(Pedro Casaldáliga).- Caíste en el camino, desabrochando el Llano,
con los brazos abiertos en asumida Cruz.
(Mientras agosto calcinaba de odio, chapado en las guerreras.
Mientras la Iglesia echaba sus cerrojos prudentes,
negándose a la Muerte y a la Resurrección.
Mientras sobre la Pampa quebraban sus relinchos
los mil potros domados,
hijos del viento indómito,
y el gaucho Martín Fierro
lloraba
de vergüenza...
Patria de San Martín, libertadora un día,
triste llama celeste, ¡tu bandera arriada!)
Caíste en el camino, santiguando la marcha, Enrique,
pastor bueno.
Precediendo tu Paso, Chamical destacaba sus diáconos pascuales,
también sobre el camino.
(«Hay que seguir nomás»,
por el camino
de Emaús, en la tarde.
Por «la tierra preñada de vida» prohibida.
Con el pueblo que anda, noche adentro, callado,
detrás del alba nueva...).
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