que encajan dentro del mundo de la apocalíptica.



1. ¿Es verdad que los apocalipsis tratan también de otros temas que no son simplemente el cuadro terrible de las desgracias finales antes de que este mundo concluya y que afectan al conjunto de la teología?

2. ¿Es verdad que tanto Jesús de Nazaret, como Pablo de Tarso y muchos cristianos primitivos estaban convencidos de que el fin del mundo era inminente? Y si la respuesta es positiva, ¿de dónde les venía la idea de que el final del mundo “estaba la vuelta de la esquina”?

3. ¿De dónde provienen las ideas del “reino milenario” al final de los tiempos –es decir, que antes del fin del mundo habrá una serie de justos que vivirán mil años sobre esta tierra en un reino lleno de todos los bienes antes de acceder al paraíso definitivo- que albergaban ciertos estratos del judaísmo y del cristianismo primitivo?

4. Hay muchas personas que están absolutamente convencidas de que al ser el Apocalipsis de Juan un libro inspirado encierra dentro de sí claves únicas para adivinar o al menos conjeturar los signos del fin del mundo. ¿Puede una recta intelección de este libro ofrecer tales claves? ¿O bien este apocalipsis fue escrito para un momento determinado de la historia, y una vez pasado esta etapa el Apocalipsis de Juan no es válido ya como instrumento de adivinación para el fin del mundo?

5. Y una pregunta aún más crucial: la tradición de la Iglesia afirma sin dudar que el autor del Apocalipsis puso por escrito simplemente lo que Dios tuvo a bien revelarle a él y sólo a él sobre los momentos finales del mundo. Pero cuando se lee este libro junto con tantos otros apocalipsis, ¿puede decirse que se trata simplemente de la puesta por escrito de una serie de visiones que tuvo el autor y sólo él? ¿Tomó “prestadas” la descripción concreta algunas de sus visiones? ¿Es acaso el Apocalipsis de Juan más bien un libro de laboratorio?

6. Mucha gente se pregunta: ¿qué hace hoy la Iglesia con estos apócrifos? ¿Desea que se publiquen o que permanezcan ocultos?

7. Hay también una pregunta muy importante que afecta más a nuestro tiempo y que se suscitó en la reflexión teológica e histórica sobre el cristianismo primitivo hace relativamente poco. En 1960 en una serie de artículos de grandísimo impacto en el mundo de los estudios científicos sobre el Nuevo Testamento, un teólogo protestante alemán llamado Ernst Käsemann, planteó la cuestión de si no sería la apocalíptica la matriz de toda la teología cristiana. O más afirmó contundente: la apocalíptica es la matriz de la teología cristiana.

La pregunta y la respuesta fueron un bombazo. ¿No está de acuerdo todo el mundo en que la matriz, judía se entiende, del cristianismo se halla en todo caso en el Antiguo Testamento y no en estos escritos en su inmensa mayoría luego declarados apócrifos? ¿Cómo se atrevió a mantener semejante afirmación un estudioso reputado? Inmediatamente se sucedieron artículos y libros en el mundo científico que refutaban o matizaban esta propuesta, y creo que hoy se ha llegado a una suerte de consenso al respecto.

8. Hay una última cuestión importante planteada también en las últimas páginas de mi libro: ¿dónde están, dónde se conservan los originales cuya traducción española se ofrece en este libro? ¿De dónde me he sacado yo tantos apocalipsis?

Pues bien, creo que a todas estas preguntas puede encontrar respuesta suficiente el lector de este libro, de esta curiosa colección de apocalipsis quizá nunca antes puesta en manos del público, así cómodamente reunida.

Les doy la pista sólo de una de las preguntas ¿Qué hace la Iglesia con los apócrifos? Yo diría que la pregunta debe ser matizada: ¿qué hizo la Iglesia con los apócrifos? Y la respuesta está bastante claramente expuesta en varias secciones de los apocalipsis judíos que presento en el libro, y más claramente en una, en la sección número 13 que trata del “Ciclo tardío del profeta Esdras”.

Ahí verán Ustedes clarísimamente qué hicieron los escribas cristianos con los originales antiguos judíos y cómo los manejaron… hasta dejarlos casi irreconocibles…

Esto es, repito, un solo ejemplo. Si se leen las páginas del libro con calma, creo sinceramente que las respuestas están más o menos a la mano.

Ahora bien, como en una buena novela, las respuestas no están siempre expresadas directamente, sino que deben deducirse de todo el conjunto del libro.

Pero no se asusten: yo creo que la deducción será bastante fácil; mucho más fácil que en otras obras, por supuesto. Sólo hay que tomarlo y leerlo…

Con un cordial saludo, Antonio Piñero
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