El papa Francisco habló en la encíclica Laudato si' (24 de mayo de 2015) de un “antropocentrismo erróneo” La conciencia ecológica conduce a un cambio espiritual y ético

Ecologia cruz
Ecologia cruz

"Cada vez somos más conscientes de que necesitamos una “ética global”, pero también una “ética de las relaciones internacionales” o del “bien común global” para poder afrontar juntos los problemas medioambientales"

"La concepción occidental de la relación entre naturaleza y tecnología está marcada por la convergencia del empirismo aristotélico y el interés por la investigación con una determinada interpretación del relato bíblico de la creación"

"Las Iglesias quieren decir adiós a la “gran desmesura antropocéntrica” de la era moderna, alejarse de la mentalidad del homo faber, apostar por un “crecimiento con moderación”, por una “desaceleración” o a una despedida de “la prisa constante” por tener siempre más y más"

"En Occidente, existe, por tanto, una diástasis o brecha entre la reflexión ética en la teología y la filosofía, por un lado, y los intereses económicos o la negativa práctica de la mayoría de la población a adoptar un nuevo estilo de vida en el sentido de la deseada espiritualidad y  ética de la “sobriedad”

En nuestra época se reflexiona intensamente sobre cuestiones medioambientales y conceptos como “sostenibilidad” se han convertido en categorías éticas fundamentales. Cada vez somos más conscientes de que necesitamos una “ética global”, pero también una “ética de las relaciones internacionales” o del “bien común global” para poder afrontar juntos los problemas medioambientales.

Y somos igualmente conscientes de que debemos abandonar las soluciones simplistas: decir adiós al mito del progreso técnico-tecnológico, según el cual los problemas ecológicos se resolverán simplemente con nuevos avances ingeniosos, sin cambios fundamentales en nuestro modo de vida; decir adiós a la mentalidad del homo faber, según la cual los límites de lo técnicamente posible solo están marcados por su mera viabilidad y no por consideraciones éticas; pero adiós también a un naturalismo ingenuo, según el cual el ser humano destruye la armonía de la creación y perjudica el ecosistema mundial con cada una de sus intervenciones en la naturaleza y el medio ambiente.

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Libro de Benatar

En este ámbito, en Occidente también hay posiciones como el “antiespecismo” de filósofos como Peter Singer y Tom Regan, que cuestionan la primacía de lo humano y defienden los derechos fundamentales de los animales; o el “antinatalismo” de David Benatar (Better Never to Have Been, 2006), que aboga por que la especie humana renuncie a la reproducción, pues la vida humana solo significa “sufrimiento” y el ser humano acabará destruyendo el ecosistema de la Tierra. 

La concepción occidental de la relación entre naturaleza y tecnología está marcada por la convergencia del empirismo aristotélico y el interés por la investigación con una determinada interpretación del relato bíblico de la creación. Según la interpretación clásica, este relato contiene un claro antropocentrismo, ya que el ser humano, como imagen de Dios y, por tanto, “corona de la creación”, recibe también el mandato de someter y utilizar la Tierra, es decir, la naturaleza y el mundo animal, destinados a su “dominación”: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó. Dios los bendijo; y les dijo Dios: ‘Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra’” (Génesis 1,27-30).

Pero, entretanto, en Occidente y en el cristianismo ha surgido una nueva conciencia, y la antigua arrogancia ha dado paso a una nueva reflexión. Los aspectos negativos de la visión utilitarista de la naturaleza en la era tecnológica se atribuyen a un alejamiento del ser humano del antropocentrismo bíblico “bien entendido” o de la relación correcta entre naturaleza y cultura. El relato de la Creación se interpreta entonces, en el sentido de la conciencia ecológica actual, como un mandato de Dios al ser humano de entenderse a sí mismo como “guardián y conservador” del orden bueno y armonioso de la Creación.

Laudato Si

Por ello, el papa Francisco habló en la encíclica Laudato si' (24 de mayo de 2015) de un “antropocentrismo erróneo”: “Esta no es una correcta interpretación de la Biblia como la entiende la Iglesia. Si es verdad que algunas veces los cristianos hemos interpretado incorrectamente las Escrituras, hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas. Es importante leer los textos bíblicos en su contexto, con una hermenéutica adecuada, y recordar que nos invitan a ‘labrar y cuidar’ el jardín del mundo (cf. Gn 2,15)” (LS 67). 

Y añadió: “Hoy la Iglesia no dice simplemente que las demás criaturas están completamente subordinadas al bien del ser humano, como si no tuvieran un valor en sí mismas y nosotros pudiéramos disponer de ellas a voluntad” (LS 69). Esto es hoy consenso ecuménico entre las grandes Iglesias cristianas que han dado, por tanto, un giro. Ya no apoyan el expansionismo y el tecnicismo occidentales, sino que abogan por una nueva conciencia ecológica. En este giro de la arrogancia a la reflexión, tienen también claro que no se trata de fomentar un ecologismo ingenuo con una sospecha permanente sobre el uso de la tecnología.

Las Iglesias también se distancian del “antiespecismo” y el “antinatalismo”, y advierten, como hizo Benedicto XVI en su impresionante discurso ante el Parlamento alemán el 22 de noviembre de 2011, que no hay que olvidar la “ecología humana”, ya que “también el ser humano tiene una naturaleza que debe respetar y que no puede manipular a su antojo”. Las Iglesias quieren decir adiós a la “gran desmesura antropocéntrica” de la era moderna, alejarse de la mentalidad del homo faber, apostar por un “crecimiento con moderación”, por una “desaceleración” o a una despedida de “la prisa constante” por tener siempre más y más. Se tratataría de un estilo de vida diferente, un “retorno a la sencillez”, a una espiritualidad ecológica y a una ética de la “sobriedad”, como dijo el papa Francisco en Laudato si'.

La planetización de la humanidad
La planetización de la humanidad

Este giro no es una moda pasajera, sino un cambio de rumbo duradero hacia una nueva cultura global. Se puede decir que las grandes Iglesias y los teólogos cristianos se han pronunciado en mayor medida que los representantes de otras religiones sobre el debate medioambiental o sobre la relación entre naturaleza y tecnología.

¿Este giro de la teología cristiana es válido también para el mundo occidental en general? Hay que reconocer que Occidente no está en condiciones de erigirse en maestro de la conciencia ecológica. Es cierto que en Occidente existe un movimiento ecológico que está ganando cada vez más influencia. Pero en la economía y la industria sigue imperando una “razón instrumental” (Jürgen Habermas), basada en la mentalidad homo faber, que conduce al tecnicismo y a la explotación desenfrenada de la naturaleza. Existe, por tanto, una diástasis o brecha entre la reflexión ética en la teología y la filosofía, por un lado, y los intereses económicos o la negativa práctica de la mayoría de la población a adoptar un nuevo estilo de vida en el sentido de la deseada espiritualidad y  ética de la “sobriedad”.

Mariano Delgado
Mariano Delgado


*Mariano Delgado es Catedrático emérito de Historia de la Iglesia en la Universidad de Friburgo (Suiza) y Decano de la Clase VII (Religiones) en la Academia Europea de las Ciencias y las Artes (Salzburgo)

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