Nuestras vidas

Esta mañana salí al encuentro del amanecer pero el sol me hurtó su rostro oculto detrás de nubarrones negros. Al medio día, desde la ventana, mirando a la huerta, disfrute de una tormenta y respiré en silencio la luz de los rayos y tuve la impresión de que estaba contemplando un pálido reflejo de la belleza infinita de Dios. Entonces recordé que, esta mañana, tomando café, oí decir a un hombre apostado a la barra del bar: “Habéis perdido la fe en todo lo grande”. Esta tarde, en la calma que sigue a la tormenta, recordé aquello de Hölderlin: A veces nuestras vidas son “un río de orillas áridas, en cuyas agua no se refleja ni una sola hoja de sauce y pasa delante de nosotros un mundo desprovisto de toda belleza” (Hölderlin). Ahora, al atardecer de este día pienso: Así es de rica la existencia humana, ahora tocando el Paraíso, ahora viviendo la noche oscura.
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