Comentario al Evangelio del VIII Domingo del Tiempo Común Mons. Ojea: “Tenemos un corazón de hierro para nuestros hermanos”

Mons. Ojea
Mons. Ojea

“Criticamos, juzgamos muy duramente, somos muy livianos cuando se trata de hablar a los demás: rígidos, tremendos

“Es esencial como conclusión del Evangelio poder mirarnos a nosotros mismos, examinarnos, acusarnos a nosotros mismos

“Todavía no sabemos el riesgo que produce la hiperconectividad, el estar tanto tiempo delante de aparatos, el estar tanto tiempo detrás de una pantalla”

“Hacerlo de verdad, de hacerlo con seriedad, como cristianos comprometidos para poder entrar con el corazón en el drama de estos hermanos nuestros y pedirle a Dios que esta locura de la guerra no se dé entre nosotros

Paja en ojo ajeno

El Evangelio de este domingo, que Mons. Oscar Ojea define como maravilloso, nos ayuda a reflexionar sobre “cuando miramos y nos detenemos en la pajita del ojo ajeno y no miramos la viga que tenemos delante del nuestro”.

El presidente del episcopado argentino comenzaba recordando las palabras de un autor medieval, que dice que “nosotros deberíamos tener dos corazones, un corazón de oro para Dios y un corazón de carne para con nuestros hermanos”. En realidad, advierte el obispo de San Isidro, “lo que nos pasa es que muchas veces tenemos un corazón de oro para con nosotros mismos y un corazón de hierro para nuestros hermanos”.

Afirma eso sustentado en el hecho de que “criticamos, juzgamos muy duramente, somos muy livianos cuando se trata de hablar a los demás: rígidos, tremendos”. Frente a eso, “cuando se trata de juzgarnos a nosotros mismos, de mirar nuestro corazón, somos como niños malcriados, todo lo disculpamos”. El prelado recuerda que a quien hace esto, Jesús le llama hipócrita, diciendo que “esto significa persona de dos caras, persona que actúa”. Algo que hace “porque al juzgar de ese modo y al criticar del modo que criticamos tantas veces al prójimo, nos ponemos en el lugar de Dios”.

Para Mons. Ojea, “ese creer que sabemos todo, creer que sabemos bien lo que pasa en el corazón de los demás y dejamos de lado las cosas que tienen que ver con nosotros”. Para el obispo de San Isidro, “es esencial como conclusión del Evangelio poder mirarnos a nosotros mismos, examinarnos, acusarnos a nosotros mismos”.

Colegios covid

En esa tesitura ha propuesto “un examen personal y familiar estos últimos tiempos”, en estos días de vuelta al colegio. Según el obispo, “en este tiempo de pandemia los chicos, nuestros chicos, han sido tan abandonados, hemos tenido las escuelas cerradas mucho tiempo y han ido cambiando los hábitos familiares y también los hábitos de los chicos”. En sus palabras ha advertido que “todavía no sabemos el riesgo que produce la hiperconectividad, el estar tanto tiempo delante de aparatos, el estar tanto tiempo detrás de una pantalla”.

Afirmando que “los horarios de nuestros chicos han cambiado, tanto chicos y chicas se acuestan tarde, duermen poco”, y ante el hecho de “empezar a reconstruir esta presencialidad de las clases, tenemos mucho que transformar, es como comenzar, volver a dar sentido a esa nobleza que tiene la tarea docente, la tarea de la educación”. Mons. Ojea advierte que “no sabemos con qué nos vamos a encontrar, es esencial que haya un trabajo complementario entre las familias y el colegio”.

Por eso hace ver que “nuestros chicos y chicas tienen que dormir para poder aprender, y para poder aprender de un modo socializado, para poder aprender de un modo presencial”. Y ha llamado a que “cuidemos mucho en casa ciertos ordenes, horarios y costumbres que en estos tiempos pueden haber sido tergiversados, eso ya tiene que ver con la responsabilidad de cada uno”.

También se ha referido a la guerra de Ucrania, que define como “un momento tremendo”, pues “la guerra se ha desatado, ustedes saben una guerra tremenda, nuevamente entre dos potencias y dos fuerzas muy grandes”. En sus palabras ha recordado el pedido del Papa para el Miércoles Ceniza, al comienzo de la Cuaresma, “un tiempo de examen de conciencia”, donde “nos ha pedido un día de ayuno y oración”. Por eso pide tratar de “hacerlo de verdad, de hacerlo con seriedad, como cristianos comprometidos para poder entrar con el corazón en el drama de estos hermanos nuestros y pedirle a Dios que esta locura de la guerra no se dé entre nosotros”.

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