Ante la partida del obispo auxiliar de Madrid Pepe Álvarez, un enamorado de Dios y de la Iglesia de Madrid

Álvarez, entre el cardenal Cobo y Vicente Martín, el otro auxiliar de Madrid
Álvarez, entre el cardenal Cobo y Vicente Martín, el otro auxiliar de Madrid Infomadrid

De un modo u otro, por sus manos pasaron buena parte de los sacerdotes ordenados en Madrid en más de una década

No puedo decir que fuésemos amigos cercanos, pero cuando nos encontrábamos, la última vez en la fiesta de la Almudena del año pasado, siempre fue cariñoso y atento, muy atento

La muerte siempre nos sorprende, todavía más cuando llega de manera inesperada, en el silencio de la noche, cuando se lleva a alguien que nadie esperaba. Con 50 años y sin enfermedades aparentes siempre sorprende que alguien concluya sus días en este mundo. Sabemos que la vida de los que en Ti creemos, no termina, se transforma, como rezamos en la Misa, pero eso es algo que en momento así uno tarda en asumir.

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Una noticia que sorprende y duele

La muerte de monseñor José Antonio Álvarez, de Pepe, como siempre le conocí y le llamé desde que nos conocimos en el Seminario de Madrid, es algo que en la distancia me ha sorprendido y entristecido. En una arquidiócesis con tanto clero como Madrid, todavía más cuando la convivencia no es continua, uno recuerda más a aquellos con quienes convivió durante el tiempo de formación.

Mons. José Antonio Álvarez con los Scouts

Un cura de Madrid decía ahora: “¡Cuántos y tan buenos recuerdos, un hombre de Dios!” Para aquellos que somos creyentes, considero que no hay mayor halago que ese, que los otros nos vean como hombres de Dios. Ser calificado así es algo que encierra mucho más que cuestiones religiosas, tiene que ver con nuestro ser, con lo que nos mueve en el día a día, con nuestra forma de ver a los otros, movidos por los mismos sentimientos de Cristo. En Pepe Álvarez podemos decir que se veía a alguien enamorado de Dios y de la Iglesia de Madrid.

Al servicio de la Iglesia de Madrid

Para servir a esa Iglesia fue ordenado en el 2000, el mismo día que monseñor Santos Montoya, que fue obispo auxiliar de Madrid y hoy lo es de la Rioja. Yo lo fui en el 98 y desde los años de las Vistillas, a Pepe le recuerdo como un buen compañero. No puedo decir que fuésemos amigos cercanos, pero cuando nos encontrábamos, la última vez en la fiesta de la Almudena del año pasado, siempre fue cariñoso y atento, muy atento. Todavía le recuerdo siendo portero del equipo de su curso, en esos partidos que nos gustaba jugar siempre que teníamos oportunidad.

Su nombramiento episcopal fue algo que me alegró, no lo esperaba, pero tampoco me sorprendió. Como ha sido costumbre entre los últimos obispos auxiliares de Madrid, de nuevo se le confiaba esa misión a un cura de la archidiócesis. Servir a la Iglesia que le ayudó a crecer en la fe desde un nuevo servicio, y hacerlo como siempre lo había hecho, con cercanía a la gente, con espíritu de disponibilidad, con sentido de comunión, siempre sumando.

Pepe Álvarez seminarista

Al cuidado de las vocaciones

Siempre dedicado de manera especial al cuidado de las vocaciones, Pepe conocía bien los entresijos de la Iglesia de Madrid. De un modo u otro, por sus manos pasaron buena parte de los sacerdotes ordenados en Madrid en más de una década. Antes de ser obispo auxiliar, fue rector del Seminario de Madrid durante seis años. Gente que le quería y que hoy sufre con la muerte de alguien que en la Iglesia de Madrid era visto como una persona entrañable.

Pepe, sigue cuidando de la Iglesia de Madrid, intercede por ella, para que, como hizo contigo, pueda ayudar a crecer en la fe y en su compromiso cristiano a tanta gente que en ella camina con Dios. Que tu testimonio de vida pueda representar un ejemplo a seguir para vivir el bautismo y el servicio a la Iglesia a través de la vocación a la que Dios llama a cada uno. Siervo bueno y fiel... entra en el gozo de tu Señor.

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