Jueces de nuestras injusticias

Humildad
Con frecuencia no nos damos cuenta de nuestras propias injusticias. Necesitamos, como David, alguien que nos haga caer en la cuenta de ellas. David pronto a administrar justicia contra el rico que cogió la oveja única del pobre para ofrecerla al invitado que llegó a su casa y cual el monarca está dispuesto a hacer justicia, es reprendido por el profeta Natan que le dice: Este hombre eres tú. El profeta sabe emplear una parábola un tanto alarmante para que el rey, de fina sensibilidad, se diera cuenta de su pecado ante su fiel servidor Urias, de su adulterio y de la habilidad para encubrir su pecado.

Es una gracia de Dios encontrar en nuestro camino personas que nos hagan caer en la cuenta de nuestros errores frente a los demás. Nuestra ceguera ante nuestros pecados es enorme debido quizás al sentimiento de tener buena intención. En estos momentos es muy importante saber aceptar como hizo David su pecado y pedir al Señor que tenga misericordia de él: “Misericordia, Señor, lávame de mi pecado. Reconozco mi pecado, he hecho lo malo delante de tus ojos”. Son fragmentos del salmo 50 que el rey compuso al reconocer su pecado. Es hacernos jueces de nuestras propias injusticias. Se requiere humildad para reconocer nuestros errores pero sin ella no podemos adelantar en nuestro camino hacia Dios.Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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