Publica "Ética y responsabilidad empresarial", editado por Desclée y UNIJES Ildefonso Camacho: "Necesitamos un Papa que dé pasos, que tienda puentes con la sociedad"

(Jesús Bastante).- Ildefonso Camacho es presidente de la Fundación Universidad Loyola Andalucía, el primer centro universitario privado de la región. "Nos alegra que, por encima de partidos políticos, nos reconozcan como personas al servicio del mundo universitario y de la sociedad", afirma.

Sobre la recién estrenada Sede Vacante, sostiene que Benedicto XVI "había ido dejando caer su renuncia, la había anunciado con sutilezas", piensa que este hecho no va a restarle autoridad al Papa: "El misterio no se termina".


La Fundación ya está constituida, ¿arrancará oficialmente sus trabajos el año que viene?

Sí, ahora ya somos Universidad, porque el Parlamento de Andalucía nos reconoció en noviembre de 2011. Nos falta sólo lo último, que es el Decreto de Autorización de Inicio de Actividades de la Junta de Andalucía. Y en esos trámites estamos, para arrancar en septiembre.


¿Es la primera universidad privada de Andalucía?


Así es.


¿Por qué cree que un gobierno de izquierdas ha elegido una universidad privada, teniendo otros muchos proyectos alrededor?


Nuestra compañía, inspirada en la Compañía de Jesús, no ha tenido especiales dificultades al presentar el proyecto con el gobierno vigente. Nos da cierta alegría y satisfacción que, por encima de los partidos políticos, nos reconozcan como personas al servicio del mundo universitario y de la sociedad, no estando directamente implicados en ninguna formación política. Lo cual no significa que yo desprecie estas formaciones, pero hay determinadas actividades que deben realizarse en un marco distinto.


¿Estaban todos de acuerdo, se alcanzó el consenso en el Parlamento andaluz?


Solamente Izquierda Unida se abstuvo.


Pero ha habido conversaciones con acuerdos mayoritarios.


No ha habido especiales problemas por eso. Han venido después, por la autocracia, la maquinaria de la administración... La administración es lenta, y a nosotros el proyecto nos urgía ponerlo en marcha cuanto antes. De todas maneras, desde el principio pusimos como fecha para empezar el curso 2013-2014, y con todas las posibilidades así va a ocurrir.


¿Qué supone una universidad inspirada en los valores de la Compañía de Jesús para la sociedad andaluza?


A nosotros nos gusta decir que queremos ser una buena universidad, pero que tenga además esa característica propia de insertarse en la tradición pedagógica y educativa de la Compañía de Jesús, que solemos concretar en lo que llamamos el paradigma de Kolvenbach. El paradigma, fundamentalmente, subraya cuatro dimensiones: utilitas, iustitia, humanitas y fides. O sea, formar personas competentes, pero formadas de manera integral: no sólo profesionalizadas, sino al servicio de la sociedad. Fides es quizá la más difícil de todas en este mundo: querer que estas personas además estén abiertas a la dimensión trascendental, encontrando en el mensaje cristiano una respuesta importante en ese campo. Evidentemente, en nuestra sociedad eso no se puede imponer, pero sí puede ofrecer. Esto es lo que pretende específicamente la Universidad Loyola Andalucía.
Por otra parte, nosotros aspiramos a ser una universidad investigadora, y estamos ya dando pasos para eso. Pensamos que la docencia se empobrece mucho si en su fondo no tiene una infraestructura de investigación importante. Por eso, queremos ser una universidad no sólo abierta a la investigación, sino caracterizada por el peso que se le dé a ésta.


Tuvimos aquí hace poco al rector de la universidad, y nos contaba los planes de grados y postgrados, así como la previsión de alumnos. Si no recuerdo mal, ¿unos seis mil alumnos?


Cuando esté la universidad funcionando plenamente. Ahora vamos progresivamente, poniendo los cursos uno a uno.


¿En dos o tres campus?


Dos campus: Córdoba y Sevilla. Y en Granada, la Facultad de Teología está llamada a integrarse en la Universidad, por razones obvias. Lo que pasa es que, al ser un centro eclesiástico la Facultad, que depende por lo tanto de la Santa Sede, no puede ser una facultad más de la universidad, sino que tendría que tener un estatus propio. Es un tema que está en estudio.
A nosotros lo que sobre todo nos interesa, independientemente de la cuestión jurídica de cómo hacer la vinculación, es que la Teología esté presente en el mundo universitario en la Loyola. No sólo a través de cursos que se puedan dar, sobre Teología, Pensamiento social cristiano..., sino constituyendo la universidad como punto de encuentro del mundo científico y teológico.

Benedicto XVI, verdaderamente reconocido como uno de los grandes teólogos de nuestro tiempo, ¿ha intentado al menos que el debate teológico estuviera abierto en la sociedad?

Claro, una de sus preocupaciones, que aparece continuamente en sus documentos y que está relacionada con el debate con Habermas, es el tema de la relación fe-razón: cómo recíprocamente se necesitan y, de alguna manera, se complementan y hasta se controlan la una a la otra. Ésta es una aportación muy importante de su pensamiento, pero que hay que traducir después en la práctica... En el funcionamiento completo de una universidad.
Esto es lo especial y es independiente de que la Facultad de Teología de Granada tenga tan solo un acuerdo de vinculación con nosotros o no. Pero estamos en ello por las tres partes: la Universidad, la Facultad y en último término la Compañía de Jesús.

Entiendo que la Loyola está integrada en este organismo que se llama UNIJES Jesuitas, que propone una decena de centros de estudios vinculados a la Compañía.


Son doce centros que pertenecen al ámbito de la educación universitaria jesuítica: como la Loyola, son promovidas por la Compañía pero no son orgánicamente parte de ella. Esta organización nos confedera, nos ayuda a caminar según una estrategia compartida, de presencia en el mundo universitario español y, en consecuencia, en la educación española. Cada centro tiene su historia, su momento de nacimiento y su tradición propia; pero ahora estamos trabajando en una cierta convergencia.


¿Viene de la mano del proceso de unificación de las comunidades jesuíticas?


El sector universitario de la Compañía en España hace tiempo que venía funcionando de forma coordinada. Después, el contexto se hizo distinto y ahora queremos que los distintos sectores se integren, sobre todo dentro de una misma provincia jesuítica. Lo importante es que compartamos proyectos, colaboremos estrechamente y que vivamos la pertenencia a ese grupo no sólo en términos de competencia. Que cada uno actúe, lógicamente, en su territorio, pero que se colabore sin distancias con los otros. Enriquecerse intercambiando trabajos, profesorado, proyectos conjuntos...


Ildefonso, me imagino que, como a casi todos, le sorprendería la renuncia de Benedicto XVI. ¿Cómo se enteró y qué pasó por su cabeza en ese momento?


Me enteré casualmente, como todo el mundo, y al principio tampoco me lo creía. Estaba en el despacho, en la Facultad, y fui al ordenador y busqué en la web de algún periódico alguna noticia que dijera que era efectivo... Ya estaban transmitiendo en directo la rueda de prensa de Federico Lombardi. Así pude ver los primeros contornos de la noticia. Los dos adjetivos que primero se me ocurrieron para ese gesto fueron: "inesperado" y "expresivo".
El otro día, en Religión Digital precisamente, el Padre Ángel, de Mensajeros de la Paz, ponía un titular que pienso muy cierto: a través de ese gesto, el papa llega a nuestra sociedad, traspasando los límites de la Iglesia. Su doctrina, formulado en documentos y discursos, no llega tanto como por medio de un gesto así, que en último término significa que se acepta la dimensión de normalidad del papa. En nuestro mundo, cuando cualquiera llega a una determinada edad, se retira. Y eso también puede ocurrir en la Iglesia, incluso en ese máximo nivel. Se desmitifica la imagen del papado.


¿Y eso es bueno o es malo, Ildefonso? Porque la institución tiene mucho de rito y de misterio.


Es que el misterio no se termina. El principal misterio es el de la finitud humana, precisamente lo que se pone aquí de manifiesto: el Papa, puesto que también experimenta la finitud humana, ya no se encuentra con fuerzas y lo dice claramente. A mí me pareció expresivo reflejo de que Benedicto no sólo es un gran intelectual y un gran teólogo, sino una persona muy consciente de sus limitaciones, de su humanidad y sentimientos. A lo mejor esa dimensión del mensaje nos ha faltado hasta ahora. Que se haya hecho pública ha servido para que se captara.


¿Adquirirá el papado, a partir de ahora, otros matices?


Yo recuerdo que, cuando era pequeño, los obispos no se retiraban. Ahora no se les impone pero a cierta edad deben presentar su renuncia... Al principio eso chocó. También recuerdo haber ido de niño al entierro del cardenal Segura en Sevilla... Eran los años cincuenta y fue un acontecimiento. Sin embargo, ahora el cardenal Amigo se retiró y no ha pasado nada: ni ha perdido autoridad ni ha dejado de estar presente en los medios de comunicación... El papa ni remotamente va a perder autoridad.


¿Cómo cree que puede ser la convivencia entre el que no sabemos si se llamará "ex papa" y el nuevo papa? Más allá de la novedad, es una situación curiosa...


Yo creo que Benedicto XVI no va a meterse, sino que va a desaparecer de la escena pública. Si en algún momento el Papa que venga quiere hacerle una consulta, se la hará, pero ciertamente no nos vamos a enterar. Ahí sí que hay diferencias con un obispo: el Papa es una persona muy relevante, rodeada de este halo...


Si en algún momento él quisiera contradecir, ¿podría generar un problema importante, a nivel práctico o teológico?


Conociendo a Benedicto XVI, es claro que se retira conscientemente, con ganas. No intervenir tampoco le va a costar trabajo. Incluso antes de ser papa, ya había manifestado en alguna ocasión que soñaba con su jubilación.


Publicamos una conferencia que él dio en 1991 en la que ya hablaba de que, para ejercer bien el primado, primero tienes que ejercer tu propia conciencia, saber hasta qué punto puedes resistir.


Si vas recuperando datos, también de sus libros, te das cuenta de que de alguna manera lo había ido dejando caer, lo había anunciado con sutilezas. En diversos momentos hizo alusiones que ahora hacen que nos demos cuenta de que para él esto no ha sido una cosa improvisada, sino que lo tenía en su cabeza.


¿En qué momento cree que lo decidió?


No caben muchas interpretaciones. Tres meses antes o después.


¿Cree que, a parte de su carácter, ha tenido que ver en su renuncia esa falta de fuerzas físicas y espirituales de la que hablaba?

No es ningún secreto que en estos últimos años, no solamente se han filtrado, sino que han salido a la luz pública noticias en torno a la Curia romana que ponen de manifiesto tensiones importantes. Por eso no extraña que lo de que no tiene fuerzas para afrontar la situación no lo haya pensado desde la teoría, sino desde su experiencia concreta. No de un papa que vive en una época atemporal, sino de la experiencia de Benedicto XVI en estos años. Cada uno mide sus fuerzas en el contexto en el que está. Me parece normal que estas circunstancias hayan podido influirle. No me asusta. Otra cosa es que el que venga va a tener una tarea importante a la hora de resolver algunas tensiones que es evidente que existen. Pero él resolvió algunos temas que había pendientes al comienzo de su pontificado, como por ejemplo el tema de la pederastia.

¿Qué piensa sobre las palabras que pronunció en la misa del Miércoles de Ceniza?

Creo que los medios le dieron demasiada importancia, porque Benedicto pronunció esas palabras muy de pasada en su homilía. Le dieron un relieve tremendo a dos líneas. Al leer la noticia, parecería que había dedicado poco menos que la homilía entera a ese tema, pero no es así. Es verdad que lo dijo, como es habitual en él, de una forma elegante, y algo se ve, algo refleja. A buen entendedor, pocas palabras.

¿No hay que olvidar que tiene 86 años?

Exactamente. Pocas personas habrá con 86, que nosotros conozcamos, que hagan una labor así. Por mucha ayuda que tenga y mucha infraestructura que le rodee. A todo esto hay que darle un cierto sentido de normalidad; y pensar que si creemos en que realmente el Espíritu Santo asiste a la Iglesia, tenemos recursos para salir de situaciones como ésta. No pasa nada. Ahora habrá que ver cuál es el nuevo papa, y empezaremos un capítulo nuevo.

¿Tienes algún candidato o algún estilo?

Creo que en este momento es importante que la Iglesia (y cuando digo Iglesia no me refiero sólo al Papa) tenga una presencia más abierta, más dialogante con nuestro mundo y con nuestra sociedad. Visto desde el otro lado, da la impresión de que la Iglesia está demasiado lejos. Todo lo que aparece como Iglesia (el Papa, los obispos, determinados movimientos, grupos...) tiene normalmente una imagen muy lejana. También es verdad que esto es un problema más bien del mundo occidental, pero pienso que, en este sentido, necesitaríamos un papa que diera pasos, que tendiera puentes con la sociedad (sobre todo allí donde existe una cierta lejanía). Tampoco sabría decir cómo, pero eso es lo que yo esperaría y desearía. Cuando le pido al Señor por el papa que nos venga, le pido fundamentalmente por esto. Para mí es muy importante que sepa tener gestos de cara a la sociedad, además de que sepa denunciar situaciones denunciables, haciendo compatible la justicia con tener una mano tendida siempre hacia este mundo, abordando los problemas y las ambigüedades que se dan en él.
Pero candidato no tengo, tampoco me he puesto a buscarlo mucho. De lo que sí que me he preocupado mucho este último año es de todo lo que significó el Concilio Vaticano II. Y creo que hay un tema que se ha quedado aparcado (si es que no hemos ido para atrás), y es la participación en la Iglesia. Creo que la función fundamental de la Iglesia hay que entenderla desde su presencia en el mundo, y entonces, no podemos reducir todo a si participamos más o menos dentro de la Iglesia. Pero también es verdad que es bueno que haya una mayor participación, a todos los niveles: participación de los laicos, participación en las estructuras diocesanas, participación en las estructuras de la Iglesia universal... Creo que hemos dado ciertos pasos atrás hacia una mayor jerarquización. Y eso empobrece. Lo contrario sería una Iglesia más participativa, donde todos nos sintamos protagonistas, con una voz más unida... No hablo yo de someterlo todo a votación. Simplemente que haya una mayor comunicación y una mayor participación. Eso sí que sería algo que desearía yo que promoviera el papa que venga.

Los dos grandes escándalos de este pontificado fueron el tema de la pederastia (que Benedicto atajó desde el principio), y el de la filtración de documentos de la Curia. ¿El nuevo papa tendrá que tener mucho cuidado con ambos temas?

Toda institución tiene que tener un ámbito donde ciertas cosas de manejen con ciertas reservas, teniendo la garantía de que no se hagan públicas hasta que no estén en condiciones de serlo. Lo curioso es que los dichosos documentos que se filtraron tampoco decían nada importante. Más bien la importancia reside en demostrar que se pueden filtrar. Eso es más delicado, porque es como decir "si quisiéramos, podríamos filtrar cosas más importantes". Los medios han insistido en que detrás de lo que ha salido había algo más. Y yo empiezo a sospechar también que sí, aunque no conozco de cerca esa realidad. Lo que sí creo es que el nuevo papa tendrá que tomar medidas para garantizar que el gobierno de la Iglesia se produce en un círculo de confianza básica entre las personas más estrechamente cercanas al Papa.

¿Debe haber más control interno?

Es que me parece que hay muchas cosas que se tienen que tratar antes de que salgan, no por afán de ocultar, sino porque las cosas tienen un periodo de maduración. A nivel pequeño también pasa, con nuestras propias responsabilidades. Hay cosas que antes de hacerlas públicas, o antes de tomar determinadas decisiones, necesitan que se intercambien opiniones, que se formulen hipótesis... Cosas que entran dentro del proceso de toma de decisiones, y que no se pueden poner ante las cámaras desde el primer momento. De una decisión se debe dar cuenta cuando se asume, pero mientras se está gestando no tiene por qué. Lo que han puesto de manifiesto las filtraciones es que Benedicto era vulnerable.

Es usted coautor del libro "Ética y responsabilidad empresarial", editado por Desclée y UNIJES, sobre el que ya había trabajado.

Sí, es una revisión. Es un libro que forma parte de la colección "Ética de las profesiones", que llevamos adelante desde UNIJES a partir del año 92. Los libros empezaron a publicarse en 2001 y 2002, ya van 12 o 13. Éste fue uno de los primeros en salir, que me parece que ha tenido ya 5 ediciones. Bueno, reimpresiones, porque no habíamos tocado nada. Ya hace unos años nos estábamos planteando que este libro necesitaba una actualización, porque en muchos temas de estos hay que incorporar datos nuevos y visiones nuevas. Antes se llamaba solamente "Ética de la empresa", y ahora lo hemos llamado "Ética y responsabilidad empresarial", para incorporar la dimensión de la responsabilidad social corporativa. Ésta vez sí es una revisión, porque los capítulos han sido reescritos. Hay capítulos con redacción totalmente nueva, incluso algunos que se han eliminado. Y ahora estamos preparando un libro sobre ética de las finanzas, que está haciendo un grupo de profesores en el contexto de un seminario. Es un tema complicado hoy en día. Los financieros saben bien cómo funciona este mundo, y tienen inquietudes éticas para las que a lo mejor no saben cómo encontrar respuesta. Y por el contrario, a la gente que nos movemos más en el campo de la ética, nos falta conocimiento de los problemas reales. Entonces decidimos redactar este libro, para que haya una reacción.
El de "Ética y responsabilidad empresarial" está pensado fundamentalmente como un manual universitario. Porque el origen de esta colección fue pensando en que los centros de UNIJES (es decir, centros universitarios de la Compañía de Jesús) tuvieran un manual para impartir Ética Empresarial en todas sus titulaciones, que respondiera a cada una de las profesiones, pero de alguna manera también a la orientación que nosotros pensábamos que deberían tener todos nuestros centros universitarios. En ese sentido, nos ofrecieron algún manual para traducir, y lo rechazamos porque pensamos que no respondía a ese enfoque. De hecho, el Comité de Coordinación de la Colección (al que pertenezco) ha ido haciendo un seguimiento de los originales, y hay cosas que se han corregido y que se han mejorado.


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