"Se puede vivir y trabajar en una misión compartida con los laicos" Paulino Alonso, responsable del comedor Ave María, Premio Carisma de CONFER
El Premio Carisma de CONFER al comedor Ave María es un reconocimiento a una labor de muchísimos años. En concreto, 407
El padre Paulino Alonso, trinitario, es el responsable del comedor desde los últimos casi 35 años
Recogerá este galardón, en la categoría de Misión Compartida, la tarde de este martes, 25 de noviembre, durante el acto de entrega de premios
"San Simón de Rojas, fundador de la Congregación, no nos ha abandonado nunca", asegura
Recogerá este galardón, en la categoría de Misión Compartida, la tarde de este martes, 25 de noviembre, durante el acto de entrega de premios
"San Simón de Rojas, fundador de la Congregación, no nos ha abandonado nunca", asegura
(Archimadrid).- «El Premio Carisma de CONFER al comedor Ave María es un reconocimiento a una labor de muchísimos años». En concreto, 407. El padre Paulino Alonso, trinitario, es el responsable del comedor desde los últimos casi 35 años. Define así lo que supone la concesión de este galardón, en la categoría de Misión Compartida, que recogerá la tarde de este martes, 25 de noviembre, durante el acto de entrega de premios. ¿Cómo explica él que esta obra se mantenga en pie cuatro siglos después? «Porque la mueve quien la mueve, que es el de arriba», responde, él que confiesa que de joven no creía en la Providencia pero que ahora, visto lo visto, no puede no creer. «Y porque san Simón de Rojas —continúa— no nos ha abandonado nunca».
Efectivamente, fue este santo, sacerdote trinitario, quien fundó la Congregación de los Esclavos del Dulcísimo Nombre de Maríaen 1612 para el servicio de los pobres y enfermos del Madrid de entonces, y en 1618 puso en marcha el comedor en el convento donde vivía, que ocupaba entonces una gran extensión entre la plaza de Jacinto Benavente, Tirso de Molina y Antón Martín. Estaba «al lado de la cárcel de Madrid, el actual Ministerio de Asuntos Exteriores», porque los trinitarios siempre se han dedicado a los presos y cautivos. Recordamos con el padre Paulino cómo fueron ellos los que rescataron a Jesús de Medinaceli, un Cautivo, en Marruecos, y también a una Virgen en Argel que conservan en la Curia Provincial de Madrid.
Inicialmente, el comedor se instaló dentro del edifico conventual, en lo que ahora es el Teatro Calderón, y en él se atendía fundamentalmente a presos, soldados y sacerdotes, porque los curas vivían de la Providencia. Pero los frailes le instaron a san Simón sacar su labor fuera, así que él les pidió permiso para construir una pequeña edificación en la huerta. Así es como en 1725 se levantó un nuevo edificio, comedor y capilla aneja, que es lo único que se mantiene en pie porque el convento fue derruido a finales del siglo XIX.
Misión compartida con los laicos
El premio supone también, para Paulino, «darse cuenta de que se puede vivir y trabajar en una misión compartida» con los laicos. De hecho, la inmensa mayoría de los voluntarios, cerca de 100, son laicos. «Solo con los curas y las monjas la Iglesia no sale adelante; ahora tiene que comprometerse a través del laicado». Explica el trinitario que tiene «un voluntariado fiel; yo les exijo un compromiso serio»; tanto, que hay algunos que permanecen en el comedor desde que el padre Paulino empezó a llevarlo, hace más de 30 años.
A Paulino casi le alegra más el premio por sus voluntarios, con un perfil muy variado. Los fines de semana van muchos jóvenes de «nuestras parroquias o colegios», y entre semana son más amas de casa o jubilados, porque «es un horario bueno». A las 8:00 horas llegan al comedor para preparar los desayunos, que se empiezan a repartir a las 9:00 horas en cinco turnos de media hora cada uno. En la mañana se da de desayunar a más de 300 personas en total. Esto, de lunes a sábado. Cada turno empieza con una oración sencilla, que es la misma que rezaba san Simón de Rojas y la congregación que él fundo: «Ave María, gratia plena» repetido tres veces.
Por las tardes, de lunes a viernes, se preparan los bocadillos para la merienda-cena, que ya no comen en el comedor, sino que son para llevar. En total, reparten a entre 130 y 140 personas. Actualmente, comenta el responsable, están atendiendo a muchísimos extranjeros, sobre todo jóvenes marroquíes de centros de internamiento de menores. Y ha habido siempre, también ahora, un grupo importante de drogadictos o alcohólicos que viven en la calle, con unas vidas ya muy deterioradas. Es la pobreza en valores, explica Paulino.
Un tercer servicio que tienen es el de carro de alimentos no perecederos para 42 familias vulnerables que se les da una vez por semana.
En el comedor Ave María nunca han tenido problemas de abastecimiento. Subsisten gracias al Banco de Alimentos y a los donativos. Son meses más complicados cuando hay catástrofes «y la gente desvía allí el dinero», o febrero, por ejemplo, cuando empiezan a llegar los pagos aplazados de las Navidades. Pero «la Providencia existe», insiste Paulino, porque siempre «viene alguien, te da y te ha solucionado el mes». En tiempos de crisis, sin embargo, suben los donativos, quizá porque se hace más campaña social. «Yo supe que salíamos de la crisis de 2009 porque bajaron los donativos», comenta con humor.
Capilla con cuadros de presos
Se cree que la capilla que hay junto al comedor sufrió en algún momento una ampliación por el cambio del color de los azulejos de Talavera que adornan el friso. En ella, Paulino atesora más de 800 belenes que le han ido regalando, de todo el mundo (Tierra Santa, Madagascar, Alemania…) y de todos los estilos. Cada uno es singular, original y bello. Es una de las pasiones de este trinitario que, sin embargo, tiene el corazón puesto en los presos de Soto de Real. Allí lleva como capellán prácticamente toda su vida.
Por eso, en la capilla muchos de los cuadros han sido pintados por internos, y también algún que otro candelabro fabricado por los presos que hacen labores de mantenimiento, «como tienen herramientas…». «Ahora me han dicho que tienen ya diseñado uno para la Corona de Adviento». Pero la pieza de más valor para el sacerdote es un Sagrado Corazón de Jesús que hay junto al altar, a mano derecha. Era el que presidía el pasillo central de la antigua cárcel de Carabanchel (donde él empezó su capellanía). A pesar de todos los avatares, los presos «lo respetaron siempre». De hecho, nunca le faltó la luz de una lamparita que tenía al lado.
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