“Año 1. Israel y su mundo cuando nació Jesús” (I)


Hoy escribe Antonio Piñero:

Ahora que hemos terminado la miniserie sobre “tiempo e historia” en el judaísmo y cristianismo antiguos deseo presentarles un libro mío que acaba de aparecer hace una semana. Su ficha es:

Año 1. Israel y su mundo cuando nació Jesús. Colección: “Años decisivos en la historia”, Ediciones del Laberinto, Madrid, 2008, 285 pp. ISBN: 978-84-8483-323-9.

Presentaré el libro indicando cuál es su contenido y ofreciendo a los lectores en ulteriores "posts" algunas secciones de él de modo que pueda verse bien qué es lo que pretende y qué informaciones puede ofrecer.

No creo exagerado pensar que el Año 1 fue uno de los más importantes de la historia, pues vio nacer a Jesús de Nazaret, personaje trascendental en la evolución del mundo especialmente para su parte occidental. Y ¿cómo era el mundo en esos momentos? Es importante saberlo, porque conocer bien ese mundo es comprender mejor al personaje Jesús y al movimiento cristiano, cuyo fundamento es la vida y las enseñanzas de este judío nacido en los momentos que considera este libro. En el siglo que inaugura el Año 1 se ponen los fundamentos sólidos de la que será hasta hoy otra de las grandes religiones monoteístas del mundo, el judaísmo moderno.


En este volumen se intenta explicar con un lenguaje sencillo, ameno y pedagógico cómo estaba la situación política, económica, social, filosófica, y sobre todo religiosa del Imperio Romano en esos momentos y su repercusión en el pequeño mundo de Israel, la patria de Jesús. ¿Cómo fue el reinado de Augusto en relación con Judea? ¿Cómo afectaba la dominación de Roma a la vida cotidiana? ¿Cómo estaba organizado el temible ejército romano que con su negativa presencia acrecentó las esperanzas mesiánicas de los judíos?

Otras cuestiones que se plantea el libro son afectan ya más directamente a Israel: ¿Cómo se hallaba organizado el judaísmo en esos momentos? ¿Cómo funcionaba el Templo? ¿Qué hacían los sacerdotes cuando no oficiaban en el Santuario? ¿Tenían alguna influencia sobre el judaísmo las religiones paganas que rodeaban a Israel? ¿Cuál era en verdad el pensamiento religioso judío en esos momentos?

La situación de la mujer y de los campesinos, los grupos religiosos judíos del momento, las ansias de salvación que se vivían en el Mediterráneo oriental en ese tiempo, las concepciones que albergaban los judíos sobre los paganos, el pensamiento de los esenios que compusieron los manuscritos del Mar Muerto, etc. son muestra de los temas que se tratan en este libro.

Cuando el lector concluya su lectura, verá con ojos distintos el mundo del Año 1, en especial el judaísmo de la época en la que nació Jesús y comprenderá mejor cómo todas las circunstancias exteriores influyeron y moldearon al cristianismo que habría de nacer unos treinta años después.

Así, por ejemplo, considerar el panorama de las ideas teológicas, comunes o especiales, de la gran masa de los judíos, de las corrientes, sectas, partidos o diversos grupos judíos en el Año 1 y alrededores nos hará ver que el ambiente social y religioso del Israel de estos momentos explica muy bien la aparición de figuras religiosas o proféticas alimentadas por la teología de “la restauración” de Israel, es decir, lo que la moderna investigación afirma que fueron Juan Bautista y Jesús de Nazaret, y nos ilumina el ambiente de expectación mesiánica en el que estos dos personajes se desarrollaron.

Nos aclara como algo absolutamente natural, e incluso necesario, el que la comunidad primitiva de los “nazarenos”, o judeocristianos -que se formó a partir de los años treinta o treinta y cinco desde el inicio del siglo- tuviera muchísimos lazos de continuidad con los movimientos religiosos judíos de su momento, sobre todo esenios y fariseos. Al fin y al cabo eran también judíos, y muy piadosos, que participaban plenamente del ideario teológico y espiritual y de la tradición secular del judaísmo.

La lectura de este libro puede dejar claro al lector –o confirmar e ilustrar la idea si la tenía antes- que el judaísmo en el que nació el cristianismo poco después del Año 1 distaba mucho de ser un ente homogéneo o compacto. Por el contrario, era heterogéneo y plural. No podía llamar demasiado la atención el que en su seno surgiera un movimiento como el cristiano con características peculiares de interpretación de su religión judía, del mesías, de la alianza, etc. Sólo la adhesión al Libro Sagrado, a la Ley y a los profetas como palabra de Dios determinaba el ser judío. Por eso los esenios y los saduceos, los fariseos y los judeocristianos, que a veces defendían doctrinas radicalmente contrarias respecto a la existencia del alma y la otra vida, sobre la función del Templo y de la Ley, o de la misión del mesías, eran todos igualmente judíos por su adhesión inquebrantable a los libros sagrados y a la Alianza.

Al leer las páginas dedicadas a la religiosidad del mundo pagano, sobre los misterios, la posibilidad de que la divinidad tenga hijos entre los hombres, la divinización de personas humanas y el culto al Emperador, las concepciones de ultratumba, el universo de la ética, etc., se verá cómo una recta visión de la religiosidad del entorno pagano de Israel ayuda también a la interpretación de ese producto sincrético, mezclado, que es el cristianismo.

El libro termina con la siguiente conclusión: “el Año 1 es un mundo preparado para el nacimiento del cristianismo y su idea mesiánica de la salvación, tanto por parte de Israel como del entorno grecorromano. Me parece que una prueba contundente de lo que afirmamos se halla en la égloga IV de un poeta como Virgilio -tan profundamente romano y tan alejado en apariencia del mundo judío-, capaz de componer un famoso canto a un infante misterioso, cuyo nacimiento inaugura una nueva edad del mundo, un poema que tanto se parece a un apocalipsis mesiánico judío que podría haberse compuesto en el Año 1:

“Ya llega la edad última anunciada en los oráculos de la Sibila.
Con el niño que va a nacer concluirá por fin la época de hierro,
y por todo el mundo hará surgir una edad dorada…
Mira cómo se agitan el mundo sobre su pesado eje, la tierra y el
espacioso mar con el profundo cielo.
Mira cómo todo se regocija con el nuevo siglo que ha de llegar”.


En torno al Año 1 se esperaba tanto entre judíos como entre gentiles que el universo cambiase de signo para una nueva salvación.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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