¿Es verdadera esta imagen de desencuentro? El Jesús de Pagola: la ruptura con su familia (4) ( 79-07-D)

Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con nuestro comentario al tema de la ruptura de Jesús con su familia carnal.

El Cuarto Evangelio se hace eco de otras dos breves noticias negativas en 4,44 y 7,5. Veamos cada una de ellas.

En 4,44 el evangelista afirma que Jesús dijo: “Ningún profeta goza de estima en su tierra”. Aparentemente tenemos aquí una confirmación del ambiente negativo que, según los Sinópticos (véase el comentario más arriba a Mc 3,20 y 6,1-6), tenía Jesús en su patria, Galilea. Este pasaje johánico debería complementarse en teoría con Jn 4,43 y 45, donde, sin embargo, leemos:


Pasados los dos días, partió de allí para Galilea […] Cuando llegó, pues, a Galilea, los galileos le hicieron un buen recibimiento, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta,


La afirmación en cursiva es contradictoria con lo dicho en 4,44: “Ningún profeta goza de estima en su tierra”.

Como en este pasaje del Evangelio de Juan Jesús va viajando desde Judea a Galilea, parece que da a entender que la patria de Jesús es Judea -de donde venía-, cosa que contradice también al resto del Evangelio, que habla de la procedencia galilea de Jesús (1,46; 2,1; 7,42, etc.). Todo ello es difícil de entender.

Estamos, evidentemente, ante lo que se llama técnicamente una "crux interpretum", es decir, un pasaje tan difícil que es una cruz para los exegetas. Orígenes, en su Comentario al Evangelio de Juan, XIII 53 afirma del v. 44 que “desafía el orden lógico de la secuencia”.

La solución más sencilla es suponer que este versículo (4,44) está colocado fuera de su lugar. El Cuarto Evangelio es conocido por el desorden de algunas de sus escenas, hasta tal punto que se ha pensado en un cambio de páginas a la hora de que los escribas copiaran el manuscrito que produjo el último redactor del Evangelio.

Por ejemplo: se opina que el orden de los capítulos 5 y 6 está invertido; otros proponen cambios no sólo en esos capítulos sino en el 15 y 16, más otros menores en los capítulos 3,7,10 y 12. También puede pensarse en un despiste de este último redactor que colocó esta frase de Jesús tomándolo de otro sitio.

Sea de ello como fuere, y si la sacamos de su contexto actual, el dicho de Jn 4,44, “Ningún profeta goza de estima en su tierra”, parece confirmar ciertamente la mala relación de Jesús con su familia.

¿Es verdadera esta imagen de desencuentro?

A pesar de su aparente claridad, algunos críticos han dudado de que todo este cuadro de enfrentamiento Jesús/su familia –dibujado por los diferentes pasajes de los cuatro evangelistas presentados hasta el momento- sea correcto. Y la razón es la siguiente: cuando contrastamos todos los pasajes aludidos en los números 1 al 6 con dos hechos evidentes testimoniados por toda la tradición cristiana primitiva, se debe dudar de que la imagen dibujada hasta ahora –una aparente y casi total ruptura de Jesús con sus hermanos (y en parte con su madre)- sea rigurosamente histórica. Estos hechos son:

1. En la segunda parte de su Evangelio (llamada Hechos de los apóstoles) Lucas afirma que María y los hermanos de Jesús formaron de inmediato parte importante del restringido grupo de los seguidores de Jesús:

Todos ellos [los Once apóstoles] perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos (Hch 1,14).


Es inverosímil que los más afectos a Jesús, los Once y algunos más, hubieran aceptado, en su mínimo pero importante conjunto inicial, a los hermanos de Jesús y a su madre si antes no hubiera habido una reconciliación entre el Nazareno y su familia. Sin embargo, tal reconciliación no aparece en parte alguna de los Evangelios, salvo en la escena –sólo dibujada por el Evangelio de Juan, y que como hemos visto no parece histórica- al pie de la Cruz (Jn 19,25-27), que afecta sólo a su madre pero no a sus hermanos.

2. Pablo en Gálatas 1,18-20 confirma que Santiago era una persona importante en esa comunidad jerusalemita:

Luego, de allí a tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas y permanecí quince días en su compañía. Y no vi a ningún otro apóstol, y sí a Santiago, el hermano del Señor. Y en lo que os escribo, Dios me es testigo de que no miento.


Según 1 Corintios 15,5-8,

Jesús se apareció a Cefas y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles.


Esto indica que los nombrados expresamente en este párrafo, Santiago –su hermano- entre ellos, tenían un rango importante en la Iglesia primitiva.

Igualmente, la idea de que no sólo Santiago, sino otros hermanos del Señor ocupaban cargos importantes en la comunidad cristiana aparece en 1 Corintios 9,5:

¿No tenemos derecho a llevar con nosotros una mujer creyente como los demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas?


Por consiguiente, hay que aclarar esta situación doble que parece contradictoria: por una parte los evangelistas presentan a Jesús y su familia muy distanciados; por otra, nada más morir Jesús, sus hermanos y su madre aparecen en el pequeño grupo de sus seguidores incondicionales sin que se haya mencionado una reconciliación previa.

Concluiremos en seguida. Saludos cordiales de Antonio Piñero

www.antoniopinero.com
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