Levántate y, si lo estás, ayuda a tus amigos que estén postrados a incorporarse de nuevo II Lunes de Adviento
“Cantará la lengua del mudo, porque han brotado aguas en el desierto y corrientes en la estepa. El páramo se convertirá en estanque, el suelo sediento en manantial. En el lugar donde se echan los chacales habrá hierbas, cañas y juncos. Habrá un camino recto” (Isa 35, 6-7).
El agua es vida, y por el bautismo nos convertimos en hijos de Dios. El perdón sacramental renueva la gracia bautismal, y nos permite avanzar por el desierto con el abastecimiento de agua necesario, que es la gracia de la misericordia.
Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua (Jn 19, 32-34).
El Adviento es tiempo de gracia, de comenzar de nuevo, de levantarse, de romper con la posible apatía, desgana o entreguismo, de renovar la gracia bautismal. La amistad puede ayudar a salir de todo ensimismamiento y reproducir la imagen del árbol plantado junto a la corriente, que no teme la sequía.
La gracia bautismal se renueva por el perdón sacramental. “Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un hombre paralítico y trataban de introducirlo y colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo a causa del gentío, subieron a la azotea, lo descolgaron con la camilla a través de las tejas, y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Él, viendo la fe de ellos, dijo: «Hombre, tus pecados están perdonados» (Lc 5, 18-20).
“El asombro se apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto maravillas»” (Lc 5, 26).
Levántate y, si lo estás, ayuda a tus amigos que estén postrados a incorporarse de nuevo a la vida por la gracia de la misericordia.
