"El sacerdocio ministerial o jerárquico de los obispos y de los presbíteros, y el sacerdocio común de todos los fieles, "aunque su diferencia es esencial y no sólo en grado, están ordenados el uno al otro; [...] ambos, en efecto, participan (LG 10), cada uno a su manera, del único sacerdocio de Cristo" (LG 10).
¿En qué sentido? Mientras el sacerdocio común de los fieles se realiza en el desarrollo de la gracia bautismal (vida de fe, de esperanza y de caridad, vida según el Espíritu), el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común, en orden al desarrollo de la gracia bautismal de todos los cristianos. Es uno de los medios por los cuales Cristo no cesa de construir y de conducir a su Iglesia" CIC 1547
Todos somos sacerdotes por la gracia del bautismo. El sacerdocio ministerial (es decir, los que son ordenados sacerdotes)... aquí viene lo esencial y que conviene que JAMÁS OLVIDEMOS.... "está AL SERVICIO del sacerdocio común (es decir, del pueblo".
¡Qué importante que los sacerdotes no perdamos de vista nunca que no estamos llamados en la Iglesia a ser honrados y servidos... sino a servir y santificar al pueblo que se nos ha encomendado.
Una vida de servicio, de hacerse compañero de camino de la gente, de saber dedicar tiempo a tu pueblo, de escuchar con el corazón, de ser bálsamo en sus heridas, caricia en sus dificultades, apoyo en sus luchas...
¡Qué hermosa vocación y qué enorme responsabilidad esforzarnos por hacerlo y vivirla bien!