El Judas de unos cuantos

Hoy escribe Fernando Bermejo


En este mi primer post del 2008 (de nuevo, ¡Feliz Año a todos, incluyendo a aquellos para quienes este blog es un semillero de corrupción!), abordaré las cuestiones planteadas por Josep Montserrat hace unos días en relación al Evangelio de Judas, difiriendo para otro post una síntesis panorámica. A diferencia de lo que algunos dan la impresión de creer, el estudio del Evangelio de Judas –cuya edición crítica, recordémoslo, se ha publicado hace sólo algunos meses– se encuentra todavía en su infancia, por lo que la discusión seria sobre este texto merece realmente la pena, y toda objeción es bienvenida.

Ante todo, como he dejado claro en todo momento y ha recordado también alguno de los amables lectores del blog, el “Judas arcóntico” en oposición al “Judas gnóstico” no es en absoluto una posición idiosincrásica ni original de quien esto escribe. La reacción a la visión del "Judas gnóstico" se produjo ya en los meses inmediatamente posteriores a la publicación del texto por parte del equipo de Kasser, Meyer y Wurst, en diversos seminarios especializados, y se concretó –hasta donde yo sé– de manera pública por primera vez en octubre de 2006, en un artículo de Louis Painchaud en Laval théologique et philosophique al que he hecho referencia en mi respuesta a la consulta de un lector. El mismo mes, en el Coloquio Internacional de París al que asistimos Montserrat y yo, al menos tres autores –DeConick, Turner y el propio Painchaud– se manifestaron en contra de la interpretación del equipo editor. Desde entonces, varios otros especialistas se han sumado a los mencionados: Einar Thomassen, Birger Pearson, Gesine Robinson… Pero estos nombres no son los únicos. Hace sólo tres días, he recibido un mail de un reconocido especialista francés en gnosticismo, Bernard Barc, que me adjunta el texto de un artículo suyo de próxima aparición, y en el que escribe: “la interpretación del texto como una rehabilitación de Judas no parece resistir a un análisis en profundidad”. Así pues, Josep Montserrat me depara amistosamente un honor inmerecido al referirse a "el Judas de Fernando Bermejo". Yo me limito a dar a conocer esta visión en nuestro blog, y también a sugerir que me parece más convincente que la anteriormente propuesta (aunque si alguien me demuestra lo contrario, no tendré el menor reparo en entonar la palinodia).

El párrafo anterior no pretende en absoluto servir de argumento en defensa de la posición del negativo “Judas arcóntico”. Como ocurre en el mundo en general, y en el ámbito académico en particular, el hecho de que muchos sostengan una creencia determinada no prueba absolutamente nada, y a menudo sólo testimonia la facilidad con que los errores y las ilusiones se propagan entre los humanos. En el caso que nos ocupa, lo que me resulta significativo es que, en contra de la opinión predominante (que es, dicho sea de paso, francamente atractiva: ¡el personaje maldito encumbrado de repente a héroe!), varios estudiosos, trabajando de manera independiente entre sí, lleguen a resultados idénticos, viéndose con ello obligados a entrar en conflicto con la mayor parte de sus respetados y queridos colegas. Esto no es un argumento, pero da qué pensar.

La primera cuestión planteada por Montserrat es la de si Ireneo –primer heresiólogo en mencionar el Evangelio de Judas– se equivocó. Pues bien, antes de nada es menester observar que la noticia de Ireneo sobre este texto es muy breve, y que hay que distinguir en él varias informaciones: Ireneo habla del evangelio en un contexto en que se refiere a individuos que se reclaman de Caín y otros; dice que Judas recibió la verdad de un modo incomparable al resto de discípulos; y que cumplió el misterio de la traición. De hecho, dada la brevedad de las noticias, no podemos saber si Ireneo realmente leyó una versión del Evangelio de Judas, o si lo conocía sólo de oídas; tampoco es posible afirmar con certeza si la versión que Ireneo conocía era la misma que la del Evangelio de Judas que tenemos, o no. Es posible que algunas de las afirmaciones de Ireneo sean correctas, y otras no. Por ejemplo, la noticia de Ireneo sobre los contenidos del evangelio ciertamente parecen corresponder al Evangelio, pero quizás la atribución que hace de éste a quienes se reclaman de Caín sea simplemente una táctica polémica destinada a minar la credibilidad del evangelio (el Evangelio de Judas que tenemos no cita a Caín ni se reclama de él, sino de Set). De hecho, resulta significativo que en el sistema setiano Caín es un arconte malvado. Por lo demás, en ningún momento Ireneo dice que en el Evangelio de Judas éste fuese descrito como “bueno” o como “gnóstico”. Una cosa es que Judas reciba comparativamente una revelación más amplia que el resto de los discípulos –lo que en efecto sucede en este escrito– y otra que sea un gnóstico. Así pues, la noticia de Ireneo como tal no contradice la interpretación de Judas como un sujeto negativo.

Dado que Antonio Piñero añade en nota al post de Josep Montserrat otros textos heresiológicos, merece la pena hacer un par de observaciones más. En relación al texto del Pseudo-Tertuliano, ha de señalarse que no menciona el Evangelio de Judas, y que no muestra señales de estar familiarizado con el texto que conocemos: no es sólo que en el texto del códice Tchacos no se mencione a Caín, sino que la información que proporciona el Contra todas las herejías (dicho sea de paso, relativa a versiones divergentes de la misma idea) no se ve reflejada en los contenidos del códice Tchacos.

Con respecto a Epifanio, aunque menciona un Evangelio de Judas y lo atribuye a quienes denomina “cainitas”, lo que dice sobre ese texto tampoco se corresponde –como ocurre con el Pseudo-Tertuliano– con los contenidos del Evangelio de Judas del códice Tchacos. Su noticia parece ser una conflación de las de Ireneo y el Pseudo-Tertuliano, y no parece ayudar en mucho a la comprensión del códice Tchacos.

La segunda cuestión que Montserrat plantea es que si Judas es una figura negativa, el texto no habría podido recibir la denominación de “evangelio de Judas”. Esta objeción es en principio muy sensata, y ha sido planteada ya en diversas ocasiones a los paladines de la “nueva” interpretación. La respuesta que puede darse es que ello sería así… siempre y cuando el texto no fuese una parodia. Ahora bien, es esto precisamente lo que el texto es en la nueva interpretación. Ciertamente, esto implica que el escrito es especial dentro de la literatura gnóstica que conocemos. Pero esto es algo perfectamente posible, que no puede ser descartado a priori. En un próximo post veremos en qué sentido el texto del Evangelio de Judas puede ser considerado una parodia.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
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