Dejaros reconciliar con Dios

Reconciliar
Hay algo que nos empuja a poseer cada vez más, a ejercer el poder por encima de los otros. Cuando uno se siente todopoderoso hasta llegar a creerse Dios, como si éste no existiera, cuando se quiere reducir los demás en esclavos nos situamos por encima de Dios, no actuamos como hijos de Dios sino todo lo contrario.

El pecado contra Dios no es forzosamente dirigido contra él mismo sino contra mi hermano. “He oído el clamor de mi pueblo” (Ex 3,7), dijo Yahvé a Moisés. Es decir Dios hace suyo el dolor del oprimido. Así pues cada vez que obro mal contra el otro, actúo contra el mismo Dios. El ojo por ojo no entra en los baremos del Dios misericordioso. Su medida es devolver bien por mal. San Pablo en su segunda carta a los Corintios dice con claridad: “En nombre de Cristo dejaros reconciliar con Dios” (5,20).

En este tiempo cuaresmal es bueno que reflexionemos sobre nuestro comportamiento frente a los demás y tengamos el valor de acerquemos con corazón humilde al hermano que hemos ofendido. He aquí la forma de dejarnos reconciliar con Dios. Jesús nos dice con claridad que el amor a Dios y al hermano son un único mandamiento, son inseparables. Esta será una buena forma de celebrar el Jubileo de la Misericordia.Texto: Hna. María Nuria Gaza.
Volver arriba