Dom 2.3.14: No podéis servir a dos señores

Dom 8, ciclo A, Mt 6, 26. No hay día sin noticia sobre el tema, del que habló el poeta "poderoso caballero es Don Dinero":

Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
es don Dinero... (F. de Quevedo)

Poderoso es el Dinero convertido en "don" (dominus, Señor). Pero hay un Señor más alto, que es Amante y es Amado de verdad, otro Señor que sirve y que ilumina (y que podrá un día convertir con nosotros al dinero).
De la oposición entre esos dos señores empieza hablan el evangelio del domingo No podéis servir a Dios y al Dinero. Éste es el primer tema del evangelio del domingo. Empieza el fin de semana, bueno sea para todos

Una idolatría de fondo

Aquí formula Jesús su visión del “pecado”, entendido como idolatría, es decir, como confusión de Dios, que deja de ser quien es (único y distinto, cf. Mc. 12, 28-34), para identificarse de hecho con el dinero.

Muchos profetas (de Amós al Primer Isaías) habían destacado ya el riesgo del dinero, y en esa línea habían avanzado otros autores apocalípticos y sapienciales (como Test XII Patriarcas) y, en especial, Juan Bautista. Sólo Jesús llega hasta el final:

Por un lado proclama el Reino en Galilea y lo vincula con la abundancia y el gozo de la vida (banquete), de manera que él no puede llamarse en modo alguno pauperista. Pero, al mismo tiempo dice que el Dinero-Mamón se opone al despliegue del Reino, y así aparece el ídolo supremo, el anti-Dios o Diablo. Jesús sabe que los bienes (casa, campos, comida…) son signo de Dios, Reino; pero si se absolutizas se vuelven Mamón, anti-reino.

Por un lado llama a los pobres (ptôkhoi), a los mendigos, los que nada tienen, ni siquiera comida para el día siguiente y les promete el Reino, la mayor abundancia (cf. Lc 6, 21). En esa línea se sitúa su oración: «Danos hoy el pan nuestro de cada día». Pero, el mismo tiempo, piensa que los pobres pueden curar a los ricos (los que tienen casa y comida), de manera que esos ricos pongan(y se pongan ellos) al servicio de la comunión, es decir, del pan compartido. No demoniza, ni rechaza la riqueza, sino que la valora y pone al servicio del Reino.

En ese contexto debemos entender su palabra clave (¡No podéis servir a Dios y a Mamón! Mt 6, 24; Lc 16, 13), recordada con reverencia (y miedo) por una comunidad cristiana que ha tenido mucha dificultad en entenderla, pues apenas la cita.


Jesús conoce otros posibles ídolos menores (astros, dioses paganos, fetiches, deseos sexuales, hombres divinizados…), pero sitúa en el centro de su atención y de su crítica a Mamón, dinero objetivado como capital y subjetivado como avaricia (tema que retoma, en otro contexto la tradición de Pablo: Col. 3, 5; Ef 5, 5; cf. Lc 12, 5). Frente a todo idealismo filosófico de tipo griego, propio de hombres ociosos y ricos, alimentados por siervos o esclavos, Jesús entiende al hombre desde abajo, en clave económica, diciendo que es posible una armonía entre Dios y Mamón:

Nadie puede servir a dos señores, pues odiará a uno y amará al otro.
O se apegará a uno y despreciará a otro.
¡No podéis servir a Dios y a Mamón! (Mt 6, 24; Lc 10, 42).


Ésta es una palabra de origen claramente judío, en la línea del shema (Dt 6, 4) y del decálogo (Ex 20, 3), donde se define la unidad de Dios y su carácter exclusivo: Sólo hay un Dios, y lo contrario a Dios son los ídolos. Pues bien, la novedad de Jesús es que, conforme a su palabra, ahora lo contrario a Dios (el ídolo supremo) no es ya un tipo de poder cómico (como Baal) o político (como Marduk), ni siquiera un Diablo de tipo espiritual, sinoel Dinero absolutizado, es decir, una economía convertida en divina:

Jesús no condena el dinero en sí (como medio de cambio o signo de un tipo de valor), sino “servir al dinero”, convertido en Kyrios, es decir, en Yahvé, haciendo así que otros queden dominados, esclavizados, por ese dinero. En este contexto, la palaba “servir” significa “amar intensamente”, entregar la vida… La Biblia sabe que sólo se puede servir-amar de esa manera a Dios, que es la fuente del amor, que es la vida que se entrega y regala, ofreciendo así vida para todos… Pues bien, en contra de eso, servir a Mamón (dinero absolutizado) significa esclavizarse uno a sí mismo y esclavizar, oprimir a los demás.

Mamón es con Abba (su expresión opuesta), una de las pocas palabras que la tradición antigua de la Iglesia, cuando se expresa en griego, ha conservado en hebreo/arameo, indicando de esa forma su importancia. Abba es Dios como Padre, principio generoso de vida (en la línea de Yahvé, que es y hace ser).

Mamón es lo opuesto al Padre/Madre creador de vida, es el capital objetivado que se impone sobre la vida de los hombres.

Dios libera a los hombres, para que sean y amen, para que den y compartan... Mamón les encierra y posee, como Diablo objetivado, dinero hecho capital, fuente de avaricia. Así lo ha fijado para siempre este pasaje sorprendente que ha tenido poca resonancia en el cristianismo primitivo, quizá por su misma radicalidad (sólo aparece de esta forma en texto como. Ev Tom 47, que lo cita de un modo formal, y 2 Clem 6, 1).

‒ Mamón, el Anti-Dios, un deseo objetivado, que se expresa en una forma de conducta personal y social… No es un puro deseo interior, ni un Diablo mítico, sino una estructura de poder, objetivada en forma de dinero, a cuyo servicio se ponen los hombres. No es el mundo (como dirá la gnosis), ni un deseo sexual (como dirá un moralismo posterior), sino una entidad trans-subjetiva, fabricada por los hombres y objetivada como sistema económico.

Mamón es un tipo de dinero/capital convertido en Diablo, que puede dar el reino a quien le adore (cf. Lc 4, 6), para luego esclavizarle. No es creación positiva de Dios; tampoco es pura nada, sino algo que los hombres hacen, para expresar su poder, quedando al fin dominados por ello (a través de la avaricia). Lo contrario a Dios no son las cosas de la creación finita como podría suponer un dualismo gnóstico, que condena la materia, el sexo... Ni es tampoco la mala voluntad interior como decía Kant, en un lenguaje de fondo idealista. Lo contrario a Dios es una estructura objetiva, en forma de sistema de dominio económico: la mamona.

‒ Mamón, es una creación humana. No es Mamón el que hace al hombre, porque el creador del hombre es Dios. Pero el hombre es capaz de crear a Mamón y le ha creado de hecho, cayendo en su redes como esclafo.

El mal es algo que el hombre mismo hace (construye) para luego quedar esclavizado por ello. Esto es lo que la Biblia llama ídolo, conforme a lo indicado en Sab 13-15: representación que carece en sí misma de verdad y fuerza y que solo tiene aquella que nosotros mismos le ofrecemos, de manera que así nos esclaviza.

Eso significa que el mal no es creación positiva de Dios; pero tampoco es pura nada: es algo que nosotros construimos, una vez que hemos comido (hecho nuestro) el árbol del bien y del mal (del juicio). El mal es algo que nosotros hacemos con la intención de dominarlo, pero de tal forma que al fin quedamos dominados por ello. En este contexto no hacen falta Vigilantes invasores (satanes externos) como en 1 Henoc, pues la misma mamona que nosotros mismos hemos «hecho» nos invade y deshace.

‒ Poder englobante. El libro de la Sabiduría presentaba varios principios idolátricos (cf. Sab 13-15); Mt 4 y Lc 4 aluden a un Diablo, que se expresaba en tres deseos-poderes primigenios (pan, reino y milagro). Pues bien, dando un paso decisivo, Jesús identifica al Diablo con Mamón, un dinero-capital que domina y destruye a los hombres. Griegos y romanos adoraban a diversos dioses. Filósofos y sabios han buscado el principio radical de la existencia. Como buen judío, Jesús sabe, que sólo hay un Dios (Padre-Creador) y, como profeta y portador del Reino, afirma que lo opuesto a Dios (el anti-dios) es Mamón, no una entidad cósmico, sino un ídolo creado por los hombres. Lo opuesto a la llegada del Reino (es decir, de Dios) es el Dinero, que esclaviza a los ricos y destruye a los pobres.

Mamón, el Dios-Dinero, es un ídolo engañoso que suele camuflarse, oculto en ropajes de piedad, libertad o sacralismo. Los hombres siguen entregándose a sus cultos de tipo social o religioso, pensando que es allí donde se expresa la verdad de su existencia. De esa forma van al templo, para encontrar allí a su Dios. Pero el evangelio sabe que el mismo templo de Jerusalén está «hecho por manos humanas» (Mc 14, 58) y vinculado por tanto al dinero (cf. Mc 11, 15-19), como una construcción del hombre, en la línea de la torre de Babel; en ese sentido puede formar parte de la mamona, es decir, de la adoración del dinero, pues «allí donde está tu tesoro está tu corazón» (cf. Mt 6, 21).

Mamón es un Dios fuerte, capaz de construir imperios como Roma, de comprar y conquistar ciudades, de poseer todas las cosas, pero esclavizando a los hombres. Esto que Jesús dijo en su tiempo resulta más claro actualmente (año 2013), cuando el Capital objetivado (con la avaricia subjetiva) ha terminado dominando casi todo lo que existe sobre el mundo y sometiendo a los hombres bajo su dictado. El hombre no es ya señor del Sábado, como quiso Jesús (cf. Mc 2, 28), sino esclavo de Mamón.
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