"Siempre el amor es más profundo que la tumba", sostiene el cardenal de Madrid en la misa por su obispo auxiliar Cobo, entre lágrimas, despide a José Antonio Álvarez: "Angela, puedes estar orgullosa de tu hijo"

El féretro del obispo, junto al altar
El féretro del obispo, junto al altar

"Lo primero, y me sale del alma, cuidaros. Cuidaros unos a otros. Cuidémonos. Somos un pequeño grupo de servidores que caminamos juntos, somos vulnerables, somos barro". También, "cuidad a los sacerdotes". Y a los sacerdotes: "Cuidémonos entre nosotros, nos necesitamos"

"Así ha vivido José Antonio. Siempre, diciendo que 'Sí', con prontitud para hacer bien su trabajo y su servicio, y con fidelidad"

"José Antonio ha dado la vida para servir, y se ha ido sirviendo con sencillez. Y nos ha enseñado a querer a la Iglesia, siempre a sumar, esa ha sido su obsesión, y no a dividir. A acercar unos a otros para hacer avanzar la Iglesia"

Dolor. Mucho dolor. Rastros de lágrimas en los rostros del cardenal Cobo, de un arrasado obispo auxiliar Vicente (prácticamente murió entre sus brazos), en casi todo el presbiterio de Madrid, de los cardenales Osoro y Porras, y de la práctica totalidad de la Comisión Permanente, concentrados en una silenciosa y triste, muy triste, ceremonia en la catedral de La Almudena para la Eucaristía por el eterno descanso de José Antonio Álvarez.

El féretro del obispo auxiliar de Madrid, fallecido esta madrugada tras sufrir un infarto, junto al altar. Con la mitra encima de la madera. "Es la resurrección de Jesús la que de una forma inesperada nos reúne esta tarde. Es la perplejidad, sorpresa y vulnerabilidad la que hoy nos convoca alrededor de la vida de nuestro obispo José Antonio", comenzó Cobo, con la voz quebrada. "Siempre el amor es más profundo que la tumba".

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"Ha sido un día duro", admitió, agradeciendo "el cariño de toda la feligresía. Costaba mantener la serenidad: muchos rostros de obispos y sacerdotes se ocultaban, las miradas bajaban, para no llorar.

"Con nuestro pesar, con nuestras lágrimas, vamos a entrar en este templo como José Antonio nos enseñó tantas veces" añadió el purpurado.

Misa por José Antonio Álvarez en La Almudena
Misa por José Antonio Álvarez en La Almudena

Tras las lecturas, el cardenal de Madrid habló del "dolor y los silencios" en los que esperaban, tras el fallecimiento de su hermano. Con un folio escrito con pocas ideas, Cobo explicó su experiencia con el Evangelio del día, "que recoge el mismo lema episcopal de José Antonio, el 'Sígueme'". Una realidad que "a veces se presenta de forma tan dura como hoy", y que invita a "no dormirse en la rutina. Así ha vivido José Antonio. Siempre, diciendo que 'Sí', con prontitud para hacer bien su trabajo y su servicio, y con fidelidad".

"Hoy, mirando su vida, lo que ha sembrado en esta diócesis, su 'Sígueme' tiene un sentido muy especial. Él, con generosidad, lo dejó todo para seguir adelante tras el Maestro", señaló Cobo. "Con su alegría y su eterna sonrisa ha servido a Jesús, anunciando el Evangelio con ardor, estando muy cerca de los sacerdotes".

Y con un servicio "tan especial", el del "silencio de las cosas bien hechas". "Jesucristo no promete seguridades ni comodidades. No asegura siquiera un lugar donde reclinar la cabeza. Ofrece algo más grande: la certeza de caminar con Él, la alegría de entregarse sin reservas. Y esa ha sido su entrega y su vida. Y así es como se ha gastado, hasta la última llamada de teléfono. Gastar, caminar, compartir con sencillez. Así. Quizá se ha ido mucho más rápido de lo que queremos, pero siempre nos ha dejado esa frescura y entusiasmo".

Cobo, durante la homilía
Cobo, durante la homilía

"Hoy, este 'Sígueme' ha alcanzado su plenitud. Jesús te ha llamado de nuevo, para entrar en la Vida Definitiva", recalcó Cobo. "A nosotros nos parece demasiado pronto, demasiado duro... pero sabemos que es el Señor el que sabe el día y la hora", añadió. "Estar con él ha sido un lujo, un regalo. Su vida ha estado cimentada en el Misterio de Dios", abundó, destacando su cercanía apostólica. "José Antonio ha dado la vida para servir, y se ha ido sirviendo con sencillez. Y nos ha enseñado a querer a la Iglesia, siempre a sumar, esa ha sido su obsesión, y no a dividir. A acercar unos a otros para hacer avanzar la Iglesia".

"Angela, puedes estar orgullosa de tu hijo", se dirigió a la madre del fallecido. "Te va a ayudar, y te ayudaremos también nosotros". Casi roto, entre lágrimas ("no sé si podré acabar la homila"), Cobo admitió que "hoy ha sido un día duro. Su partida a todos nos quiebra". "La muerte de un obispo no es un fracaso, sino la culminación de un camino de seguimiento que nos deja abierto", culminó. "El sepulcro vacío es una promesa de Dios, cada espacio que deja vacío es una promesa para creer en el Resucitado".

Eucaristía por José Antonio Álvarez
Eucaristía por José Antonio Álvarez

Para terminar, tres apuntes: "Lo primero, y me sale del alma, cuidaros. Cuidaros unos a otros. Cuidémonos. Somos un pequeño grupo de servidores que caminamos juntos, somos vulnerables, somos barro". También, "cuidad a los sacerdotes". Y a los sacerdotes: "Cuidémonos entre nosotros, nos necesitamos". 

"Busquemos lo importante (...). Hoy, entre abrazos y lágrimas compartidas, nos hemos colocado ante lo esencial. No somos dueños absolutos de nuestras vidas, dependemos del amor de Dios y de los demás". Y, por último, "confiad en el Señor". "Él da la fuerza. La fe no elimina el dolor, pero lo transforma en esperanza, y esa es nuestra tarea ahora". 

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