"Ángeles y Demonios": que el Vaticano no se preocupe

Camarlengos que son jovenzuelos -y, por supuesto, no cardenales-, "preferittis" (¿?) secuestrados a las puertas de un Cónclave, la figura de un "cardenal elector" que tiene que renunciar a la misma para ser elegido Pontífice, una explosión de la antimateria en mitad del Vaticano, con un protagonista -al final resulta ser el malo- que sabe volar en helicóptero y es designado cuasi santo en vida al salvar los cimientos de la Iglesia... dos investigadores que saben de cualquier cosa, en cualquier momento -y que además son jóvenes y en buena forma física, tanta para recorrer una y otra vez las calles de Roma-, persecuciones policíacas en mitad de la Ciudad Eterna ¡en coche!, asesinatos rituales a plena luz, ¡por el mismo hombre!, en zonas distintas de la ciudad...
En fin, todo un lujo para la imaginación, magníficamente recreada -recuerden que el Vaticano no permitió rodar escenas en el interior de San Pedro, y Ron Howard y los suyos filmaron "clandestinamente" para después construir una réplica del mayor templo de la Cristiandad- y con un buen ritmo. Pero, evidentemente, una película de ficción a manos llenas. Más que de ficción: de absurdas filigranas, más propias de Indiana Jones que de un sesudo investigador. Que, por lo demás, debe resultar de lo más pedante en una comida familiar.
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