Importancia de los catequistas en la Iglesia de la Amazonía Cuidado de la Casa Común y fe inculturada, elementos decisivos de una Iglesia con rostro amazónico

Como indígenas tratamos de cuidar la naturaleza, pero algunos no hacen eso, se ponen del lado de las empresas, lo que provoca divisiones entre nosotros

Los misioneros dicen que mantengamos nuestra cultura, porque se va perdiendo

A veces el estudio, la tecnología, ha venido queriendo destruir nuestra cultura, nuestra forma de ser, nuestra forma de vida

La Iglesia está haciendo ese esfuerzo de ir a las comunidades para que ellos aprendan, vuelvan a la cultura, hablen nuestra propia lengua

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El Papa Francisco insiste mucho en la importancia de una Iglesia con rostro amazónico y rostro indígena. Conocer experiencias en ese sentido, que están presentes en toda la Pan Amazonía, pueden ayudar a avanzar en esa dirección. Una de ellas es la Parroquia San José de Canelos, formada por comunidades indígenas en medio de la selva amazónica ecuatoriana. Es una realidad diferente, donde la forma de organizar la Iglesia se ve determinada por las circunstancias en que se encuentra.

Allí, el papel de los catequistas, como en casi toda la Iglesia amazónica, es fundamental. Esta es una parroquia más del Vicariato Apostólico del Puyo, donde los catequistas, la gran mayoría hombres, son conocidos como servidores. Una de las mujeres catequistas es Carmen Nango, quien reconoce que “ahora en la actualidad sí, pero antes las mujeres no eran reconocidas”.

Como sucede en muchas regiones de la Amazonía, la presión externa es cada vez mayor, lo que en Canelos se ha acentuado después que fue construida una carretera de acceso, que como reconoce Galo Illanes, “da un beneficio grande, pero al mismo tiempo ha venido dañando, hay mucha tala de árboles, contaminación, todo eso nos ha venido perjudicando bastante”, de hecho, poco a poco la depredación se ha instalado en la región.

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El indígena insiste en este problema de la tala, muy extendida en la región, “vienen los intermediarios, ofrecen dinero y la gente indígena ya no es como antes, ahora donde ven dinero, venden lo que ellos piden, pero lo que pasa es que los bosques se han perdido, ya no hay árboles grandes, ha habido mucha explotación de madera”. Eso es algo que provoca divisiones en las comunidades, pues “hay dirigentes que prohíben la tala de árboles grandes, pero los que tienen sus propiedades venden, dicen que necesitan de eso para el sustento de la familia, pero no se dan cuenta que estamos terminando con nuestros bosques”, insiste Galo Illanes.

De cara al Sínodo para la Amazonía, uno de los puntos importantes es el del cuidado de la Casa Común, buscando nuevos caminos para una ecología integral. Galo Illanes señala que “nosotros como indígenas tratamos de cuidarla, pero algunos no hacen eso, se ponen del lado de las empresas, lo que provoca divisiones entre nosotros”. Eso se concreta en que “algunos grupos tratamos de evitar contaminar el medio ambiente, el río. A veces las basuras van al río, pero nosotros queremos hacer un reciclaje, para cuidar de esa manera del medio ambiente”.

En eso mismo insiste Grey Mayancha, quien afirma que “no es como antes, cuando no había carretera, no había tanta contaminación, no había tala de árboles, había más peces en el río. Ahora hacen minga y toman trago, cerveza, antes no tomaban eso, chicha no más. Con la carretera, que va más adentro, se talan los bosques para vender madera, y eso le causa daño a uno. Cada vez están sacando de más adentro maderas buenas, como cedro, canelo y chuncho. También se van los animales y las comunidades se dispersan”. Eso está provocando “el cambio de clima”, según Carmen Nango, con lo que “la producción no da bien”.

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Combatir esa situación no es fácil, pero la Iglesia podría ayudar en ese sentido, afirma la propia Carmen Nango, quien ve como posibilidad “que haya alguna capacitación para la defensa de la naturaleza, porque hay mucho que se explota y no se siembra, hay mucha deforestación”. No podemos olvidar que eso influye en la vida y sustento de los propios indígenas, pues ellos viven de la agricultura.

En la cultura indígena existen “sus rituales, su medicina ancestral, sus ritos de cura, su cultura y forma de espiritualidad, el chamanismo”, afirma Grey Mayancha, algo que es apoyado por la Iglesia. Como él mismo señala, “los misioneros dicen que mantengamos nuestra cultura, porque se va perdiendo. Los niños ya no quieren saber de la cultura, ya no se les habla en kiwchua, andan con sus celulares, se están volviendo vagos. Ahora ya no se toma guayusa, ya no se cuentan los sueños a los niños. La gente sólo se dedica a trabajar para tener su dinero”.

En ese sentido, Grey Canelos dice que “en nuestra comunidad todavía tomamos guayusa, tocamos tambor, contamos los sueños a los niños, tocamos flauta, las mujeres saben danzar bien. En otras comunidades no pasa eso, no tienen tambor, flauta, ni saben lo que es eso. Se va perdiendo, los mayores no conversan con los niños sobre la cultura y las cosas se van perdiendo”.

Es importante reflexionar sobre el papel de los jóvenes en las comunidades indígenas y como ellos pueden ayudar en el futuro de los pueblos. Galo Illanes dice al respecto que “los jóvenes indígenas siempre eran organizados de acuerdo a los papás y mamás. Hoy en día los jóvenes se han ido separando de nuestra cultura, se han ido acogiendo a otras costumbres. A veces el estudio, la tecnología, ha venido queriendo destruir nuestra cultura, nuestra forma de ser, nuestra forma de vida”. Desde esa situación, el catequista indígena afirma que “son un poco difíciles nuestros jóvenes de hoy, algunos se han separado de nuestros ambientes, se han ido fuera, han olvidado nuestros idiomas”.

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Las escuchas sinodales han recogido la importancia que para los indígenas tiene el hecho de poder celebrar la liturgia en su propia lengua. Galo Illanes pone como ejemplo que “aquí en la parroquia de Canelos, tenemos un sacerdote, que se llama Padre Javier, él siempre celebra en nuestro idioma, hace una celebración inculturada. A nosotros como servidores nos dice que los catequistas den la catequesis en nuestro propio idioma. Hay algunos niños y jóvenes indígenas que no quieren hablar nuestro idioma. Entonces la Iglesia está haciendo ese esfuerzo de ir a las comunidades para que ellos aprendan, vuelvan a la cultura, hablen nuestra propia lengua”.

Eso es algo que lleva a cabo Armando Osvaldo Illanes, que celebra en lengua kwichua, con cantos en la lengua local, algo que “durante muchos años no era así, pero ahora estamos haciendo las celebraciones en nuestro idioma”, un idioma que debería ser aprendido por todos los sacerdotes que trabajan con ese pueblo. El servidor de la comunidad compagina su trabajo en su finca durante el día con su labor pastoral, “visito las familias, voy anunciando la palabra, enseñando a rezar en kiwchua, a cantar, pidiendo a los padres que enseñen a los niños kiwchua, para que puedan entender en la Iglesia”.

Una de las cosas que él ve necesario es que “los sacerdotes visitaran las comunidades, pero como tenemos pocos sacerdotes no hay tiempo para que visiten”. Generalmente les vistan una vez al mes, “pero a veces me dejan con la gente esperando y ellos no vienen”. Es algo en lo que también insiste Carmen Nango, que espera que la Iglesia “mande muchos misioneros acá, a la Amazonía, y que los misioneros anden de casa en casa, dialogando con las personas. Porque ahora la mayoría de las personas están olvidando lo que es la misa, antes el domingo era sagrado”.

Grey Mayancha ve como algo bueno que los sacerdotes “vayan a conversar con la gente que no va a la misa, que no es casada en la Iglesia. Falta un testimonio por parte de la Iglesia”. La gente ha ido perdiendo el interés por la Iglesia, reconoce el catequista, quien les dice que vayan a la misa, “pero no siempre atienden”. Muchos sólo van “cuando quieren bautizar al niño, también cuando es Semana Santa”. A esto se une que “tampoco mandan a los niños a la catequesis, hay mucha gente que tiene varios hijos, pero no son casados por la Iglesia”.  A pesar de las dificultades, Grey Mayancha reconoce que “a mí siempre me ha gustado servir a la Iglesia, es bonito, me siento protegido, ayudado por Dios, con eso voy todos los días mejor para adelante”.

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Al hablar sobre las mujeres, que tienen un papel fundamental en la sociedad y en la Iglesia amazónica, Carmen Nango, afirma que para mejorar el papel de la mujer dentro de la sociedad indígena y de la Iglesia, “sería necesario dar charlas de formación, porque hay mujeres que no saben lo que es la Iglesia, dar charlas sobre valores”. Según ella, esas charlas pueden servir “para aprender a valorar lo que es la naturaleza, lo que es la cultura, porque ya estamos olvidando la cultura, no cuidamos la naturaleza”.

En las comunidades indígenas se ha ido perdiendo la disposición para compartir, algo que tiene un claro perfil cristiano. La propia Carmen Nango recuerda que “todo ha cambiado. Antes si alguien tenía plátano, y decía regálame, le daban y llevaba. Ahora si le pide a la vecina ya le vende, ya no comparte contigo”. La catequista reconoce que la entrada del dinero en las comunidades “a algunos les han ayudado, pero a otros, que no saben manejarlo, les ha perjudicado, porque se ha cambiado mucho”. Por eso, se puede decir que esa falta de compartir, “ha perjudicado bastante, sobre todo a quienes no tienen recursos económicos”.

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