Hacia una cristología entendida sobre todo como doctrina de la salvación (Comentario libre a R. Hiaght VIII)

Otra característica que debe definir la teología cristiana según el pensamiento de Haight es la orientación absolutamente práctica. La teología especulativa puro tiene para Haight muy poco sentido. Dado que la cristología es el corazón de la teología y aquella es eminentemente soteriología, es decir, una doctrina de salvación, la teología debe estar orientada a la gran pregunta: cómo me he de salvar. Y a la vez cómo puedo ayudar a salvar a los demás. Y de la importancia de esta formulación es consciente el pueblo cristiano hoy según Haight.

Así, el siguiente punto de la evolución previsible del cristianismo podría formularse:

4. Del apartamiento del mundo hasta la teología de la liberación, y la santificación en el mundo

La antigua estructura mental, implícitamente admitida, de la oposición sustancial tan defendida por el Jesús del Evangelio de Juan entre el mundo y el espíritu parece quedar superada. La tendencia hoy de buena parte de la teología es pensar que la religión no tiene sentido en un mundo oprimido por los condicionantes negativos de la pobreza, injusticia y opresión extremas.

Es necesario primero que el ser humano se realice y viva plenamente en este mundo, pues éste es su fin… en orden a la salvación definitiva; luego tendrá ya un significado que se le pueda predicar la religión cristiana. No es ésta un absoluto. No tiene sentido hoy el pensamiento cristiano antiguo tan arraigado en la teología del Nuevo Testamento, por ejemplo en Pablo, de la no necesidad del cambio de estado cuando uno se hacía cristiano. Según el Apóstol, él que era pobre cuando fue llamado a la fe, no debe preocuparse de modificar su estado material: puede seguir siendo esclavo, porque es rico en Cristo. Hoy, el pueblo cristiano –dice Haight- siente que primero es preciso salir de la esclavitud.

El cristianismo ha creado en los últimos tiempos una doctrina social aunque es cierto también que arrastrada por las circunstancias, es decir, la doctrina social de la Iglesia es un fenómeno relativamente nuevo en el cristianismo, y empieza a apuntar tímidamente en el siglo XIX para desarrollarse plenamente en el XX. Es de desear, según Haight, que en los ambientes teológicos hoy se conciba que un cristianismo no puede ser auténtico sin que a la vez no lleve implícito una suerte de “teología de la liberación” humana.

También debe ser normal hoy considerar que la salvación cristiana debe ser una realidad social que al mismo tiempo afecte a la persona individual. la existencia humana es intrínsecamente social, e idealmente el valor de la persona individual no queda comprometido sino realzado por las relaciones sociales. La existencia humana implica sujetos individuales humanos abiertos y en relación con otros que forman la comunidad y la sociedad. La salvación cristiana libera y lleva a su plenitud esta realidad humana. Según Haight, las teologías de la liberación son la respuesta adecuada hoy a las realidades negativas de la situación humana, la pobreza, la injusticia, lo que se ha llamado el “antirreino” de Dios.

El fundamento de esta actitud es una valoración del sujeto humano, cuya adquisición dentro de la Iglesia ha sido cuestión de siglos para aflorar con potencia sólo en la situación presente: ante todo debe importarle a la teología que piensa en el hombre sobre este mundo mantener el valor intrínseco del sujeto humano. Esta caracterización social de la salvación considera a la persona humana como un individuo, que es único, pero a la vez como miembro de una red social de la que no puede zafarse.

La teología cristiana debe pensar que la emancipación humana y la liberación del sufrimiento social son ingredientes principales del contexto común y central de la comunicación entre las religiones en el diálogo interreligioso. Esta concepción incluye la idea de la plenitud humana también en la tierra, y debe apuntar a una condición que puede ser realizada dentro de la historia de una manera parcial, a la vez que esté abierta a la plenitud escatológica perfecta.

Según Haight, sólo una concepción social de la salvación tan amplia puede ser adecuada hoy día. Los seres humanos pueden alcanzar su potencial y encontrar su plenitud sólo dentro de unas relaciones que faciliten y nutran el desarrollo humano, puesto que se han construido sobre una combinación de los valores de amor y de justicia.

Pensar en un ser humano individual aparte de su situación social, como tiende a hacer la antropología introspectiva existencial, implica una abstracción total precisamente de su individualidad. Por el contrario, pensar en los individuos en términos de comunidad, de una vida dentro de la red de relaciones e interacciones que componen el vivir entero, es comprender más adecuada y exactamente la individualidad misma de la persona. En pocas palabras: puesto que la existencia humana es social, una salvación integra y comprehensiva sólo puede ser social. Este pensamiento es un desarrollo y avance claro sobre la mentalidad media del Nuevo Testamento y de la Iglesia de siglos pasados en las que no está ausente la salvación social, pero en donde prima ante todo la individual.

5. La tendencia a considerar la religión como no pública, sino como algo que pertenece sólo al ámbito de lo privado

Aparentemente en contra de lo que se acaba de afirmar, en el contexto del mundo de hoy la religión en general y el lenguaje de la salvación cristiana en particular deben considerarse como algo interno. Haight opina que el hecho de que la mayoría de los ámbitos de la vida secular en la sociedad hayan sido liberados de la hegemonía de cualquier religión organizada puede ser tenido como una evolución positiva. Y dado el existente pluralismo de religiones, la libertad de todas ellas parece depender de que su perfil público sea bajo.

Haight insiste en la bondad de la poca presencia pública de la religión, y postula claramente que la religión consciente admita que su ámbito natural es sólo el interior del individuo. La cuestión religiosa se ha hecho tema de significado sumamente personal ante el sufrimiento de cada uno, el pecado y la culpa personales, la desorientación y finalmente la muerte y el destino último de cada individuo.

Una observación final se impone, sin embargo. Aunque según Haight, sea positiva la evolución histórica de la cultura occidental hacia la privatización de la religión, de su lenguaje teológico y de su autocomprensión como grupo religioso, sin embargo, este deseable “perfil público bajo de la religión” no debe entenderse de ningún modo en contradicción con el sentimiento antes expresado de que la salvación individual sólo es posible en el marco de una salvación del grupo.

Mañana concluiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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