El nazi-onanismo.

La mañana de hoy, de nuevo, nos ha traído un jarro de agua fría. Quizá el agua con hielos nos esté reservada para el próximo jueves, 19 de octubre. A esperar (1).

El sumergirme en los hechos históricos que comenzaron en el XIX y terminaron en mayo de 1945 produjo en mí un profundo desprecio y animadversión por los ideales --¿ideales?— nacionalistas, que podríamos llamar con propiedad nazi.onalistas, o más aún nazi-onanistas.

Para estos iluminados la realidad ha de ser la que ellos perciben en su desestructurada imaginación, no hay otra. Y todos deben comulgar con el pan ácimo que sus hornos mentales vomitan.

En el caso catalán poco importa que más de la mitad de la sociedad dude del paraíso que les prometen. “No perciben, parecen decir estos alumbrados, el bienestar que tendrán, el salto cualitativo y cuantitativo que su vida va a dar, la prosperidad que su nueva patria va a tener...”

Esas ideas, que nacieron de mentes soñadoras en forma de pesadillas, pesadillas para los demás, las fueron inoculando en otras mentes, las masas, esas que sólo se nutren de consignas ajenas, que terminaron en dementes y se armaron para llevar a efecto, a la realidad, tales sueños. Las revoluciones nacen de una idea, en este caso nazi.onalista, pero las llevan a término las masas obnubiladas y fanatizadas. En Cataluña sólo faltan las armas, como le oímos a un conductor encerrado en un atasco provocado por los energúmenos del "prusés". Al tiempo.

El sentimiento nacionalista, si se puede hablar en estos términos, prescinde de la razón, ésa que ha organizado democracias y alzado cortapisas en forma de leyes, que ponen barreras a los excesos que perturban la convivencia.

En el caso catalán dicho sentimiento es algo inducido e inoculado, que ha crecido de modo exponencial desde que Pujol comenzó a chantajear al estado, a organizar inmersiones lingüísticas para desestructurar la mente de los niños y, por supuesto, para pensar que la familia es lo primero, aprovechar el rebufo y robar a manos llenas.

¿Cómo sería hoy Cataluña si las prédicas nacionalistas hubieran sido españolistas? Es una pregunta que las masas, que generalmente se nutren de sentimientos inducidos, nunca se han preguntado ni ya se preguntarán.

Con el nazi.onalismo no se puede ni negociar ni discutir. Hay que destruirlo o confinarlo en el recinto que le es propio: la celda de una cárcel. O una cárcel para ellos solos, en cuarentena por si el virus se propaga.

Respecto a las masas, una de las mejores maneras para convencerlas de la malignidad de los nacionalismos es utilizar masivamente todos los medios de propaganda, radio, televisión, prensa... y asfixiar y cortar el flujo de dinero de aquellos otros que se hacen eco de los santones nacionalistas. Hoy la propaganda está en manos de los iluminados, propaganda llena de mentiras fácilmente desmontables. Por supuesto que la plebe lo entendería.

Ésa lección nos la dan los acontecimientos siniestros de siglo y medio de historia europea. Julio de 1914 o septiembre de 1938.

¡Cuántas similitudes entre Chamberlain y Daladier con Mariano Rajoy! El primero regresó a Inglaterra al son de pífanos y tambores, proclamando la solución del problema de los Sudetes. Y el Hitler de otrora, que es hoy el Puigdemont de hoy, percibió la debilidad mental de los Rajoy o Soraya de turno y se tragó Checoslovaquia entera. Año 1938. Luego vino lo que vino.

Las últimas respuestas del gobierno central, últimas desde hace al menos cinco años, sólo han tratado de serenar y contentar a la fiera. No han puesto valla alguna a sus ideas y, sobre todo, a sus actos. Dado que las masas enfervorecidas todavía no tienen armas con que “defenderse”, las palabras de sus mentores hablan de bonhomía, de paz, de democracia... Pura táctica.

Insistimos, el nacionalismo sólo puede ser vencido y erradicado de las mentes del pueblo. Sólo conduce al desastre.
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(1)Me dice una abogada con la que he comentado estos asuntos: "Vamos a ver, si nos atenemos a la legalidad, al Art. 155, previa a su aplicación está la requisitoria al afectado --Pus-de-mon-- de que se retracte, etc." Y ciertamente es así: "1.Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general"..
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