El obispo pone en marcha una consulta a los curas para elegir a su vicario general Joseba González Zugasti podría ser la mano derecha de Munilla en San Sebastián
José Ignacio Munilla busca un hombre "de casa", de su confianza y que, al mismo tiempo, sea aceptado por el clero donostiarra, para que se convierta en su vicario general. Y lo hará democráticamente, por medio de una consulta a todos los curas de la diócesis.
Visto el perfil que pide el obispo, los candidatos no abundan. Antes de iniciarse el proceso, el mejor situado y que cuenta con todas las papeletas para convertirse en mano derecha del prelado es Joseba González Zugasti.
Para ganarse al clero, que lo ha recibido de uñas y con una carta pública en su contra, Munilla no "importará", al menos por ahora, a sus curas amigos de Navarra o de Toledo y, según ha prometido a los arciprestes, se rodeará, para dirigir la diócesis, de un equipo de curas autóctonos.
Para elegir a su equipo de gobierno está dispuesto incluso a ir más lejos. Imitando a su predecesor, monseñor Uriarte, va a poner en marcha un amplio proceso electoral y que sean los propios curas los que elijan al número dos de la diócesis.
Cada párroco recibirá en los próximos días una misiva del obispo, invitándolo a participar en la elección. Los curas tendrán un plazo para contestar al obispo y mandarle los tres posibles candidatos para vicario general. Una vez realizado el cómputo global, Munilla designará al vicario general de entre los tres más votados.
Es probable que, en muchos arciprestazgos, los curas se reúnan para aunar voluntades y consensuar nombres de eventuales candidatos. La mayoría de los curas de la diócesis cree que Joseba González estará entre los más votados por las bases clericales y, lo que es más importante, es de los pocos que puede gozar de la confianza del obispo que, al final, decidirá entre los tres que más votos hayan cosechado.
El "romano"
Nacido en Azkoitia en 1969 y ordenado sacerdote en 1993, en San Sebastián, a Joseba González Zugasti le llaman el "romano". Primero, porque se ha pasado muchos años estudiando en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma. Prácticamente, desde que se ordenó sacerdote. Y con excelentes resultados. De hecho, este mes defenderá en la Universidad Gregoriana de Roma su tesis doctoral sobre el "Salmo 119".
Los que lo conocen lo encuadran en el ámbito del nacionalismo moderado, tanto desde el punto de vista ideológico como de praxis pastoral. Coadjutor de la parroquia de la Sagrada Familia de San Sebastián y muy bien relacionado en la diócesis, lleva años dando clases de Sapienciales y Salmos en el Instituto de Ciencias Religiosas de San Sebastián y en la Facultad de Teología de Vitoria, donde tiene como alumnos, entre otros, a los cinco seminaristas donostiarras.
"No es de la línea de Munilla, pero es un sacerdote moderado, con prestigio, que puede tender puentes y que se puede entender con el obispo y con los curas", dice un sacerdote de Vitoria. Bien formado, sabe idiomas y, además, mantiene las formas, las relaciones y las maneras romanas. Por ejemplo, es de los pocos párrocos de la diócesis que utiliza habitualmente el clergyman.
Al igual que el nuevo obispo, Joseba González tampoco escapa de los medios de comunicación. De hecho, escribe, de vez en cuando, artículos de opinión en el Diario Vasco. Como el titulado "Bondad", del 8 de junio de 2007 en el que, a propósito de las amenazas de ETA, aportaba el siguiente testimonio del mártir Bonifacio del siglo VIII: "No seamos perros mudos, no seamos centinelas silenciosos, no seamos mercenarios que huyen del lobo, sino pastores (cristianos) solícitos que vigilan sobre el rebaño de Cristo (sobre todas las personas), anunciando el designio de Dios a los grandes y a los pequeños, a los ricos y a los pobres, a los hombres de toda condición y de toda edad, en la medida en que Dios nos dé fuerzas, a tiempo y a destiempo..."
Y en otro artículo titulado "El amigo Ignacio" rendía homenaje a Ignacio Uría, asesinado por la banda terrorista. "Ignacio Uría ha sido llevado a la muerte donde Ignacio de Loyola fue traído a la vida. Ambos quisieron vivir y ayudaron a otros a hacerlo y por eso, tenían amigos que les apreciaban. El día que mataron a Ignacio Uría, la Iglesia recordaba a uno de los amigos de Ignacio de Loyola: Francisco de Javier, porque los cristianos hacemos memoria de los vivos y recordamos lo que han hecho por la vida.Junto al dolor y la solidaridad con la familia de Ignacio, tengo el convencimiento de que, quien escogió para él y para los demás la vida, no ha quedado en manos de la muerte. Creo que los caminos de Ignacio de Loyola, Francisco de Javier e Ignacio Uría convergen en el camino que lleva a la vida eterna. Necesitamos hacer ese camino juntos, sin miedo a los que matan y, sobre todo, sin dejar que maten nuestra alma y menos aún la de nuestros hijos".
Si monseñor Setién confió en José Antonio Pagola y lo mantuvo de vicario general durante todo su pontificado, Juan María Uriarte se apoyó para esa labor en Félix Asurmendi y Patxi Azpitarte. El nuevo obispo, monseñor Munilla, parece haber encontrado también a su alter ego. Siempre que los curas lo coloquen en la terna, algo que, en la diócesis, se da por descontado.