"La reconstrucción de una socialdemocracia sólida, valiente y con vocación global no es una opción política más" Las verdades que nos hace ver Gaza

Desastre en Gaza
Desastre en Gaza Efe

"Los intereses económicos y estratégicos de las grandes potencias pesan más que la vida humana"

Lo que a todas luces es una tragedia humanitaria acaba siendo interpretado en los foros internacionales bajo la lógica de “estabilidad geopolítica”, “seguridad energética” o “flujo de capitales”

"La salida humanitaria —y política— requiere revitalizar, al menos, una socialdemocracia capaz de poner límites al neocapitalismo. Es urgente una renovación de las fuerzas progresistas que recuperen el principio de que la economía debe estar al servicio de la vida y no la vida al servicio de la economía"

El drama humano que se ha desatado en Gaza no puede entenderse únicamente desde la óptica de actores locales o de coyunturas políticas puntuales. El papel de Netanyahu y su gobierno es evidente, pero difícilmente esta masacre habría alcanzado la magnitud actual sin el apoyo explícito de potencias como los Estados Unidos bajo la administración Trump, así como el silencio cómplice e incluso cierta cooperación pragmática de la Unión Europea y el Reino Unido. Detrás de estas actitudes se revela una constante: los intereses económicos y estratégicos de las grandes potencias que pesan más que la vida humana.

El capitalismo global, en su fase contemporánea, ha demostrado una profunda deshumanización. La búsqueda obsesiva del beneficio económico inmediato se sitúa por encima de los principios más básicos de justicia y de respeto a la dignidad humana. Lo que a todas luces es una tragedia humanitaria acaba siendo interpretado en los foros internacionales bajo la lógica de “estabilidad geopolítica”, “seguridad energética” o “flujo de capitales”. En ese terreno, la defensa de los derechos humanos queda relegada, como un adorno discursivo que rara vez se traduce en acciones concretas.

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Socialdemocracia

No hace tantas décadas, la socialdemocracia europea jugaba un papel relevante como contrapeso ético, político y social a los excesos del capital. Aquella Europa capaz de impulsar políticas de solidaridad internacional difícilmente habría tolerado el actual grado de pasividad frente a la destrucción de Gaza. La presión de fuerzas ha cambiado, y con ello se ha debilitado la voz que enarbolaba la justicia social como principio rector de la acción política. El resultado es el que hoy presenciamos la normalización de la violencia estructural bajo la mirada desconcertada de quienes defendemos el derecho a la vida en cualquier rincón del mundo.

No es posible desligar esta tragedia de su matriz sistémica. El capitalismo global funciona como un engranaje que sacrifica territorios enteros, poblaciones completas y generaciones futuras a cambio de garantizar bienestar a una minoría que sabe acomodarse en la cima de la pirámide social y económica. Ese “bienestar a costa de la pobreza ajena” cultivado por el sistema neoliberal es la verdadera raíz de la impunidad con la que se multiplican los crímenes contra la humanidad.

La salida humanitaria —y política— requiere revitalizar, al menos, una socialdemocracia capaz de poner límites al neocapitalismo. Es urgente una renovación de las fuerzas progresistas que recuperen el principio de que la economía debe estar al servicio de la vida y no la vida al servicio de la economía. Solo así podremos avanzar hacia un orden internacional en el que los derechos humanos no dependen de cálculos geopolíticos ni de rendimientos financieros. Son necesarios importantes cambios en la dirección política del mundo occidental donde, sin embargo, parece que se imponen cada vez más las fuerzas conservadoras y de ultraderecha. Es necesaria una militancia que logre el cambio del voto popular, que sufre los engaños encantadores por las fuentes de información.

Papa Francisco: Palabra rezada
Papa Francisco: Palabra rezada

En ese horizonte, la reconstrucción de una socialdemocracia sólida, valiente y con vocación global no es una opción política más: es la condición de posibilidad para que nunca más tragedias como la de Gaza sean toleradas por quienes tienen en sus manos la capacidad de detenerlas. Creo que en ese intento se situó el gran Papa Francisco, poniendo a la Iglesia católica a colaborar en la revitalización de un humanismo cristiano que defendiera al ser humano y la Casa Común donde vive. Un buen ejemplo para los seguidores del Maestro de Nazaret.

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